Martes, 6 de agosto de 2024. Ninguna de las producciones audiovisuales que a lo largo de cuatro décadas ha generado el drama rural de Los Galindos, ha tenido tanto seguimiento y audiencia como los programas que Mediaset España ha lanzado en mayo y junio pasado con Los Galindos como reclamo central. Todo, por primera vez, en Alta Definición (HD).
Dos productos televisivos distintos, de gran calidad, una serie de ficción y otra documental, han sorprendido a los propios impulsores de los proyectos en Mediaset. La serie de ficción inspirada en el caso y producida por Unicorn Content – El Marqués– tuvo en su último episodio, precisamente donde se recrean los cinco asesinatos, 1.373.000 espectadores, liderando la audiencia de la TV en España a esas horas de la noche.
En Andalucía de manera especial la audiencia fue más significativa, en tanto que una de las cualidades más destacadas de la producción ha sido su cuadro de actores y actrices, todos hablando andaluz y sin forzarlo, con una naturalidad poco habitual en las teles generalistas españolas. El elenco ha estado encabezado por dos actores andaluces con personalidad, el algecireño Victor Clavijo, consagrado definitivamente tras este impresionante trabajo como uno de los mejores actores de la actual escena española y el sevillano Paco Tous en el papel del capataz Zapata, del que hay que destacar cómo un actor de su categoría es capaz de transmitir solo con gestos y expresiones, no solamente con la palabra. Especialmente magistral en la escena final en la que su personaje acaba asesinado.
Tras cada capítulo se emitió un coloquio/debate centrado esta vez en la realidad, no en la ficción y que también logró liderazgo en su franja con 758.000 espectadores de media, y más de un millón y medio de espectadores únicos.
Debates sobre la verdad
El éxito de seguimiento del debate creo que obedeció al plantel de colaboradores que, modestia aparte, sabían de lo que hablaban. Profesionales como José María Garzón, abogado y brillante criminólogo de casos tan reconocidos como los asesinatos de Alcasser, Sandra Palo o el asesino de la baraja. Mariló Montero y Toñi Moreno, periodistas y presentadoras muy vinculadas a la sociedad andaluza de las que debo destacar cómo se ha notado su puesta al día en un asunto tan complejo como Los Galindos, nada raro por otra parte con quinquenios de profesionalidad y buen hacer a sus espaldas.
Contó el debate, además, con la presencia en plató de testigos únicos como el médico Ildefonso Arcenegui, hijo del primer forense que levantó los cadáveres, Alejandro Arcenegui, que conocí, todo un caballero de Marchena, al que entrevisté en su día, y que ayudó a su padre en aquella tarea, descubriendo tres de los cuatro primeros cuerpos encontrados.
No faltó, en la defensa de los trabajadores fallecidos, Joaquín Torres, Juez de Paz de Paradas desde 1982 hasta 2012. Se había incorporado a su puesto en el momento en que el juez de instrucción de Marchena, Heriberto Asencio, había solicitado la exhumación de los cuerpos para realizar una segunda autopsia, la definitiva. Torres, sin pelos en la lengua, mantuvo algunas discrepancias con el hijo del Marqués. Desde el primer debate se notó la ausencia de química entre ambos y también se evidenció como Torres estaba más pegado a la realidad del pueblo de Paradas que Juan Mateo Fdez de Córdova.
Y Juan Gutiérrez, hijo de Salvador Gutiérrez, el primer capataz que se hizo cargo del cortijo de Los Galindos tras los crímenes. Un testigo de primera mano que tuvo que limpiar restos de sangre, encalar paredes, y arrancar olivos… en una finca en la que la muerte seguía manchándolo todo y muy presente en la vida diaria de todos ellos.
Participamos también en los coloquios tres periodistas, apasionados los tres de la crónica negra, Juan Luis Galiacho, Francisco Gil Chaparro y servidor.
Y por supuesto… el hijo de los marqueses de Grañina, Juan Mateo Fernández de Córdoba y Delgado, que con una valentía poco frecuente aceptó ponerse delante de todos para defender sus tesis… y confesar públicamente que en su familia se supo siempre más de lo que se contó a la justicia. Dudas de siempre que se confirman ahora. Nada nuevo sin me remito a las confidencias que recibí de un Conde (amigo de la marquesa consorte) una tarde en el Waldorf de Nueva York. Corría el año 1984.
