Creo que le escuché a Paco Rabal que andaba enamorado de su sonrisa, de su mirada, de su inteligencia, de su fuerza, de su humanidad… Tendría que comprobarlo con mi maestro Pedro Guerrero, que tanto compartió con esa gran familia de actores, también suya en parte.
Asunción Balaguer ha cosechado muchos premios, el último el Max de Teatro. Entiendo que, pese a los avatares, el gran galardón ha sido la familia que ha tenido, que tiene, su salud, su visión optimista de lo que ha acontecido, su afán de superación. Hasta tal punto es así que recuperó su carrera artística con la desaparición de Paco Rabal, cuando ella contaba ya 75 años. El Porvenir le ha regalado una gran oportunidad más, como diría el añorado Gabriel García Márquez, y la ha sabido aprovechar, que añadiría Saramago.
Papeles grandes en su vida profesional han sido numerosos. Se le recuerda, así, a bote pronto, por “Los Santos Inocentes”, pero hemos de resaltar que, al menos para mí, ha sido una gran actriz de teatro. No en vano conoció al que fue su marido durante cincuenta años en la Compañía Lope de Vega.
Ahora se ha ido, dejando el sabor de alguien inconmensurable y con una suprema sencillez también. Es, siempre será, ese familiar, esa abuela, que todos querríamos tener en nuestro entorno, y, si es posible, que nos adoptara. Ya procuraríamos nosotros darle todo tipo de satisfacciones. Los teóricos del “coaching” dicen que buscamos paz, alegría y felicidad. Pues todo eso y más nos brindaba ella.
Un total de 94 años en su cuerpo, con alma de joven, madre de la ingente Teresa Rabal, abuela de un genio de la interpretación, Liberto, que seguro que la historia le regalará otra opción, que aprovechará: hablamos de un personaje, que, aunque suene a tópico, es irrepetible. Glosó que “si volviera a nacer volvería a ser actriz”. Ha disfrutado tanto que nos parece obvio. Igualmente nos propició al excepcional Benito Rabal.
Me dicen que descansarán sus cenizas en Águilas, en la tierra de Paco Rabal, su Paco, su vida. Es un buen sitio. Egoístamente la experimentaremos más cerca, aunque ya se sabe que las grandes, las honrosas, las buenas personas están en todas partes, sea cual sea su puerto base.
¡Descansa en paz, querida Asunción Balaguer! Voy a buscar sin prisa la foto que tenemos juntos, pero más importante que la instantánea, que aparecerá cuando no tenga interés en hallarla, o sí, es que te conocí. Estuviste en ese Olimpo de los Dioses de la interpretación. Eso es mucho para un devenir humano. ¡Gracias de todo corazón!
Juan Tomás Frutos. Doctor en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Complutense de Madrid, donde se licenció en esta especialidad. Doctor en Pedagogía por la Universidad de Murcia. Posee seis másteres sobre comunicación, Producción, Literatura, Pedagogía, Antropología y Publicidad. Ha sido Decano del Colegio de Periodistas de Murcia y Presidente de la Asociación de la Prensa de Murcia. Pertenece a la Academia de Televisión. Imparte clases en la Universidad de Murcia, y colabora con varias universidades hispanoamericanas. Dirige el Grupo de Investigación, de calado universitario, "La Víctima en los Medios" (preside su Foro Internacional). Ha escrito o colaborado en numerosos libros y pertenece a la Asociación de Escritores Murcianos, AERMU, donde ha sido Vicepresidente. Actualmente es Delegado Territorial de la Asociación de Usuarios de la Comunicación (AUC) en Murcia.
María Asunción Balaguer Golobart (Manresa, Barcelona, 8 de noviembre de 1925) falleció este sábado en Cercedilla, Madrid.
Nació en el seno de una familia de la burguesía catalana, hija de un matrimonio de conveniencia, roto convencionalmente después de seis hijos. Desde los trece años, estudió en el Institut del Teatre y luego en la facultad de Filosofía y Letras.
Contrajo matrimonio en Barcelona, el 2 de enero de 1951 con el actor Paco Rabal. Poco después abandonaron la compañía de teatro de Tamayo (ella era la actriz principal), para montar una compañía propia. Balaguer era primera actriz, y continuó siéndolo en giras por el norte de España y Centroamérica.
Balaguer interrumpió su actividad artística para atender a su familia y posteriormente retomó su carrera con buen criterio, participando en los últimos años en un gran número de películas.
Sus hijos Benito y Teresa, y su nieto Liberto Rabal han continuado la saga familiar, tanto en la interpretación como en otros campos artísticos.
De cara a las elecciones generales de 2011 manifestó su apoyo a la candidatura de Izquierda Unida.
En el año 2015 tuvo una participación en la serie Merlí de TV3 como la abuela de la familia Rubio.
La actriz sufrió un ictus cuando estaba en su domicilio de Alpedrete, a consecuencia del cual fue ingresada en el hospital madrileño de la Fuenfría (Cercedilla). Unos días después, el 23 de noviembre de 2019, falleció como consecuencia de un fallo multiorgánico a los noventa y cuatro años.
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