De la conversión de conclusiones en tesis

por José Luis Pedreira Massa

 

 

El método científico dialéctico queda definido porque cada conclusión que emerge de la síntesis no es tal, sino que se reconstruye como tesis nueva para continuar avanzando. Es la puesta en realidad de esa hipótesis nula que formulara Popper, como base para que la ciencia demuestre que cada verdad científica es una mentira rampante, si se sigue investigando.

En varios artículos he finalizado con una frase que formulé como: En los momentos de crisis las personas inteligentes buscan soluciones, mientras los incompetentes buscan culpables. Lo planteé tan rotundo que me hizo pensar si era verdad y en qué medida se podía sostener esa afirmación.

Crisis viene del latín crisis y, a su vez, éste del griego (κρίσις). Según el diccionario de la RAE hay algunas voces de mucho interés: Cambio brusco en el curso de una enfermedad, ya sea para mejorarse, ya para agravarse el paciente; mutación importante en el desarrollo de otros procesos, ya de orden físico, ya históricos o espirituales; situación de un asunto o proceso cuando está en duda la continuación, modificación o cese; momento decisivo de un negocio grave y de consecuencias importantes; juicio que se hace de algo después de haberlo examinado cuidadosamente; escasez, carestía y situación dificultosa o complicada.

Una vez más el Diccionario de Doña María Moliner nos lo aclara más precisamente: («Hacer, Estar en, Pasar una») momento en que se produce un cambio muy marcado en algo; por ejemplo, en una enfermedad o en la naturaleza o la vida de una persona. («Haber») situación política de un país cuando ha dimitido un gobierno, y todavía no se ha nombrado otro, o del gobierno cuando ha dimitido alguno de sus miembros. En lenguaje corriente, cambio total o parcial de un gobierno. («Estar en, Haber “), dificultad o mala situación económica. Juicio formado sobre una cosa después de examinarla cuidadosamente.

La crisis se caracteriza por una presentación inesperada y suele conmocionar y afectar a todas las áreas colindantes a la que sufrió ese evento. Tenemos un concepto demasiado peyorativo de crisis, pero no tiene porqué ser así. Una crisis puede representar el final de una etapa o el principio de una nueva y desde los restos de lo anterior posibilitar una reconstrucción nueva. Teniendo los mismos elementos su nuevo ordenamiento o selección, configuran otro elemento totalmente diferente. Como sostiene Eriksson: “La crisis ya no connota una catástrofe inminente (en vez de ello) designa un punto crítico necesario, un momento crucial en el que el desarrollo debe tomar una dirección u otra, ordenando los recursos del crecimiento, la recuperación y una mayor diferenciación». Por lo tanto, crisis significa, de forma simultánea, peligro y oportunidad de cambio.

Las crisis evolutivas se caracterizan por ser paulatinas, inciertas, aparecen por fases y significan de forma simultánea peligro y oportunidad de mejora. Las crisis circunstanciales aparecen de forma repentina e inesperada, representan una urgencia que amenazan el bienestar físico o psicológico, son masivas y representan también peligro y oportunidad de mejora a más largo plazo.

Al inicio de la crisis se eleva la tensión por el impacto social del acontecimiento, con lo que la tensión aumenta más porque no se puede afrontar la nueva situación con la norma del comportamiento habitual, así que no queda otra posibilidad que realizar una movilización de otros recursos que pueden desembocar en varios resultados (reducción de la amenaza externa, éxito en el enfrentamiento con la situación, redefinición del problema), pero si la tensión aumentara puede provocarse una situación de grave desorganización.

Ante ello no se puede realizar una lectura lineal causa-efecto, porque interactúan varios tipos de factores como son los factores predisponentes, los precipitantes, los de mantenimiento y los factores protectores. Los factores más interesantes son los protectores entre los que se destacan el estímulo de la comprensión del proceso, el estímulo de la unidad de todos los sectores involucrados a la hora de afrontar la crisis y realizar críticas de contenido asertivo, porque las críticas ácidas e indiscriminadas contribuyen a una mayor desorganización, con lo que disminuye la eficacia de los factores protectores.

