

Viernes, 19 de septiembre de 2025. En esta pieza queremos relatar el acontecimiento de la proclamación de la República en Huelva desde la perspectiva socialista. Como veremos no fue un proceso fácil y costó una víctima mortal.
Al parecer, el resultado de las elecciones municipales fue acogido en Huelva con muestras de regocijo en el mismo centro de la ciudad. El gobernador civil Arellano amenazó con sacar a la calle a la Guardia Civil pero el alcalde Juan Quintero Báez fue más sensato y consiguió disuadir a la autoridad gubernativa. Además, los principales líderes republicanos onubenses desde distintos puntos recomendaron calma a la población para evitar cualquier altercado.
La noche del domingo transcurrió con tranquilidad y lo mismo el lunes, pero de madrugada Fernando Rey comunicó desde Madrid, por teléfono, que la República iba a proclamarse el martes y que se estaba tramitando el traspaso de poderes. Un grupo de ciudadanos portó por la calle la bandera tricolor dirigiéndose hacia el Gobierno Civil dando gritos y vivas. El gobernador dio órdenes a la fuerza pública para que dispersara los grupos. Así se hizo sin problemas ni conflictos.
En cuanto amaneció el lunes 14, el pueblo de Huelva se echó a la calle con alegría. Los obreros de los distintos talleres de la ciudad abandonaron su trabajo y se lanzaron a la calle, pero sin violencia, de forma serena, conscientes de cual era su deber en ese momento, y que no era otro que el de esperar la proclamación de la República.
Pero en Huelva sí hubo problemas porque el gobernador se empeñó en la represión, dando severas órdenes a la Guardia Civil y a las fuerzas policiales para reprimir las manifestaciones. Grupos de jóvenes estaban recorriendo los talleres para pedir a los obreros que dejaran su trabajo con el fin de festejar la llegada de la República. Al desembocar en la calle de Zafra la fuerza pública, sin avisar, ni dar disparos al aire dispararon directamente contra los manifestantes, matando a un obrero e hiriendo a otros dos.
Como los ánimos estaban muy excitados y ante el temor de que la tensión se desbordara, el Comité de la Conjunción Republicano-Socialista se constituyó en sesión permanente, acordando que una comisión visitase al gobernador civil para que ordenase retirar la fuerza pública de la calle, afirmando que la Conjunción garantizaría el orden, objetivo que se consiguió.
Al final, como hemos indicado los incidentes causaron tres bajas, una de ellas en la persona del joven Francisco Boza, que terminó por fallecer, hecho que causó una honda impresión entre la población onubense.
Durante la tarde llegaron más noticias a Huelva, y la gente se concentró a lo largo de las calles de Joaquín Costa y Concepción (ésta última en tiempos de la República pasó a llamarse de Alcalá-Zamora). El tránsito se hizo casi imposible en el centro de Huelva.
El Comité de la Conjunción recibió órdenes del Gobierno Provisional para que el cambio de régimen se hiciera sin pérdida de tiempo. Así pues, se telefoneó al gobernador civil para darle cuenta de las órdenes recibidas.
Pero Arellano se negó a entregar el poder. Solicitó, pidiendo la mediación del alcalde Quintero Báez, un tiempo para poder reunir las autoridades y ceder su puesto y poder al gobernador militar. Pero este propósito no se materializó porque el Comité revolucionario, presidido por Ramón González Peña, obligó al gobernador civil a entregar el poder. Ramón Gónzalez Peña fue un intenso sindicalista y político socialista, que luego sería diputado por Huelva en las Cortes Constituyentes, además de gobernador de la provincia. Después volvería a su Asturias natal donde sería alcalde de Mieres y presidente de la Diputación Provincial de Oviedo, siendo un protagonista de primera fila en la Revolución de 1934.
Mientras tanto, el pueblo en la calle observaba que la bandera tricolor no ondeaba aún en la fachada del Gobierno Civil, provocando impaciencia que se manifestó a través de la profusión de gritos y pidiendo la cabeza del gobernador civil.
Al final se levantó acta de la cesión de las funciones, firmando el documento Arellano, el secretario del Gobierno, González Peña y otros miembros del Comité.
Inmediatamente, González Peña se adelantó con la bandera republicana para ponerla en el balcón del edificio oficial, además de proclamar la República en Huelva y su provincia, en nombre del Gobierno Provisional. González Peña y Martínez Torner se dirigieron a los manifestantes aconsejando calma y orden, ya que era fundamental ofrecer al mundo entero la imagen de que España estaba capacitada para mantener el orden por sí sola sin tutelas de ningún tipo.
El problema era que muchos onubenses querían ajustar cuentas con el gobernador civil por los acontecimientos de la mañana del 14 de abril. González Peña tuvo que esforzarse. Por otro lado, Florencio Martínez Torner, que era catedrático de la Normal, con una comisión fue a la cárcel para poner en libertad a los presos políticos que estaban allí presos por los sucesos desarrollados en diciembre en Puebla de Guzmán.
Se entregó al pueblo el retrato del rey que se encontraba en el despacho del gobernador civil. La muchedumbre destrozó el cuadro.
El cadáver del joven muerto fue conducido por las calles por una multitud en dirección al domicilio de sus padres. Pero al pasar por el Casino de Huelva uno de los socios del mismo disparó. Afortunadamente, no impactó en nadie sino en la fachada de la casa de enfrente y parece que pasó muy inadvertido.
Pero enfrente del Gobierno civil seguía habiendo muchas personas que quería entrar en el edificio para juzgar sumarísimamente al gobernador. Hubo enfrentamientos porque los líderes del movimiento republicano-socialista tuvieron que empeñarse para impedir lo que podría haber sido un linchamiento. Pero eran unos pocos hombres frente a una muchedumbre. La situación se salvó gracias a González Peña, el sindicalista y socialista asturiano, que se convirtió en un verdadero protagonista de la jornada. Se dirigió a los manifestantes asegurando que había dado órdenes al jefe de la Guardia Civil y al comisario de policía para que detuvieran al que había sido el último gobernador de la Monarquía en Huelva.
La violencia se desató en cambio en el Casino, que fue destrozado, al saberse que se había disparado desde el mismo, como hemos reseñado. Luego llegó a calma.
Hemos trabajado con el número del 2 de mayo de 1931 de El Socialista.
Eduardo Montagut, colaborador de La Mar de Onuba, es Doctor en Historia. Autor de trabajos de investigación en Historia Moderna y Contemporánea, así como de Memoria Histórica.






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