¿Quién tiene la caracola?

por José Luis Pedreira Massa

 

 

Hay obras literarias que lo mismo sirven para un roto que para un descosido. Eso le pasa a la novela corta de William Golding Lord of the flies (El Señor de las moscas), siendo la primera novela del autor, publicada en 1954, es la más traducida y la que se ha distribuido mejor y de forma más constante. Ha pasado a ser una novela de referencia para muchos temas, en muchas instituciones y en tiempos muy diversos. No es una novela voluminosa, más bien podría encuadrarse en lo que se llama novelas breves, pero el contenido la ha hecho grande y ha “enganchado” a muchos lectores de cualquier rango de edad o pertenencia social o educativa. Lo dicho hasta ahora la sitúa en un lugar privilegiado para buscar sus simbolismos, sus metáforas, la fuerza de sus personajes.

Muchos críticos literarios han creído ver en el título que se alude a la maldad humana, representada por Belcebú, una deidad filistea que posteriormente se incorpora a basta la iconografía cristiana, al que se le cambia el nombre y se le conoce por el sobrenombre de Señor de las Moscas.

El autor se sumerge en dos temas muy complejos: el grupo civilizado la desorganización y las explosiones comportamentales como mecanismo de comunicación, la segunda referencia hace referencia a la pérdida de la inocencia infantil. Este segundo tema se ha pretendido exponer de múltiples formas, personalmente creo que la visión de Montxo Armendáriz en su película Secretos del corazón consigue una gran expresión metafórica, en cuanto supone de tránsito, de riesgo, de paso a lo desconocido, de sigilo en mirar lo que hacen los mayores. En la película de Armendáriz se refiere al sujeto en particular, mientras que Golding prefiere realizarlo desde la perspectiva del grupo. Yo diría que las dos se complementan.

En toda alegoría o metáfora de la naturaleza humana, cada uno de los personajes puede representar y condensar diferentes aspectos de las personas. Así tenemos personajes que asumen su rol de orden y el lugar de la civilización, otro asumirá la posición de la razón y la cordura de la sociedad, si ello fuera posible, mientras que frente a estos roles se alzan el deseo de poder y la maldad, que puede llegar hasta la crueldad y el sadismo en su mayor grado; el puente entre ambos polos puede situarse la función de la bondad natural del ser humano, si es que ello existiera. También se puede identificar una representación de las virtudes democráticas y de la deriva autoritaria, encarnada en los dos líderes y sus actitudes frente a la toma de las decisiones, la caracola como reclamo o llamada para el ejercicio de la participación democrática y el reparto de la palabra, frente al líder autoritario, cuyo poder se fundamenta en una organización marcial de la sociedad y la superioridad física, para conseguir trasmitir la superstición y el miedo al grupo.

Existen comentarios de algunos críticos literarios acerca de ver este relato como una novela basada en una de las obras menos conocidas de Julio Verne: “Dos años de vacaciones” del año 1888, cuyo tema es completamente superponible al plantear los conflictos por el poder entre niños perdidos en una isla sin adultos.

Simplemente con lo expresado hasta el momento actual, podríamos percibir varias líneas de desarrollo y comprender la razón y el por qué ha tenido tanta difusión, incluso en nuestros días. Tanto en el mundo de la educación, para analizar los valores sociales (democracia, autoritarismo, acuerdos comunes, imposiciones violentas desde la palabra al comportamiento), como en el mundo de la formación en las diversas teorías de estudios grupales (el papel de los integrantes, los liderazgos diversos, el enfoque hacia la tarea, los mitos, la elaboración o la actuación del grupo), otros lo prefieren ver como la contraposición entre valores éticos del bien y del mal, de la bondad frente a la maldad. Desde la perspectiva de la infancia se lee el relato como la despedida de la infancia al tener que asumir unas características que se encuentran fuera de su etapa madurativa y evolutiva, se encara frente a la capacidad de reacción de las personas frente a la ley y el orden y la aceptación de la autoridad.