Así que las crisis sanitarias tienen una triple dimensión: afectación de la salud y vida de las personas, afectan a la red y entramado social y originan una crisis económica. Ahora bien, sin solucionar la primera, la crisis sanitaria, no sirve de nada abordar las otras porque no va a ser eficaz.

Las crisis sanitarias son crisis circunstanciales y muy sensibles, porque se dirigen al entramado mismo de la sociedad: la persona humana. Pone a los sujetos en riesgos cercanos a la muerte y/o llevándoles hacia la muerte. Debemos aceptar que una pandemia de tipo infeccioso como la actual del Covid-19 nos suena a algo cercano a una maldición bíblica, más propia de otros siglos, de otras épocas. Ahora, en pleno siglo XXI debemos aceptar a este tipo de crisis como algo nuevo, desconocido y que debemos trabajar en y con la incertidumbre.

Como afecta a las personas ataca a la célula constitutiva de la sociedad y rápido tendrá un impacto social, personalizado en el contagio y en los factores de riesgo que llevan hacia la muerte o hacia la confinación o el aislamiento.

Otra consecuencia de las crisis consiste en la afectación del entramado productivo de la sociedad y, por lo tanto, a su repercusión económica. Sí, las crisis afectan a parcelas poblacionales de riesgo y la pobreza se suele aliar para incrementar la posibilidad de contagio y de morbi-mortalidad, esto no se ha modificado desde las míticas pandemias de la antigüedad clásica de la Grecia de Tucídides o de la Roma de la pandemia antonina o las masacres de la peste en la época de Felipe III, morían millones de personas, pero las hambrunas se extendían por las gentes humildes y la devastaban tanto o más que la propia peste. Pero otra parte de la sociedad se “beneficiaba” de tanta desgracia, siempre en las épocas de pandemia existieron tramos de población, minoritaria pero real, que se enriquecían. En esta pandemia se calcula que las clases dominantes españolas, solo las españolas, han incrementado en un 16% su riqueza. Parece increíble, pero es la constatación que, para esas personas pudientes, la crisis es positiva y no necesariamente tiene un significado peyorativo.

El segundo componente de la frase hace referencia a las “personas inteligentes”. Este apartado es muy difícil de definir porque hoy día definir la inteligencia nos remite a los trabajos de Gardner para reconocer que la inteligencia es plurifactorial y, al menos, interactúan ocho factores y es lo que se conoce como la inteligencia factorial que sobrepasa, con mucho, al jacarandoso CI, la concepción de factores múltiples de la inteligencia lo declara insuficiente y casi acientífico.

Los ocho factores que configuran la inteligencia múltiple segín Gardner son: Inteligencia lingüístico-verbal (el habla, la escucha, la escritura y la lectura). Inteligencia lógico-matemática (la lógica y el razonamiento matemático). Inteligencia Espacial (crear imágenes mentales y representarlas). Inteligencia musical. Inteligencia corporal-cinestésica (movimiento, equilibrio, expresión corporal). Inteligencia intrapersonal (conocerse a uno mismo, sus fortalezas, debilidades, autoestima, saber controlarse). Inteligencia interpersonal (habilidades sociales, inteligencia emocional, empatía). Inteligencia naturalista (relación con la naturaleza).

Tener un equilibrio entre los múltiples factores favorece que se obtenga una inteligencia eficaz y crítica. Dicho esto, ser inteligente no quiere decir que se utilice de forma adecuada esa inteligencia, así diferenciamos entre inteligentes y listos. Los primeros mantienen ese equilibrio multifactorial y crítico y los segundos se hacen dueños del cotarro. Los listos y listillos son de una inteligencia justa y operatoria que les resulta útil para bandear las situaciones y obtener éxitos que, a veces, resultan espectaculares.

