El Reino de Bután , al sur de Asia, se ha ganado a pulso tener el título de ‘el país más feliz del mundo’.
En un entorno idílico, cerca de la cordillera del Himalaya, este reino se ha convertido en todo un ejemplo de solidaridad en plena pandemia del coronavirus.
Sin dejar de lado su felicidad generalizada, los 817.000 habitantes de Bután, dirigido por el monarca Jihme Khesar, han sabido implantar un modelo de organización perfecto que les ha permitido registrar la cifra de cero contagios durante la emergencia sanitaria mundial.
Sin embargo, hubo un momento en el que el reino de Bután pasó por un momento crítico que, gracias al monarca del feudo feliz, no solo consiguió zafarse de las garras del COVID-19, sino que además demostró su aplaudida solidaridad.
UN CASO, CERO CONTAGIOS
En Bután, la felicidad de sus habitantes es tan importante para los reyes del país, que incluso llegaron a crear el Ministerio de la Felicidad.
En esta entidad se mide antes el nivel de satisfacción de los butanenses, y el 35% de ellos reconocieron que su estado emocional es «muy feliz».
En Bután no importa el dinero, ni las pertenencias ni nada material. Todo esto pasa a un segundo plano si su fuente de bienestar no está cubierta.
Sin embargo, hubo un pequeño punto de inflexión en el país que preocupó sobremanera tanto a los butanenses como al rey del país.
Un jubilado de Maryland (Estados Unidos), Ben Hewitt, aficionado a los viajes a los lugares más escondidos de la tierra, mientras estaba en Bután, comenzó a tener síntomas propios del coronavirus.
Debido a las molestias que estaba experimentando, Hewitt decidió trasladarse al hospital de la capital del país, Thimphu, y allí, debido a que no se había registrado ningún caso de coronavirus hasta el momento, los médicos le realizaron las pruebas de detección del patógeno.
¿El resultado? Positivo. La conclusión de la prueba llegó a oídos del monarca de Bután y su orden estuvo a la altura de la mentalidad del país.
Según el ministro de Salud del país, Dechen Wangmo, en una entrevista para The Washington Post, «la orden de su majestad fue que se le diesen todos los cuidados posibles», asegura Wangmo.
Entre todos los «cuidados posibles» enviados por el rey se encontraban un par de pijamas azules y una colcha de seda para cumplir con esa condición de comodidad planteada por el monarca de Bután. Además, todos los días, Hewitt recibía una llamada del rey para conocer la evolución y el estado de salud del afectado.
Sin embargo, todos estos cuidados no impidieron que el estado de salud del físico empeorase con el paso de los días. Ante esta situación, el rey de Bután puso a disposición de Hewitt su avión privado para que este pudiera ser trasladado a los Estados Unidos y que pudiese recuperarse allí.
A día de hoy, Hewitt reconoce en el mencionado diario que «en Bután me salvaron la vida».
ORGANIZACIÓN MODÉLICA
Una vez se produjo la repatriación de Hewitt a su país de origen, en Bután, por orden real, establecieron un plan para identificar a todas aquellas personas que pudieron estar en contacto con el físico de Maryland.
La investigación, supervisada en todo momento por el Rey de Bután, consiguió detectar 24 horas después de haberse puesto en marcha, a 73 personas sospechosas que fueron puestas en aislamiento en un centro de la capital.
Asimismo, otros 225 ciudadanos también fueron puestos en cuarentena pero, en esta ocasión, en sus viviendas.
Peinando palmo a palmo todos los lugares que visitó Hewitt, en su última parada, en el Estado nororiental indio de Assam, un total de 600 personas fueron identificadas y acataron las órdenes de aislamiento impuestas por el monarca.
Sin embargo, solo el físico estadounidense dio positivo en coronavirus, mientras que los casi 900 casos sospechosos dieron negativo en la enfermedad, o bien permanecieron asintomáticos frente al patógeno.
Tras la detección de los posibles nuevos casos, y con el control ejercido por parte del rey y las fuerzas de seguridad de Bután, el monarca creyó conveniente cerrar las fronteras hasta nuevo aviso e imponer unas extremas medidas de seguridad a todos los ciudadanos del reino.
El coronavirus no iba a ganarle la batalla a Bután.
En medio de la pandemia, se produjo el nacimiento del segundo vástago del rey.
Un nuevo ejemplo de que, en Bután, la felicidad prevalece frente a la adversidad.
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