El testimonio en directo por teléfono del Dr. Luis Frontela fue quizás la primera ocasión en la que el catedrático de Medicina Legal de la Universidad de Sevilla, entraba a fondo con detalles desconocidos por el gran público, dejando en evidencia la actuación de algunos responsables de la instrucción.
Sorpresa en T5 y en Amazon Prime
El fenómeno Galindos en HD solo acababa de empezar; semanas después lograban batir también récords de audiencia en Amazon – Prime Video- ante la sorpresa de los propios programadores de la plataforma. Lo mismo que había sucedido en Tele 5.
Nunca antes de ahora, el crimen de Los Galindos, había merecido tanta atención y seguimiento en la televisión.
En el pasado hubo excelentes reportajes informativos como el realizado por la periodista Cary Perals para Informe Semanal en RTVE en 1981, “Los Galindos: ¿crimen perfecto?” o en 1995 cuando la prescripción del caso en ‘Los Reporteros’ de Canal Sur TV por las periodista Magda Reig e Inmaculada Casal titulado Expediente 20/75.
Tras esas producciones de aniversario el caso quedaba olvidado hasta el siguiente verano. Y así cada fecha redonda de recordatorio de unos crímenes que la sociedad española, como ahora se ha constatado, nunca ha olvidado.
Ante el éxito de audiencia cabe preguntarse por qué, casi medio siglo después, aquella tragedia nunca resuelta por la Justicia, sigue levantando tanto interés y expectación.
Creo que por las mismas razones que durante décadas de instrucción judicial se bloqueó la búsqueda judicial/policial en distintas direcciones, seguramente con la intención de hacer como que se investigaba pero sin molestar a quien no se debía.
Lo reitero una vez más, nunca se entendió que se investigase más a los muertos que a los vivos. Salvo si se contextualiza el escenario social, político y económico de los años 70 en Sevilla, dominados por una casta poderosa e influyente donde la nobleza local jugaba un papel determinante y decisivo en muchas cuestiones de la vida diaria, como lograr expulsar al periodista Iñaki Gabilondo de la dirección de Radio Sevilla y de Sevilla misma. Y los propietarios de Los Galindos pertenecían a esa casta por méritos más que propios no sólo por los títulos, también por su inmensa fortuna y estatus económico.
Creo que se han equivocado, posiblemente una vez más en este tema, quienes han rehusado a la hora de aportar a estas alturas del tiempo transcurrido sus testimonios en esta búsqueda de la verdad periodística y sentimental desde una perspectiva de justicia social. Entre otras cosas por dejar sentada su propia versión a la vista de las cosas nuevas que se están sabiendo y que merecerían una explicación convincente y lógica.
Moreno Andrade, un juez muy especial
Personalmente me encantaría escuchar las explicaciones del juez Antonio Moreno Andrade, con el que mantuve siempre una relación de cordialidad abordando este caso. Nunca me ‘regaló’ ninguna ‘exclusiva’ como a otros colegas, caso del desaparecido Ismael Fuente que hizo por cierto un gran trabajo en este tema como enorme periodista que fue, ido desgraciadamente muy joven.
Yo ejercí con el juez como “intermediario” en numerosas ocasiones, trasladándole algunos mensajes y la angustia permanente de Concepción Jimenez, madre de Pepe González. A Don Antonio recuerdo que le interesaba especialmente saber si Concepción recordaba la conversación que mantuvieron su hijo y su nuera antes de coger el 600 e irse a Los Galindos donde les esperaba la muerte. Concha nunca recordó nada de nada, o eso me respondió en infinidad de ocasiones que le pregunté de parte del juez.
Sería interesante que Don Antonio nos contara por qué no dio autorización como instructor ‘especial’ (Juez Especial se llamó) a Luis Frontela para el examen de la media huella hallada en la escopeta que se usó en Los Galindos. Máxime habiendo dicho ahora el catedrático en directo, que esa prueba, al no autorizarse a comprar unos reactivos concretos, se podría haber analizado gratis, por amistad personal de Frontela con los de Scotland Yard y que hubiese sido importante el realizarla pero tampoco fue autorizado. ¿Por qué?
O cómo no se respetó la cadena de custodia de una determinada prueba que fue llevada a Madrid por el propio magistrado en mano, método poco habitual, como consta en las diligencias policiales.