No siempre el sujeto inteligente obtiene éxito o aceptación o liderazgo. Su nivel de exigencia es tal que se aleja del conformismo porque la posición crítica le estimula a enlazar una situación con otra. Las crisis son un reto frente al que se sitúa para intentar comprender su mecanismo. Además, el sujeto inteligente quiere ayudar al conjunto de la red social, sobre todo a los más desfavorecidos. La crisis le abre preguntas, le hace redimensionar las circunstancias vitales y la vida misma. Frente a las preguntas halla respuestas concretas y puntuales, pero son claramente insuficientes porque su mente funciona en plan cascada de aguas briosas, en el seno de su proceso mental de análisis las preguntas se suceden unas a otras de forma enlazada.

Frente a la crisis hay que buscar soluciones factibles para superarla de forma eficaz (capacidad de solución), eficiente (al menor coste posible) y efectiva (con la aprobación de los sectores más amplios y diversos de la sociedad). La empresa en muy difícil. A un líder no le definen los problemas que tiene, sino las soluciones que adopta ante ellos.

Albert Einstein nos decía que no podemos resolver problemas pensando de la misma manera que cuando los creamos, por ello uno de los mecanismos fundamentales para solventar problemas es promover factores de cambio real, tomar distancia.

Existen cinco pasos fundamentales para afrontar una crisis con el afán de superación: Hablar todos los contenidos, evitar evadir las dificultades, manifestarse abierto para recibir informaciones, mostrarse paciente y tener templanza para, por fin, comprender.

Tener empatía introduce al otro en la solución del problema, para ello es fundamental mostrar inteligencia emocional, lo que comporta: buscar y centrarse en lo positivo, ya que todos los problemas por difíciles que parezcan, si buscamos, encontramos algo positivo. Las personas con inteligencia emocional tienden a rodearse de personas entusiastas, apasionadas y luchadoras, lo que facilita afrontar el problema y la crisis sin soslayar las dificultades que comporta. Se proponen soluciones, es decir en sus decisiones prevalece la búsqueda de la resolución de esa situación frente a la desidia de dejar una evolución pobre y carcomida. Son capaces de colocar límites para ser asertivos en el momento pertinente, no todo es posible y la intervención requiere unas mínimas normas que incluyen el respeto y, por lo tanto, la crítica será asertiva. Aprender de los errores es de gente inteligente, las personas con inteligencia emocional son capaces de aprender de los errores para superarse, por lo tanto son capaces de ser muy receptivos y transforman su vida en un continuo aprendizaje. En el aspecto de la interacción en situaciones de crisis no pierden el sentido lúdico y el humor, con el fin de hacer que la vida sea más diversa e interesante, pero también reconfortante.

Todo esto contribuye a una actitud de encarar y afrontar el problema para superarlo. La crisis del covid-19 ha sido tan grande que había que tomar decisiones duras y difíciles. Se tomaron y luego se informaba de lo que se hacía para conseguir la comprensión por parte de la población. Había una información científico-técnica muy difícil de digerir, en ocasiones, pero se mostraban las soluciones posibles desde esa perspectiva. En segundo lugar había un rendir cuentas con un cariz más político y social, en el que el Presidente del Gobierno asumía, en primera persona, la responsabilidad de la toma de decisiones. Estos dos aspectos eran fundamentales para evidenciar que se asumía la responsabilidad de tomar decisiones ante la crisis y en cada una de ellas había un aprendizaje frente a la incertidumbre que generaba lo nuevo, era nueva para todos y a todos nos afectaba esa incertidumbre.

El ser incompetente, según el diccionario de la RAE, es aquel que no tiene la capacidad suficiente para hacer cierta cosa (un trabajo, o para ocupar un determinado puesto), también es interesante en este sentido la acepción geológica del término: que se deforma plásticamente con facilidad. Sí, también esta acepción es muy descriptiva para los incompetentes.

Los incompetentes son sinónimo de los zoquetes, incapaces, ineptos, negados, inhábiles, inoperantes, torpes, ineficaces e incapacitados para afrontar una tarea, tanto más en situación de crisis o ante un problema, sea de la índole que fuere.

