Martes, 30 de mayo de 2023. El presidente del Gobierno Pedro Sánchez ha sorprendido a España convocando de forma anticipada elecciones generales, tras un mal resultado en las elecciones del pasado domingo. “Sorprender es conquistar”, aseguró el generalísimo ruso Aleksandr Suvórov, maestro de la estrategia bélica del siglo XVIII, en una frase que se ha convertido en dogma de la doctrina bélica rusa. La pregunta es: ¿qué busca conquistar Sánchez con este movimiento?
Y es que en la doctrina militar rusa, al igual que en muchos otras preceptos militares, la importancia de la sorpresa radica en su potencial de desestabilizar al enemigo. Otro tanto pasa en la política: la sorpresa impacta emocional y psicológicamente en el adversario y suele minar su moral y confianza. Es una herramienta que busca inclinar la balanza a favor de quien la utiliza, proporcionando ventajas competitivas.
Si se interpreta la elección desde una perspectiva meramente dicotómica, la del PSOE contra el PP, puede resultar difícil de entender la jugada adelantada. Al PP y Vox el adelanto les complicará la negociación por los gobiernos regionales y locales en numerosas instancias. Pero, más allá de eso, es dudoso que el anticipo electoral de Sánchez perjudique a Alberto Núñez Feijóo, a Isabel Díaz Ayuso o, en general, al PP, quienes se sienten justificadamente eufóricos por la victoria y serán beneficiarios de esa aureola mágica que acompaña, por un tiempo, a los vencedores en política.
La era del pentapartidismo
Sin embargo, los sistemas políticos, complejos al fin, no suelen ser dicotómicos. Y el sistema político español, que durante cuatro décadas fue bipartidista, cambió en la última década. Con el surgimiento de los tres nuevos partidos a nivel nacional (Podemos, Vox y Ciudadanos) el bipartidismo español pareció llegar a su fin, dando paso a una nueva realidad política, la de un pentapartidismo, integrada por dos partidos grandes y tres pequeños.
Los partidos pequeños encontraron un claro espacio a tono con el populismo europeo contemporáneo, tanto desde la izquierda como desde la derecha. Pero el surgimiento de esos partidos pequeños también vino acompañado de la erosión de los grandes, no podía ser de otra manera. Vox creció alimentándose de la base electoral del PP, mientras que Podemos lo hacía de la del PSOE. Ciudadanos, durante un tiempo corto, comió de ambos.
Una señal de recuperación del bipartidismo
En las anteriores elecciones autonómicas de 2019, la sumatoria de los partidos históricos PP y PSOE alcanzó apenas poco más del 50 % del electorado, cuando tradicionalmente los dos principales partidos acaparaban alrededor del 80 % de los votos. Sin embargo, en las elecciones del pasado domingo la suma de los partidos grandes casi alcanzó el 60 % del total de votos, lo que constituye una señal de recuperación del bipartidismo, con la virtual extinción de Ciudadanos y la importante merma de Podemos.
Hoy Vox ha quedado convertido en el mayor de los partidos pequeños. Originalmente se había posicionado a la derecha del PP, pero dado que definiéndose como un partido de extrema derecha tendría un techo muy bajo que les dificultaba el crecimiento, buscaron crecer en la transversalidad: en el voto obrero, desencantado, que percibe al inmigrante como amenaza y a Europa como una entidad que no le representa.
Vox, en el epicentro de la agenda política
Vox ha evolucionado de la extrema derecha al populismo como oportunidad táctica en su mensaje y narrativas: “Los de dentro frente a los de fuera”. Puede Vox ser xenófobo, polarizante y populista pero, gracias a ello, con frecuencia logra situarse en el epicentro de la discusión pública, un atributo que comparte con otros actores populistas del mundo. El adelanto electoral, al mismo tiempo que se dan las negociaciones regionales entre Vox y el PP, también ayuda al PSOE con su mensaje: o Vox (con PP) o nosotros.
Ante la fragmentación del espacio de la izquierda, Sánchez ha venido trabajando durante los años recientes en preservar el espacio natural de su partido y aglutinar todo el voto progresista en torno al PSOE.
El adelanto de las elecciones no perjudica tanto al PP o al resto de la derecha como a Sumar, a Más País o a otras facciones de Podemos. Es a esas agrupaciones de izquierda, que se encuentran actualmente lamiendo sus propias heridas tras la derrota, a quienes la sorpresa puede generar confusión y desorden, dificultando su capacidad de respuesta. Al pillar al adversario desprevenido, se pueden lograr ventajas tácticas y estratégicas significativas.
A nivel interno, el adelanto electoral también implica poner la mirada del PSOE en el próximo 23 de julio y no en el análisis del fracaso del domingo. Esto puede evitar la rebelión puertas adentro y concentrar esfuerzos de manera cohesionada. El adelanto electoral pone, además, fin a una situación insostenible: seis meses de desgaste continuo con conflictividad en el partido y enormes dificultades en la acción de gobierno con Podemos y Sumar en el Consejo de Ministros.
Para Suvórov, sorprender al enemigo implicaba obtener una ventaja táctica y psicológica significativa, lo que aumentaba las posibilidades de conquistar y derrotar al oponente. Quizás no haya sido el mejor resultado electoral, pero para Sánchez lograr un partido cohesionado y unos adversarios muy disminuidos puede ser un buen aliciente para las siguientes elecciones.
Carmen Beatriz Fernández es Profesora de Comunicación Política en la UNAV, el IESA y Pforzheim, Universidad de Navarra. Es consultora política y académica. PhD en Comunicación de la Universidad de Navarra (UNAV), su tesis doctoral Cum Laude se titula ‘Ciberpolítica en Latinoamérica: un modelo para medir su influencia en la inestabilidad crítica’. Preside DataStrategia Consultores y es cofundadora de la Organización de Consultores Políticos Latinoamericanos OCPLA. Es profesora de Comunicación Política en la Universidad de Navarra, el IESA (Venezuela) y la Universidad de Pforzheim (Alemania). Obtuvo una Maestría en Administración de Empresas (IESA, Venezuela) y en Campañas Electorales (Universidad de Florida, EE. UU.). Fue galardonada con el Premio Aristotle a la Excelencia 2010 por sus trabajos en ciberpolítica y parte del "Global Dream Team", que reconoce a los mejores consultores políticos del mundo.
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