En esta fase como ya he apuntado ha sido fundamental la aportación, seguramente sin calcular las consecuencias que ha tenido, el texto publicado por el tercer hijo del Marqués de Grañina, Juan Mateo, que como ya señalé en el capítulo anterior ha servido de llave moralmente autorizada para entrar en aspectos vedados o desconocidos hasta ahora en el ‘universo Galindos’.
La narración de Fdez de Córdova ha sido la base guía tanto del documental como de la serie de ficción. Solo con una diferencia digna de reseñar. Mientras que con la productora de la docuserie (FenixMedia) Juan Mateo ha dado por escrito su autorización y consentimiento para el uso de su libro y su testimonio, no ha sucedido así con la de la serie de ficción (Unicorn Content) que hasta le copiaron el nombre de ‘Curro’ (inventado) del supuesto sicario asesino que en la realidad no era tal sicario, sino alguien conocido.
Una serie que, como aquella otra película de Víctor Barrera inspirada en “Los Invitados” de Alfonso Grosso, no gustó nada a las familias de las víctimas, esta no ha gustado a ninguno de los hijos del Marqués ni a su extensa familia, algo lógico y comprensible.
Tres hijos del Marqués anuncian demanda
De hecho, los tres mayores con Juan Mateo entre ellos, decidieron a la mañana siguiente de la emisión del primer capítulo de la serie presentar una demanda de protección al honor de su padre el Marqués. Si bien el derecho al honor, en sentido estricto, se extingue con la muerte, el ordenamiento jurídico español reconoce la importancia de proteger la memoria de las personas fallecidas. Por tanto, en determinadas circunstancias, puede ser posible imputar delitos contra el honor de un fallecido, especialmente cuando estas acciones afectan a sus familiares o a su legado. Esa puede ser la vía por la que intenten que prospere la demanda.
La escena de una agresión sexual – inventada- a una empleada del Marqués en la caballeriza de un cortijo que lleva por nombre Los Galindos, entendieron que sobrepasaba los límites admisibles y decidieron actuar. Cuando toman la decisión de denunciar judicialmente a la productora de Ana Rosa Quintana, aún no se había visto el último capítulo donde el propio Marqués en la ficción participa activamente en los asesinatos, apareciendo como el autor material de la muerte del capataz Manuel Zapata. Algo, por otra parte, que se acerca bastante a lo que narra Juan Mateo en su libro y donde coloca a su padre en el escenario del crimen, al menos como cómplice necesario. Y dice más, apunta que el viaje coartada a Málaga del Marqués no es como se contó y se acusa de complicidad en el manejo de fechas y horarios a los únicos testigos que dan fe ante la GC de que el Marqués estaba en un funeral en Málaga cuando los crímenes. Esos testigos fueron el hermano del Marqués, Don Alvaro, y su cuñada que ese día pidió permiso y no trabajó en El Corte Inglés para dejarse ver en el funeral, a la que muchos confundieron en las fotos publicadas del entierro con Mercedes Delgado, la marquesa consorte.
Como he tenido la oportunidad profesional de colaborar y participar en el documental “Los Galindos, toda la verdad” y en cuatro de sus coloquios posteriores, puedo aportar mi testimonio a la hora de valorar cómo y de qué manera han realizado su trabajo el equipo de investigación de la productora Fenix Media, con Almudena García Páramo al frente de la arqueología documental, posiblemente una de las pocas personas que más sabe hoy sobre este complejísimo caso.
Todo basado en documentación y testimonios, la docuserie deja en el espectador un poso de credibilidad que sacia en gran medida la ausencia de numerosas respuestas durante décadas; que lo que se le está contando al espectador es cierto porque, además, lo demuestran imagen tras imagen, testimonio tras testimonio, documento tras documento.
Trabajo de arqueología agravado por el hecho de la desaparición “en un traslado” del sumario original del caso.
