De dimes y diretes

por José Luis Pedreira Masa


Ejemplos estamos teniendo en los últimos cinco meses… cinco meses, llevamos cinco meses… así.

Desde hace unos cinco meses las noticias están absolutamente enloquecidas. Desde hace cinco meses tenemos un nuevo gobierno legítimo surgido de una moción de censura constitucional. Desde hace cinco meses existe una parte de la denominada clase política que está enrabietada. Desde hace cinco meses los insultos y descalificaciones personales hacia el Presidente del Gobierno, legítimo y constitucional, están siendo una pauta natural para determinados sectores de la sociedad española. Desde hace cinco meses existe un grupo de medios de comunicación que no informan, opinan, destruyen, insultan y obstaculizan el debate político. Desde hace cinco meses la reflexión política se torna insufrible por la mediocridad de los contenidos. Desde hace cinco meses se vienen batiendo todas las marcas mundiales de publicación de fake news por parte de una serie de medios de comunicación que se van turnando en temas y publicación. Desde hace cinco meses… ¡Qué casualidad! Desde hace cinco meses…

Algunos líderes mediáticos, así denominados, utilizan el insulto, el menosprecio la autosuficiencia, la prepotencia, la rabia y la soberbia y, además, lo hacen gritando e interrumpiendo continuamente al interlocutor
Para poder comprender cualquier formulación que se realice en público, se precisa de una serie de características que deben cumplirse como fiabilidad, honestidad, capacidad de comunicación y de convicción, seriedad en la forma y en los contenidos, rigor en las fuentes de información, serenidad a la hora de realizar la trasmisión de la información o de la opinión, formación intelectual seria y rigurosa para conseguir un análisis fundamentado, capacidad dialéctica para sonsacar lo fundamental de la maraña de informaciones que nos circundan, entre otras.

Algunos líderes mediáticos, así denominados, utilizan el insulto, el menosprecio la autosuficiencia, la prepotencia, la rabia y la soberbia y, además, lo hacen gritando e interrumpiendo continuamente al interlocutor. Se manifiestan como firmes candidatos a ser ciclistas y cumplir aquello de “si no pedaleo, me caigo”. Muchos de esos líderes mediáticos obtienen sus informaciones entre ellos mismos, se van pasando la información hasta que al final la dejan totalmente manoseada, destacando más la versión de las manos sucesivas que la esencia de la información.

Luego están los argumentarios. Son tan monótonos que repiten casi las mismas palabras, aunque sean personas diferentes. Son formulaciones que se reiteran y repiten, independientemente del contexto o de la situación o incluso de la pregunta. Queda claro, hay que repetir el argumentario. Así se elimina la capacidad dialéctica, se anula la crítica constructiva y, sobre todo, desaparece la comprensión y se trata de tontos a la audiencia o los lectores que tienen criterio propio.

Se elimina la capacidad dialéctica, se anula la crítica constructiva y, sobre todo, desaparece la comprensión y se trata de tontos a la audiencia
Con estos mimbres no es extraño que la historia se re-escriba, apareciendo el “relato” y eliminando el discurso. En ese relato de la historia pueden decirse cosas como que un partido determinado lleva influyendo en la sociedad y la historia de los últimos 5 siglos, o que un sanguinario dictador solo mandó ejecutar a los que tenían delitos de sangre, o que España fue constituida por los Reyes Católicos, o que Catalunya ha sido independiente. Soy consciente que la gente que dice estas barbaridades tiene la suficiente inteligencia e información histórica como para reconocer las inexactitudes, claro que si persisten en estos datos tergiversados o distorsionados, queda una conclusión de interés: son malas personas y/o están manipulando.

El contexto define y conforma el discurso, así me lo explicaron en mi formación como psicoterapeuta. No solo es el relato, podríamos decir que relato más contexto hace que por medio del lenguaje se emita un discurso que incluye contenidos explícitos y también implícitos y latentes. El discurso es lo que hace comprensible al relato. Así que en el contexto es preciso identificar el factor del lenguaje empleado, el tiempo en el que se formuló, las circunstancias generales y personales en que se expresó, el lugar en el que se comunicó ese relato y los interlocutores a los que pretende llegar ese contenido. Así tenemos como partes específicas: los factores temporales, de espacio y de interacción.