En la novela ocurre que un avión inglés se estrella con una treintena de preadolescentes y adolescentes que van en un viaje de estudios, el avión cae en una isla desierta, no hay autoridad adulta y deberán asumir el cumplir la responsabilidad de aprender a sobrevivir por ellos mismos. SE perciben que la ausencia de normas y límites hacen que la lógica y la serenidad de los jóvenes vayan desapareciendo, dejando paso a la faceta más primaria del ser humano, lo que provocará que la intención de los personajes más constructivos, Ralph, Piggy, Jack, fracase porque se establece una lucha violenta por el poder.

Ralph y Piggy, encuentran una caracola que hacen sonar para reunir al resto del grupo. La caracola será utilizada como símbolo de autoridad y derecho a la palabra, además de ser empleada para convocar a una asamblea cuando la situación así lo requiriera. Ralph es elegido democráticamente como líder del grupo, pese a que Jack, deseaba ser el jefe. Para contentarlo, Ralph le encarga el grupo de cazadores. El líder decide que es necesario encender una hoguera para que sea una señal constante de humo y poder ser rescatados. Ralph insistirá que abandonar la hoguera, sería renunciar a la idea de ser rescatados, por lo que se designan encargados de vigilar que la hoguera no se apague en ningún momento.

Algunos chicos emprenden conductas violentas e irracionales. Jack es el primero de ellos, su derrota al optar a jefe del grupo le hace sentir una gran rivalidad y odio hacia Ralph y disfruta de insultar a Piggy. Ridiculiza la importancia que le dan a la hoguera y a la caracola, mientras él y su grupo están cada vez más obsesionados con la idea de cazar un jabalí, una acción que llevan a cabo.

A medida que aumentan los rumores de una bestia que habita en la isla, el grupo va sintiendo un miedo creciente, independientemente de la edad. Una noche mientras los mellizos Sam y Eric cuidan la hoguera, ven una criatura desconocida, haciéndoles correr de miedo. Los demás deciden ir a investigar armados con lanzas, dejando a los más pequeños al cuidado de Piggy. El grupo es liderado intermitentemente por Ralph, mientras Jack recorre la isla. La rivalidad entre ambos aumenta, la mayoría de los chicos decide retirarse y volver al campamento, solamente Ralph, Jack y Roger, llegan a la montaña donde, entre penumbras, logran ver a la Bestia, lo que les hace salir corriendo despavoridos. En la discusión posterior, Ralph dice que los cazadores son incapaces de luchar contra La Bestia, ya que son solo niños armados con palos. Jack se enfurece por el comentario y convoca una asamblea, en la que acusa a Ralph de no haberse enfrentado a la bestia, lo denuncia por llamar a sus cazadores inútiles y se queja porque Ralph no sabe cazar, solo da órdenes. Con gran energía, pregunta quien cree que Ralph debería dejar de ser el líder, nadie levanta la mano. Jack se siente humillado y abandona el grupo, tras él van sus cazadores y atrapan otro jabalí, al que le cortan la cabeza y la dejan clavada en una estaca como ofrenda a La Bestia.

Simón es un niño tímido que ayuda a Ralph y a Piggy, es catalogado de raro por los demás, se adentra solo en el bosque, dirigiéndose hacia un claro donde logra calmar sus ataques, cuando los tiene. Encuentra la cabeza de jabalí clavada a la estaca, se encontraba en evidente estado de descomposición, chorreando sangre y cubierta de moscas. Simón sufre una alucinación en la que la cabeza de jabalí le habla, identificándose como El Señor de las Moscas, a la par que se burla de él y de los demás por creer que La Bestia es una criatura que se puede cazar. Simón ya había dicho en una asamblea que la bestia eran ellos mismos, pero se rieron de él.

Jack y su grupo se presentan a los demás con máscaras y los cuerpos pintados como salvajes, les invitan a comer de su jabalí y a que consideren unirse a su tribu. Casi todo el grupo se va con ellos y celebran una fiesta cantando y comiendo. Todos comienzan una frenética danza en la que simulan cazar a un jabalí, Simón sale arrastrándose del bosque, el grupo, confundido por la oscuridad de la noche, señala a Simón como La Bestia y en una espiral creciente de cánticos y locura, lo golpean dándole muerte.

