Los gobiernos europeos y las instituciones de la Unión Europea trabajan desde hace semanas ante lo que parece una grave crisis migratoria. Cumbres extraordinarias y propuestas de medidas de urgencia, como la creación de campos de concentración de migrantes fuera de territorio europeo para desembarcar a los que rescatan en el mar los buques de organizaciones no gubernamentales.
La bronca política aumenta ante el cierre de los puertos italianos por parte de su nuevo gobierno, dominado por los neofascistas de La Liga, la próxima presidencia europea (Austria, a partir del 1 de julio), con ministros ultraderechistas en su gobierno, el xenófobo ministro belga de Migración y Asilo o la presión de los derechistas de la CSU de Baviera en la coalición de Angela Merkel.
En los últimos días llegaron hasta los insultos cuando el neofascista italiano Matteo Salvini, ministro de Interior y hombre fuerte del gobierno, llamó “charlatanes” a los presidentes francés Emmanuel Macron y español Pedro Sánchez. Pero la bronca no se sostiene en datos y la crisis no es tal si se comparan las cifras de llegadas de migrantes y refugiados con los de finales de 2015 y 2016.
La Comisión Europea presentó este jueves los números de los últimos años. En 2014, cuando nadie hablaba en Europa de crisis migratoria, llegaron al bloque a través del Mediterráneo 229.012 personas, el equivalente al ridiculizado dato del 0,04% de la población de la Unión Europea.
El bloque vivió en 2015 una crisis migratoria, agravada por su caótica gestión. La ruta desde Oriente Medio (desde Siria e Irak principalmente, pero también desde Afganistán o Irán) a través de Turquía, Grecia y los Balcanes, sumada a las llegadas desde Libia hacia Italia, trajo a Europa a poco más de un millón de personas: 1.047.210 hombres, mujeres y niños que huían de guerras y miserias.
El flujo empezó a frenar a finales de 2015, meses antes de que la Unión Europea firmara un acuerdo con Turquía para sellar esa ruta. La caída fue pronunciada. En 2016 llegaron 374.314 personas y en 2017 fueron 184.843. En lo que va de año, según los últimos datos actualizados, 50.430 personas habrían cruzado de alguna forma el Mediterráneo para alcanzar las costas europeas. Es decir, casi nadie… sólo en EEUU han entrado más de 150.000 mexicanos.
Las llegadas a Italia son en los primeros seis meses de este año un 77% menos que las del mismo período del año pasado. Si la tendencia continúa, este 2018 podrían llegar a Europa a través del Mediterráneo poco más de 100.000 personas, alrededor del 0,02% del total de la población europea. Por la ruta turco-griega llega un 97% menos de migrantes que a finales de 2015. Espectacular, ¡no llega nadie y con la falta que hace!
Bruselas multiplica las iniciativas, por ahora sin concreción. La idea de crear campos de concentración fuera de territorio de la Unión Europea para procesar en ellos las solicitudes de asilo de refugiados y las deportaciones de migrantes económicos, una propuesta de dudosa legalidad, fue rechazada esta semana por la Organización Internacional de las Migraciones.
La Comisión Europea tuvo que reconocer días atrás que ningún país se había mostrado voluntario a albergar alguno de esos campos –por el que cobraría- a pesar de que Bruselas había apuntado el miércoles a Albania y Túnez.
El brazo ejecutivo de la UE emitió un documento en el que da cuenta de sus últimas propuestas y de sus “logros” de los últimos años para sellar las fronteras del bloque. En 2014 había 300 guardafronteras europeos en apoyo a las autoridades nacionales. Este año ya son 1.300 y se propone que en 2027 sean 10.000.
También aumenta el presupuesto para la construcción de la “Fortaleza Europa”. Si en el período 2006-2013 se gastaron 2.300 millones de euros en gestión de fronteras y en 2014-2020 hay una partida adjudicada de 4.300 millones, Bruselas propone disparar esos presupuestos hasta 18.300 millones para el período 2021-2027.
La Comisión Europea sí reconoce que no se avanza en las deportaciones, principalmente porque los países de origen de los migrantes no los aceptan de vuelta. La tasa de migrantes que recibieron una orden de expulsión y fueron realmente deportados apenas cambió en los últimos años: del 36,3% de 2014 al 36,6% de 2017.
Todo son datos objetivos y reales, mientras ver a amigos y familiares preocupadísimos por una supuesta invasión de inmigrantes africanos y los más brutos me presentaban el mapa de Europa metido en la enorme África y decían, que esto era invasión, patético pero cierto. Yo solo sé que en mi cafetería habitual donde como, los camareros son filipinos, mi portero es búlgaro, la persona que viene a planchar y a limpiar a casa es rumana (y la adoro), el taxista que me ha llevado hoy al hospital es colombiano, la enfermera que me ha atendido es ecuatoriana, he hablado con mi esposa y estaba con sus trabajadores marroquíes….y en casa mi hijo estaba con su mejor amigo dominicano y de color, a mucha honra de tanta caspa, tanto facherío, tanta intolerancia, tanta red social engañosa, tanta insolidaridad, tanta miseria humana, tanta demagogia de un pueblo que ha sufrido en sus carnes lo que es el exilio, la marginación, el hambre, la pobreza y el fascismo de un régimen que hoy se equipararía a muchos políticos europeos.
Francisco Villanueva Navas, analista de La Mar de Onuba, es economista y periodista financiero. En Twitter: @FranciscoVill87