La actitud viene demostrada por el volumen de la voz que se emplea, la vocalización y entonación, la modulación, el tono psicomotor y postural del cuerpo de quien habla, los gestos y la mímica facial. De todo ello podemos discernir las intenciones de quien se expresa al unirlo a las expresiones verbales concretas que utiliza, por ejemplo, no es lo mismo llamar a alguien mentecato que incompetente. Tonos corporales crispados y tensos, mímica enfurecida, volumen de voz inadecuado con escasa modulación, nos sitúan hacia una actitud escasamente receptiva y que estimula la crispación, sobre todo si se utilizan insultos y descalificaciones de forma personal.

Quien no tiene nada que aportar utilizará el sensacionalismo, la barbarie del insulto y la descalificación sin aportar ideas claras o realizará una “performance” (¿recuerdan?) confusa y desestructurada
A los Médicos Residentes que se formaban conmigo les decía dos cosas: ante lo que nos narran ser asertivo con “cara de jugador de póker” y la segunda era muy importante: un dibujo de un niño o niña solo es un dibujo sino lo acompaña un discurso de quien lo ha realizado que lo contextualiza y le otorga valor. Pues bien, un relato es solo una descripción, la mayoría de las veces superficial e interesada, para que obtenga valor debe contextualizarse por parte de quien lo emite para que sea recibido y comprendido de forma adecuada evitando, en la medida de lo posible, las malas interpretaciones y los equívocos. Debemos saber que cuando se perfila o se matiza un discurso con posterioridad, cabe la posibilidad de caer en contradicciones, lo que resta credibilidad al discurso y lo transforma en relato personal.

Quien tiene algo que decir con serenidad y con contenido enjundioso, suele ser ordenado y responde a una estructura organizada del discurso, enfatiza el contenido con una modulación clara del lenguaje empleado en la forma de expresarlo. Quien no tiene nada que aportar utilizará el sensacionalismo, la barbarie del insulto y la descalificación sin aportar ideas claras o realizará una “performance” (¿recuerdan?) confusa y desestructurada.

Una cuestión fundamental es la función espejo en el proceso de comunicación. Si yo insulto o descalifico a alguien en público, de forma indirecta e implícita, ese insulto se refleja en quien lo ha emitido. Si alguien llama incompetente a otra persona y lo hace en público, reconoce su propia incompetencia para confrontarse dialécticamente con el interlocutor, precisando el insulto o la descalificación para referirse a él. Este es el efecto espejo: digo al otro lo que el otro puede ver en mí, lo hago con la pretensión vana de conseguir que el que pega primero pega dos veces o que la mejor defensa es un buen ataque ¡Qué fuerte!

Actuar de esta forma es la anticomunicación. Es el caldo de cultivo para las mentiras de las fake news, para el surgimiento de los tertulianos vociferantes y sin sustento en la argumentación, en la creación de manipulaciones del tipo de coger una pequeña parte y ofrecerla como generalidad, o hacer mella con equivocaciones que se han podido tener hace tanto tiempo que desdibujan la actualidad, o intentar transformar el Congreso o el Senado en un Tribunal de Tesis Doctoral. Son verdaderas desfeitas, como se dice en gallego, que sirven para “entretener” a las personas que no quieren realizar un debate político de verdad, quizá porque no tienen la formación suficiente para hacerlo.

Ejemplos estamos teniendo en los últimos cinco meses… cinco meses, llevamos cinco meses… así.


J.L. Pedreira Massa, colaborador habitual de La Mar de Onuba, es psiquiatra y psicoterapeuta de infancia y adolescencia. Prof. Psicopatología, Grado Criminología UNED. Recientemente ha publicado el libro Escritos políticos de un psiquiatra despistado (J. Nicolás Ferrando Editorial, 2018)

@JosLuisPedreir2
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