Solo una pequeña parte siguen del lado de Ralph, los demás se han unido a la tribu de Jack. Los primeros se sienten culpables, tratan de desentenderse o excusarse por la muerte de Simón y seguir alimentando la hoguera, que ya es su última esperanza. Por la noche el grupo de Ralph es atacado por los otros, quienes los golpean y roban las gafas de Piggy para encender su propio fuego. Ralph es derrotado debido a que Eric le confunde con uno de los atacantes y le deja fuera de juego dándole un rodillazo en los testículos.

Ralph discute con Jack quien toma a Sam y Eric como prisioneros, Piggy alza la caracola y se hace escuchar a pesar de las burlas, tratando de ocupar la razón, pero a la mitad de su discurso, Roger deja caer una gran piedra que golpea a Piggy, haciendo pedazos la caracola y empujándolo por el acantilado, quien al caer muere. Luego atacan a Ralph con sus lanzas, que alcanza a huir y esconderse. Cuando se oscurece, Ralph se acerca al peñón y ve que Eric y Sam, pintados y con máscaras hacen guardia afuera, ellos le dicen que los torturaron y que tiene que huir, porque a la mañana planean cazarlo al igual que un jabalí.

Al día siguiente la tribu de niños pintados comienza a perseguir a Ralph, mientras queman el bosque a su paso para hacerlo salir. Ralph, armado con una lanza, agotado física y mentalmente, encuentra un escondite, pero es descubierto. Ralph corre desesperado, escapando de los cazadores y del fuego que poco a poco consume toda la isla. Cuando llega a la playa, se arroja al suelo y levanta los brazos, preparado para pedir clemencia, pero se encuentra con un oficial de la marina. A los pocos segundos llegan los demás chicos quienes observan al hombre asombrados y de inmediato abandonan la intención de cazar a Ralph. El oficial declara que arribó atraído por el humo, continuando con una serie de preguntas a Ralph, quien se identifica como líder. Ralph le informa de las muertes y explica que al principio estaba todo bien, en orden y unidos. Se le corta la voz y se echa a llorar por la muerte de sus amigos y la pérdida de la inocencia propia de la niñez, Los demás, se le unen sollozando. El oficial los observa conmovido, incómodo, vuelve la vista hacia el barco en el mar. En ese momento las caras expresivas de los niños reflejan la caída de su pequeño mundo, en el que no había consecuencias algunas por sus acciones, humanas.

Un breve recuerdo a los personajes de esta historia de Golding:

      • Ralph: Líder elegido por los náufragos. Siempre le pide ayuda a Piggy. Ralph quiere lo mejor para todos pero se le olvida con frecuencia por lo que Piggy le ayuda. Educado, usa la lógica incluso en los peores momentos. Ralph representa la democracia, aunque finalmente todo sale en su contra y es casi asesinado por Jack.
      • Jack: Tiene envidia hacia Ralph, quiere que los demás hagan lo que él dice. Es delgado, pelirrojo, muy arrogante, pesimista y consentido. Sus actitudes van cambiando. Jack representa la dictadura y lo más irracional. Su inmensa ansia de poder le hace abandonar el grupo de Ralph y formar su propia tribu, en la que él es el jefe absoluto y gobierna dictatorialmente. Se va volviendo muy violento y la fuerza física para atraer a los demás chicos. La llegada de un oficial de la marina le detiene y deja de quemar la isla. Cuando Ralph asegura que él es el jefe, Jack vacila por un instante pero reconoce a Ralph como el jefe indirectamente. Finalmente él llora con los demás al ser rescatado.
      • Piggy: Es objeto de burla por su tamaño y peso corporal. Es gordo, usa lentes y padece asma. Nunca se sabe su verdadero nombre, pero a veces le llaman «capitán de la grasa». Representa la voz de la razón. Es más inteligente que Jack y Ralph, pero es discriminado su gordura, su asma y sus gafas. Intenta que Jack y su grupo sean racionales pero con su muerte y la destrucción de la Caracola, la racionalidad y civilización desaparecen.
      • Simón: Algo bajito, moreno, de ojos grandes y padece epilepsia. Es un niño muy amable. Es muy tímido, pero siempre se puede contar con él. Es considerado raro, encuentra apoyo en Ralph a quien considera su único amigo. La verdadera bestia no se puede cazar ni matar, dando a entender que se refería a la maldad humana. Después, descubre que la criatura que pensaban era la bestia es un cadáver de un paracaidista. Va a decírselo a los demás pero es confundido con la bestia y asesinado horriblemente.
      • Roger: Un niño muy calmado que no habla mucho. Es moreno y con la mirada perdida. Termina convirtiéndose en la mano derecha de Jack y su segundo al mando. Cuando percibe que no hay adultos que le puedan reñir o castigar él da rienda suelta a su violencia, tortura a varios niños e incluso mata a Piggy aplastándolo con una roca sin mostrar remordimientos. Representa el lado oscuro, más psicopático y sádico del ser humano.