Se pierde el Sumario y no se investiga
Perdido el sumario de Los Galindos en un traslado camino del llamado ‘Comité de Expurgos’ fue una noticia mosqueante, demasiado burda, inquietante e increíble. Algo inexplicable, sobre todo porque algunos testimonios relevantes, Guardia Civil por ejemplo, no han querido entrar a opinar ahora porque poco recordaban después de tantos años, “eso seguro que está en el sumario” decían, pero oficialmente el sumario se perdió y, lo más raro y sorprendente, nadie ordenó buscarlo abriendo unas diligencias judiciales de indagación y conocer, al menos, quién fue el responsable y por qué. El sumario de Los Galindos no es una instrucción cualquiera, en ella han estado en la lupa general los nobles propietarios del cortijo, pero sin molestarlos y eso queda más que evidenciado en los folios del desaparecido legajo. Personalmente siempre he pensado que el sumario no está perdido, digamos que está tan solo extraviado en algún altillo judicial y algún día aparecerá como las caras de Bélmez de la Moraleda, sin que sirvan ya para nada. También creo que ha habido interés en que no se analicen a fondo muchas cosas que quedaron escritas en papel judicial en su día. Con los datos y testimonios aparecidos a posteriori y “la verdad” del sumario, quizás hubiese resultado más fácil diseccionar paso a paso el trabajo que la Justicia ha realizado – o dejado de realizar- a lo largo de las dos décadas en que el sumario ha permanecido legalmente ‘vivo’, sin detener ni procesar a los asesinos que, como diría la Marquesa, ‘se han ido de rositas’.
Recuperadas las Diligencias Policiales
De hecho, en ese trabajo de arqueología documental, desaparecido el sumario, ha sido fundamental la búsqueda de las diligencias policiales en el Archivo General del Ministerio del Interior, que, al margen de los poderes judiciales, han preservado estos documentos que hoy ya se han convertido en papeles históricos o con historia. En todo caso estamos ante una clamorosa pérdida de papeles por parte de la Administración de Justicia.
Son también grandes exclusivas las fotografías aportadas de los huesos de José González, con ese intento de seccionarlos primero con un cuchillo, luego con una sierra, y posteriormente con una fractura tosca.
La bala… que tantos dolores de cabeza le proporcionó al forense Luis Frontela. Esa que apareció en el magma de los restos del tractorista. Fotografiada, analizada en su composición y custodiada para que no se desvirtuase… hasta que un policía, por orden judicial, se la llevó de su laboratorio, y se entregó en Madrid sin una línea de custodia documentada. Años después se dictaminó que podría ser metal de una chincheta en Los Galindos.
El Mercedes blanco del Marqués fotografiado con impactos en los cristales y el frontal… que tenían plomo en las hendiduras, que nunca se justificaron. Más al contrario, alguien hizo que las fotografías desaparecieran del sumario por más de dos años. Y se han podido mostrar en este documental.
Con las diligencias policiales -a las que ha tenido acceso el equipo de Fénix Media-, se han analizado las declaraciones que reconstruyen el día de autos en sospechosos como el administrador, el marqués, D. Álvaro, hermano del Marqués, el hijo del administrador, y la propia marquesa… aportando la única certeza: no coinciden entre sí sobre los tiempos de lo que hicieron esas últimas 24 horas.
Desde el punto de vista más amable, le hemos podido poner cara al hermano de Doña Mercedes, el conocido como ‘Tío Quico’, ‘El Señor de Los Galindos’ que llegó a gestionarlo, pero que falleció en enero de 1969.
Las fotografías del Rally de Montecarlo en el que participó fue otra gran exclusiva, fruto, como casi siempre, de que la casualidad les pilló trabajando. Quico, por cierto, no murió en un rally sino en un accidente de auto convencional.
La mayoría de los documentos que se muestran en la docuserie veían la luz pública por vez primera, aunque el hilo argumental corre a cargo de Juan Mateo FdC, muy en línea con la tesis publicada en su libro por Editorial Almuzara.
El misterio del “El Señorío”
De las interesantes aportaciones que realiza el libro, algunas parece que en clara colisión con la verdad del sumario, ¡ ay el sumario! , quizás la más sorprendente sean las referencias al “Señorío” cuya definición en este caso podría ser ‘territorio perteneciente al Señor’. En Los Galindos así se denomina a las dependencias privadas que allí tenían los marqueses, repleta de fotos y recuerdos del Tío Quico, quien llegó a gestionar el cortijo.
