El secreto del éxito de ‘La Revuelta’ es que está en todas partes

David Broncano, presentador de ‘La Revuelta’, junto a Aitor Francesena, primer entrevistado del programa en septiembre. RTVE
por Olga Cruz Moya

 

Miércoles, 13 de noviembre de 2024. El programa de televisión La Revuelta, emitido por La 1 de RTVE, ha ganado el Premio Ondas 2024 al mejor programa de entretenimiento en televisión. Este galardón se suma al éxito de audiencia que viene cosechando desde su estreno en septiembre y que lo ha convertido en una de las revelaciones de la temporada.

Es necesario mencionar que La Revuelta es heredera de La Resistencia, emitida en Movistar Plus+ desde febrero de 2018 a julio de 2024. La estructura de ambos es casi idéntica: un programa de humor conducido por David Broncano, codirector del mismo junto con Ricardo Castella y Jorge Ponce, en el que se suceden intervenciones de diferentes colaboradores para culminar con una entrevista larga con un personaje de actualidad.

Pero ¿en qué se basa la popularidad de La Revuelta? Muchos de sus aciertos pueden explicarse a partir de una serie de claves relacionadas con los hábitos de consumo audiovisual actuales y las estrategias de la narrativa transmedia.

Complicidad con la audiencia

De acuerdo con la definición clásica, la narrativa transmedia es un relato que se despliega a través de múltiples medios y plataformas de comunicación, y que puede utilizar distintos “idiomas”.

La estructura de La Revuelta encaja perfectamente con este concepto. Su humor se basa en relatos que el presentador y los colaboradores elaboran con diferentes elementos accesibles para la mayoría de personas: memes de internet, dibujos, mapas de Google, anécdotas del público, comentarios de los invitados…

Incluso cualquier cosa que pase durante la grabación puede dar pie a un chiste o comentario jocoso. El contenido de cada programa siempre es una sorpresa, lo que fomenta la curiosidad del público que asiste al teatro y de los espectadores que lo ven desde sus casas.

En este sentido, un elemento interesante que han potenciado desde su llegada a RTVE es la visibilidad del llamado back-channel, es decir, las reacciones que se producen fuera de cámara a lo que pasa durante el programa.

En ocasiones, durante la emisión, el coordinador de guion publica mensajes en una pantalla normalmente reservada a la comunicación interna del equipo. Estos mensajes, que se muestran a la audiencia, interactúan directamente con el contenido de lo que está sucediendo en directo, para hacer un chiste, proporcionar información complementaria o puntualizar alguna afirmación.

Además, varias personas del público tienen micrófonos y pueden intervenir en cualquier momento para realizar comentarios. Incluso se insertan rótulos ingeniosos que solo los espectadores pueden ver en sus televisores. Este back-channel funciona como un canal alternativo y gamberro que aporta un colofón humorístico en el que se incluyen parecidos razonables, juegos de palabras y todo tipo de ocurrencias.

El ‘efecto doble pantalla’

Emitir los comentarios y reacciones del público (no solo los que realizan los componentes del equipo) incrementa la complicidad con ciertos telespectadores que en su vida cotidiana se comportan de la misma manera.

Desde hace más de una década los consumidores de productos audiovisuales, especialmente los más jóvenes, están cambiando sus hábitos de consumo debido al llamado “efecto doble pantalla”. Esta es la tendencia (en algunos casos, irrefrenable y hasta patológica) de consultar algún dispositivo móvil mientras se está viendo la televisión o incluso en el cine.

La hiperconectividad, que supone un desafío para muchas producciones audiovisuales, se traslada de forma natural al teatro donde se graba el programa y al perfil en X de La Revuelta. El community manager es otro humorista más que publica comentarios ácidos durante su emisión, potenciando la interacción con el público tuitero. Estas interacciones contienen un tipo de humor muy común en la comunicación digital de los más jóvenes: el que se basa en reacciones a fotos o vídeos, frecuentemente con comentarios autodespreciativos o burlones (troleos).

La aplicación de una estrategia transmedia supone, además, ceder el control del relato y permitir que los receptores asuman un papel activo en ese proceso de expansión.

Esto es una constante desde la época de La Resistencia: los espectadores continúan los hilos narrativos propuestos en el programa o en sus redes sociales, con repercusiones inesperadas. Así encontramos científicos de Doñana que intercalan fotografías de broma durante su conexión en directo y organismos como la RAE que ven cómo su página web se bloquea debido a la infinidad de consultas recibidas. También equipos de fútbol que animan a su hinchada parodiando chistes y juegos de palabras del programa. O la modesta cuenta de Instagram que en cuestión de horas alcanza los 40 000 seguidores y que devuelve a su vez la broma ensalzando al Hormiguero –programa con el que La Revuelta coincide en franja horaria de emisión–.

Por tanto, al igual que los asistentes al teatro, el humor también lo crean los entrevistados, los telespectadores y los internautas. Como afirma Eduardo Galeano, “estamos hechos de historias” y cada una de ellas, por sus cualidades, puede brillar con luz propia entre todas las demás.

Cero pretensiones

Otro de los hallazgos del programa es su tono desenfadado y su apuesta por la improvisación. A pesar de haber conseguido el premio Ondas y de colaborar desinteresadamente con algunas personas y asociaciones, La Revuelta se presenta como un programa sin pretensiones.

Esto se ve tanto en su estética, su aparente falta de guion o en la actitud del presentador y los colaboradores. No en vano ha sido definido como “el último bocado de un mediocre sándwich mixto”.

Esa falta de impostura hace que cualquier broma, por sencilla que sea, tenga cabida entre temas más serios. Pero también ayuda a que la audiencia no tenga pudor en contestar con chistes poco elaborados, ya que no sienten que vayan a desentonar con el tipo de humor del programa.

Todos estos factores, la concepción de sus autores y la implicación del público, son algunos de los ingredientes que conforman el exitoso puzle transmedia de La Revuelta.

Olga Cruz Moya, Profesora titular de universidad, área de Lengua española, Universidad Pablo de Olavide

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