Veamos el juego de hoy:

Donde había una isla con todos sus peligros pongamos la pandemia, cuyos peligros es la agresividad de la afección, la incertidumbre de no saber apenas nada. No obstante debemos mantener el fuego encendido, un fuego de la esperanza del rescate, es decir de la vacuna que nos rescate, de una vez de esta amarga situación.

Nos hemos visto involucrados todos y todas, independientemente de la ideología, de la ubicación geográfica. Una pandemia afecta a toda la población, sin distinciones de ningún tipo, aunque pueda existir una parte más sensible que otra, de hecho las investigaciones epidemiológicas así lo demuestran. La bestia, el fantasma de la epidemia es la muerte y esa presencia ha sido demoledora en cuanto a tasas y en cuanto a circunstancias, en el sentido de sentirse solos. Una muerte en soledad, es una muerte más amarga, si cabe.

De forma rápida  se instauró un líder democráticamente elegido que debía hacer frente a una situación grave, que afectaba a mucha gente, cuyos conocimientos eran mucho sobre el bicho, pero poco sobre los efectos que hacía y cuál era el curso clínico. Ese líder tenía sus guardianes que intentaban apoyarle, pero siempre desde la incertidumbre, así que tomar decisiones era más difícil y había que salir a buscar a esa bestia que decían que existía.

El segundo bando estaba liderado por alguien que había sido su feroz enemigo y que, además, no había digerido lo suficiente su derrota democrática. Por ello se decidió por la fuerza, en este caso del insulto, de la descalificación, de la mentira burda y empapelada. También tenía sus muchos apoyos y sus lacayos que convergían para hacer la “guerra sucia” más agresiva y destructiva.

Si había que hacer sangre de los muertos, se hacía, Si había que rescatar muertos del pasado, se hacía. Así se demostraba que la bestia estaba dentro, en la maldad demoledoramente humana, duele pensar que el bicho, al final, no era tan malo pues él cumplía con su misión, a su forma y manera.

Queda las contínuas llamadas a la razón, a avanzar en conjunto y poner un objetivo común: vencer a la bestia. Se llama a reunión de forma contínua y en el aire suena y resuena la caracola, pero … su sonido queda enmudecido o, lo que es peor, aplastado por la roca lanzada con odio que arrastre también a los que quieren converger, aunque sean diferentes.

Ahora toca el juego definitivo:

Isla del accidente =

La bestia =

Ralph =

Jack =

Piggy =

Simon =

Roger =

Rescate =

Caracola =

Vds. hagan las equivalencias y a la luz del pensamiento sereno podremos entender este señor de las moscas.


José Luis Pedreira Massa, Don Galimatías en La Mar de Onuba, es Vocal del Consejo Asesor de Sanidad y Servicios Sociales del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. Psiquiatra y psicoterapeuta de infancia y adolescencia. Prof. de Psicopatología, Grado de Criminología (UNED).

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