Confieso que nunca antes de leer el libro de JMFdC había oído hablar de esa vivienda, que solo tenía dos copias de llaves y que usaban Don Gonzalo y Doña Mercedes, solo ellos. Lo imaginé porque en algún sitio tuvieron que dormir Grañina y su administrador la noche de autos y la siguiente, pero ninguna referencia escuché sobre la importancia de ese recinto de uso exclusivo de los dueños y a donde no permitían entrar al servicio ni a limpiar.
Con lo que ahora se sabe podemos concluir que “El señorío” fue un territorio clave y misterioso que no se registró a conciencia cuando los crímenes, permaneciendo cerrado y solo usado por Grañina y su ayudante para pernoctar dos noches; luego siempre continuó cerrado.
¿Y por qué hubiese sido importante para el esclarecimiento de los hechos entrar con la lupa, cámara, pinceles y polvitos en el Señorío y recoger imágenes y muestras? Porque de haber entrado la policía judicial hubiese encontrado restos de sangre mal limpiada por la Marquesa, Mercedes Delgado y Durán, indicio claro de que aquel recinto fue clave el día de autos, donde se supone que se ocultó un cadáver, el del capataz.
Restos de sangre en ‘El señorío’. Algo que nunca se supo y que le reveló la propia marquesa Mercedes Delgado a su hijo Juan Mateo el día que este la llama para comunicarle la que, a priori, parecía una mala noticia familiar con estas cinco palabras:
-Mamá, el Marqués ha muerto.
Y ella le respondió:
-Qué pena, al final se ha ido de rositas
Y es a partir de ese día cuando le cuenta -y su hijo graba la conversación para que nadie le llame después embustero- que ella misma recogió y limpió un charco de sangre que se encontró dentro de la vivienda de los señores en Los Galindos, sangre posiblemente de Manuel Zapata cuyo cadáver fue ocultado en un armario o en una alacena. Un «chinero» como también se le denomina en la zona.
Más restos de sangre en “El Señorío”
En este mismo contexto de nuevas revelaciones destaca una que no está en el libro y que aportó Juan Gutiérrez en directo, hijo del primer capataz de Los Galindos tras la tragedia, llegando a ocupar la casa unos 7 meses después de los crímenes.
En el Señorío -Juan Gutiérrez tenía 15 años- recibió la orden de su padre el nuevo capataz de limpiar la casa de los marqueses por dentro, cerrada a cal y canto durante años y llena de mierda, polvo y abandono total. Dijo además que en esa tarea le ayudó otro empleado del cortijo, un tal Emilio, mayor que él. Y cuenta que en una alacena encontró en su base una gran mancha negruzca de restos de sangre, mancha que vuelve a indicar según su testimonio que allí pudo estar oculto el cadáver de Zapata a 40 grados de temperatura ambiente durante dos días.
La revelación dejó sorprendido al propio Juan Mateo que no recordaba la existencia de “una alacena”, sí de armarios con mantas a los que él precisamente se refería en su narración y donde se habría ocultado el cadáver de Zapata, el primer asesinado aquel día.
Esta fue una de las revelaciones más llamativas que se pudo escuchar en el coloquio “La verdad de Los Galindos”, pero no la única.
El médico Ildefonso Arcenegui aportó los análisis de sangre llevados a cabo por su padre en la primera autopsia y la primera recogida de muestras en el lugar de los asesinatos.
En esos análisis se podía comprobar que sólo una persona tenía el grupo A, mientras el resto eran del grupo 0, y eso dejaba fuera a Zapata, Juana, Parrilla y José González… sólo podía ser de Asunción o del asesino.
Un asunto que tampoco se tuvo en cuenta por el Juez de Instrucción, y nunca se cotejó.
Mensajes anónimos y alguno que no
Como he puesto de manifiesto a lo largo de esta narración veraniega en dos entregas, el desaparecido sumario 20/75 de Marchena, contiene una serie de ingredientes que, medio siglo después, siguen acaparando la atención y el interés del público en general. Las injusticias nunca mueren ni se olvidan gracias a la memoria popular.
La irrupción del caso en las pantallas, especialmente el documental informativo, ha provocado también que aparezcan muchas personas que, por lo que parece, tienen cosas que contar cincuenta años después. Testimonios por correo que dicen saber cosas y que acaban en una bandeja de asuntos por contrastar por el equipo de investigación entre tanta morralla que reciben.