Se puede juzgar a alguien como un incompetente por no cumplir sus funciones, no solo por hacerlo mal o incorrecto. Por ello es muy importante determinar las funciones y las tareas que comportan las responsabilidades de cada uno.

Ante una situación de crisis global como la actual se espera que todos los políticos, sean de la ideología que fueran, lleguen a acuerdos porque la crisis afecta a todos y todas, sin excepción. La política consiste en hablar y llegar a acuerdos en aras al bien común. Aquellos que no lo hagan muestran su incompetencia más absoluta y, por añadidura, son candidatos a que la población responsable les abandone y pierdan su confianza. Solo los responsables políticos irresponsables e incompetentes equivocan el  norte y leen mal la brújula. Insultar al que toma las decisiones en una crítica global representa insensatez y poco seso.

Pero esto que formulo hay que demostrarlo, para lo que debemos ver sus actos, sus hechos. Veamos pues.

Es importante, en la crisis del covid-19, quien ha buscado problemas y criticado cualquier decisión que se tomaba sin aportar soluciones ni asumir responsabilidades previas. Esos que han preferido juzgar a los que estaban tomando decisiones, pensando que ese era un juicio hacia los que asumían responsabilidades, cuando olvidaban que cuando se juzga a alguien no define cómo es esa persona, sino que define a quien juzga. No debemos olvidar que el juicio, la valoración y la pretensión no son experiencias vacías que se tienen porque sí en la conciencia, sino que son experiencias compuestas de una clara dimensión intencional.

El gran filósofo Emilio Lledó dice que las raíces del mal son la ignorancia, la codicia y el egoísmo. Verán la ignorancia se sostiene en la ausencia de educación y alguno de los que gritaban tenían los títulos de regalo o adquiridos en tómbolas de regalo. La educación configura una formación de la conciencia, un camino de libertad y autonomía del pensamiento, pero algunos han equivocado educación con instrucción y la libertad de pensamiento con recibir instrucciones.

La codicia es una de obsesión por el poder y por el valor de la economía. Los codiciosos no entienden que la auténtica riqueza personal y social, está en la cultura, que nos permite comprender principios como libertad, belleza justicia, bien y verdad. La economía vuelve miserables a los hombres pues les hace codiciosos y les corrompe, como dice Lledó “la vuelta a la caverna en el sentido más siniestro de la palabra”. Aclara Lledó que la codicia actual hace que estemos en “un mundo que espera mucho de la tecnología y de la economía, pero está lleno de personas desesperanzadas”.

El egoísmo, dice Lledó que es la sustitución del pragmatismo por la “practiconería” que lleva a un utilitarismo burdo que termina por corromper. Hay que saber ver más allá de lo estrictamente privado y limitado.

El Prof. Lledó nos ha enseñado que “creo que cualquier bandera entorpece. Lo que necesitamos es una bandera de justicia, de bondad, de educación, de cultura, de sensibilidad y de filantropía”.

Así llegamos a la conclusión, es de inteligentes ponerse del lado de la solución de los problemas que esta crisis del covid-19 ha originado, porque ponernos del lado de buscar culpables nos obligaría a preguntarnos ¿culpables de qué? con lo que se incrementaría la inoperancia y se demostraría la gran incompetencia de quien así se comporte.

El Prof. Emilio Lledó nos enseña que “el aprendizaje no es importante, sobre todo ahora que tenemos tantos medios de conocimiento e información; lo importante es crear libertad intelectual y capacidad de pensar”, por cierto matiza algo fundamental: “La libertad de pensamiento y expresión es fundamental para el ser humano, claro que para ejercer esa libertad debe tener contenido cultural. Sino no hay tal libertad”.

Dicho queda: la persona inteligente ante una crisis busca soluciones, los incompetentes buscan culpables.


José Luis Pedreira Massa, Don Galimatías en La Mar de Onuba, es Vocal del Consejo Asesor de Sanidad y Servicios Sociales del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. Psiquiatra y psicoterapeuta de infancia y adolescencia. Prof. de Psicopatología, Grado de Criminología (UNED).

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