por Francisco Villanueva
Parece el virus de nuestro tiempo, se extienden como la espuma, la gente se cree todo lo que ven escrito y difundido por las redes sociales y repercuten en procesos electorales o en economías y gobiernos de diferentes partes del mundo.
Da igual que sean bulos sobre un determinado personaje público, que un odio al contrario; dos ejemplos de esta semana, un familiar muy directo me dice y enseña publicado “los inmigrantes que pasan ilegales a España tienen una pensión del gobierno de 430€… mira te lo enseño”, otra “el abuelo del Presidente del Gobierno era un sanguinario franquista…. mira publicado”, y es solo un ejemplo de infinitas chorradas que van calando en una población que apenas lee prensa escrita o escucha la radio.
Por eso, las grandes como Facebook, Google y Twitter presentaron un plan para luchar contra las noticias falsas en Europa ante la presión de la Comisión Europea. Prometieron que invertirán en nuevas tecnologías para ayudar a los usuarios a detectar las “fake news” o paparruchadas en español.
Las grandes tecnológicas estadounidenses empiezan a ceder ante la presión de la Comisión Europea. El brazo ejecutivo de la Unión Europea exigió a las tutoras de las redes que presentaran un plan sobre cómo pensaban luchar contra la creciente difusión de noticias falsas. Si no lo hacían de forma voluntaria, Bruselas utilizaría su arsenal legislativo que existe en nuestro entramado jurídico.
Las empresas cedieron y presentaron a la Comisión Europea un plan voluntario en el que prometen inversiones para frenar la difusión de esas «fake news» a los usuarios europeos. El proyecto surge después de meses de presiones desde el Parlamento Europeo (y del Congreso estadounidense).
Los legisladores las tienen en su punto de mira por haber permitido la difusión, principalmente aunque no solamente desde Rusia, de información falsa que tuvo influencia en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016 que ganó Donald Trump y en el referéndum del Brexit que ganaron los partidarios de sacar al Reino Unido de la Unión Europea.
Bruselas exigió ese compromiso voluntario de los gigantes tecnológicos ante el temor de que las próximas elecciones europeas (en mayo de 2019) se convirtieran en otro escenario de difusión de noticias falsas destinadas a desprestigiar a dirigentes políticos o a diseminar información falsa para, principalmente, atizar el odio contra extranjeros y migrantes y favorecer así a los partidos populistas de ultraderecha.
Un ejemplo de esas noticias que ahora estás empresas deberían contener fue la difusión durante semanas en Alemania y de forma algo más atenuada en el resto de Europa, de un supuesto ataque de refugiados sirios contra una iglesia en la ciudad alemana de Dortmund. El gobierno alemán negó el ataque, la Policía dijo no saber nada de tal ataque y la iglesia sigue allí sin daño alguno. Pero durante meses se expandió por las redes sociales como una verdad irrefutable.
Las tecnológicas aseguran que están intentando hacer frente a la difusión de noticias falsas en sus sistemas sin restringir, a la vez, la libertad de expresión. Su nuevo compromiso consiste en invertir en nuevas tecnologías y programas informáticos que ayuden a que los usuarios detecten las noticias falsas, a la vez que den prioridad a las auténticas. Se comprometen así mismo a aliarse con los medios de comunicación para implantar un sistema de indicadores sobre el nivel de confianza que puede darse a una noticia.
Una autoridad independiente, ajena a las empresas y a la Comisión Europea, se encargaría, según el plan presentado hoy en Bruselas, de revisar anualmente si estos compromisos se cumplen y, sobre todo, si consiguen su objetivo de frenar la difusión de noticias falsas.
Francisco Villanueva Navas, analista de La Mar de Onuba, es economista y periodista financiero. En Twitter: @FranciscoVill87
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