Esto, por otra parte, viene sucediendo desde hace cuatro años, aunque ahora con mayor intensidad por la fuerza de la televisión, donde lo complicado es separar el grano de la paja…mental de muchos comunicantes.
A principios de 2020 el libro de Juan Mateo ya estaba a la venta y él se prodigó en la concesión de entrevistas en algunos medios relevantes, casi todos. Por cierto, nunca aceptó la entrevista que le solicité a través del equipo editorial de Almuzara. Creo que cuando la pedí estaba ya asustado por el ruido externo que empezó a no dejarle dormir. Prácticamente en todas sus comparecencias JMFdCyD no se olvidaba de recordar que al final del libro dejaba abierta una ventana con el exterior, para saber más. Abrió un apartado de correos con el Nº 1040 C.P. 41012 de Sevilla y creó una dirección de correo electrónica – elcrimendelosgalindos@gmail.com – para un contacto más rápido y directo.
Juan Mateo sin duda acertó al poner un Apartado de Correos convencional, los testimonios que más podrían interesarle, por edad, quizás seguían usando el papel y el Bic cristal de toda la vida. Entre las muchas comunicaciones que dice haber recibido, la mayoría desde al anonimato, cuenta que al menos tres o cuatro le han parecido especialmente útiles y de interés. Una en especial de un comunicante, persona mayor, que se identificó con nombre y teléfono y con el que acabó hablando hace unos meses en persona.
Y según cuenta JMFdCyD aquel testigo recuperado inesperadamente del pasado le confesó que el día de autos, el de los crímenes, a la hora que se estaban cometiendo, el testigo estaba almorzando con Gonzalo Grañina, su padre el Marqués, en un restaurante de Utrera. Esta nueva versión sigue situando al Marqués en la mentira, fuera de Málaga, pero no en el cortijo participando o siendo testigo de la carnicería como apunta Juan Mateo en su narración.
Quizás este testimonio haya sido la palanca, el resorte o la justificación esperada que ha animado a JM a anunciar que va a escribir su segundo libro sobre la tragedia familiar.
Si el primer libro lo ha justificado por activa y por pasiva como un tributo a la memoria de las cinco víctimas y sus familia, en el segundo hay un primer objetivo no confesado: sacar al Marqués de donde lo metió como asesino o cómplice necesario. El tratamiento periodístico que su libro y sus declaraciones han generado confiesa que es lo que más daño le ha hecho. Por ejemplo ver titulares como el de El Mundo : “El asesino es mi padre” dónde negro sobre blanco se dice que un hijo acusa a su padre de ser un criminal. Hay que considerar de paso que no impacta de la misma forma una afirmación así entre el gran público que entre cierto sector social, donde lógicamente están los apellidos de la nobleza local, esos mismos abolengos que en el pasado ejercieron una enorme protección sobre todos sus miembros maestrantes, incluidos los Grañina/Valparaíso. Parece que habrá segundo libro aunque hay que dudar que pueda aportar mucho más de lo que ya contó su autor en el primero.
Hoy Juan Mateo parece que ha resuelto definitivamente los litigios entre herederos, puede presumir de ser el dueño y señor de una de las joyas de la corona del imperio Delgado. La finca Majalimar en la Sierra Norte de Sevilla, una dehesa impresionante y productiva donde no falta agua.
Un nuevo libro ¿con ADN?
Quizás en ese nuevo libro podría abrir el abanico familiar y contar qué hacían, que pensaban sus dos hermanos mayores. Seguro que quienes hoy poseen heredados los títulos nobiliarios de la familia, mayores en edad que el narrador Juan Mateo en 1975, tienen que recordar otras muchas cosas que ayuden a comprender un suceso que, mientras no se aclare ante los ojos de la sociedad, no dejará de levantar el interés informativo. Será una especie de maldición que pesará eternamente sobre el Marquesado de Grañina. Ellos, siempre mudos, podrían salir a zanjar la historia para colocar el punto y final. Improbable, porque parece que la familia mantuvo a lo largo de los años la consigna de no remover el pasado y menos con cinco muertos de por medio y así continúan.
Como pueden imaginar quedan muchos aspectos por desgranar en esta historia. Me he permitido en estos dos relatos de verano publicados sobre el quíntuple asesinato de Los Galindos, abrir – entreabrir, mejor- la ventana y mostrarles algunas pinceladas claves del contexto social, político y económico a mitad de los años 70 en Sevilla y Andalucía. Factores desde mi punto de vista determinantes para que la Justicia no haya estado a la altura de lo que se esperaba: investigar, detener y procesar a los asesinos. Ni siquiera el primer escalón el de indagar en todos los frentes fue alcanzado con resultados, llegando a falsearse la verdad en un informe policial para taparlo todo echándole la culpa a uno de los cinco muertos.
La sociedad de esos años nada tenía que ver con la que hoy conocemos en democracia. Y en el corazón de uno de los clanes más poderosos e influyentes de entonces, la Nobleza sevillana congregada en torno a la Real Maestranza de Caballería, cae en julio del 75 un meteorito de grandes dimensiones, con cinco muertos inocentes, en la propiedad de uno de sus más destacados miembros, descendiente de El Gran Capitán; Grañina era, además, Comandante retirado del Ejército. En aquella época final de la dictadura de Franco no hacían falta consignas de los poderes judiciales o policiales, todos a ese nivel sabían muy bien qué líneas podían traspasar y cuáles no para no crearse problemas con los dictados de el Régimen.
Al cabo de medio siglo el Informe Frontela, la narración semi autobiográfica de Juan Mateo Fernández de Cordova y Delgado o las últimas revelaciones periodísticas, nos ha mostrado que sí había líneas por investigar que no se investigaron o no se quiso. Más bien hubo miedo a lo que pudiese aparecer. Por supuesto Inimaginable la imputación entonces de un Grande de España, protegidos por la Corona, acusado de ser presunto autor o cómplice de cinco crímenes.
Desde luego si JMFdCyD se decide finalmente a afrontar su segundo libro hay un aspecto que estaría en su mano dejar aclarado de una vez por todas. Un pasaje, que desde 1979 en que se publicó a título de rumor por el periodista Santiago Sánchez Traver en Cambio16, ha sido un run run del que se ha venido hablando en voz baja, casi de forma susurrante y temerosa, especialmente en la localidad de Paradas.
Me refiero al hecho de que Juana Martín, la mujer del capataz Zapata, podría ser hija natural de Don Manuel Delgado, el rico hacendado que agotaba sus últimos hálitos de vida en julio de 1975, murió ¿cinco días? después de los crímenes. De ser cierto el bulo, el rumor, la confidencia callejera nos encontraríamos ante un hilo del que tirar, del mismo modo que en base a una novela de Grosso, se escrutaron decenas de hectáreas para localizar posibles restos de cenizas de cannabis. Confirmar esa relación hubiese supuesto, sin duda, el hallazgo de un móvil mucho más valioso que una tonelada de trigo escaqueada al Senpa. Hablamos de repartir entre dos partes una herencia mil millonaria.
Nunca se hizo comprobación alguna cuando legalmente se pudo hacer. Hoy quedaría en manos de JMFdC la decisión de hacerse una prueba de ADN y contrastarla con las hijas de Juana. Manuel Delgado estaba a punto de cumplir los 16 años cuando Juana nació. El hijo del Marqués, en la última conversación que mantuve con él, me acabó confesando que estaba dispuesto «a lo del ADN», algo que tomé a guasa socarrona ya que este fue el motivo de mi primer desencuentro con Juan Mateo, al acusarme desconfiando de haber sido yo quien incitó a mi compañera Toñi Moreno a que le preguntase en directo lo de Juana, su abuelo y el Adn. No fue así y se lo dije dejándole claro que yo no necesitaba intermediarios para hacerle preguntas jodidas a él ni a nadie. Hoy incluso puedo aportarle pruebas a través de esta muy interesante confesión de Joaquín Ramírez, Juez de Paz de Paradas, en la televisión local donde lo cuenta con todo lujo de detalles, incluida su conversación previa con Toñi sobre la presunta paternidad.
Que cada palo aguante su vela en toda esta historia, pero colgarse medallas donde no hay pechera, es una solemne estupidez.
En este caso, durante cuarenta años, hemos visto y oído demasiadas estupideces y escasa voluntad real de poner todo patas arriba en busca de la verdad y hacer justicia a la memoria de aquellas cinco víctimas, a sus familias y a todo el pueblo de Paradas.
Pepe Fernández es periodista. Editor y director de Confidencial Andaluz
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