‘El blanqueo de un genocidio’, por Luz Modroño

por Luz Modroño

 

Viernes, 19 de septiembre de 2025. Madrid no es indiferente al dolor de los pueblos. Desde que la mal llamada Guerra de Palestina comenzó, las protestas en la calle denunciando que es un genocidio y el calor humano hacia ese pueblo amenazado de exterminio no han cesado. El pasado domingo solo fue un hito en el que el pueblo de Madrid sintió cómo por sus venas corría la sangre de la fraternidad universal y la dignidad. Lo intolerable no es que la Vuelta Ciclista a España, que nunca debía haber permitido ese intento de blanqueo de un genocidio, no llegará a la meta, lo intolerable es ver un día y otro también cómo son bombardeados hospitales repletos de enfermos, colegios y campos de refugiados. Cómo se amputan sin anestesia y a lo vivo miembros a una infancia inocente. Cómo se pisotean diariamente los derechos humanos y humanitarios de un pueblo bajo la excusa, que hoy ya nadie se cree, de una absurda defensa de un país que cuenta con uno de los ejércitos más poderosos del mundo. Hipocresía y cinismo. Lo intolerable es ver cómo se está matando de hambre a varios millones de personas mientras en la frontera se impide el paso a cientos de convoyes repletos de alimentos. Lo intolerable es contemplar desde la impotencia el asesinato frío, programado con extrema crueldad, de miles y miles de seres humanos inocentes, desarmados. Y saber que la inmensa mayoría son bebés, niños y niñas de corta edad, adolescentes, mujeres, personas mayores… Lo intolerable es saber que las cifras reconocidas son tan solo una parte de las reales y lo intolerable es ver cómo la indiferencia y la crueldad han hecho mella en unos mandatarios que, pese a haber sido elegidos en las urnas, no representan a una mayoría que se estremece, grita haciendo suyo cada niño muerto y pisa las calles mostrando ese dolor profundo ante un país ensangrentado, masacrado, ocupado y al que se pretende exterminar porque se resiste a abandonar el lugar en el que nacieron sus antepasados y cuyo destino es ser convertido en un resort para millonarios levantado sobre cadáveres.

Mientras, unos personajillos que confunden o, mejor dicho, pretenden confundirnos con el mal uso de la Libertad, se fotografiaban con los ciclistas que, desde que comenzó la Vuelta, han provocado con su presencia la reacción de repulsa y protesta. Kufiyas, banderas, pancartas, carteles… han acompañado a los ciclistas desde que empezaron a pedalear.

Durante varias horas, el aire se llenó de los colores de la bandera Palestina y el grito ronco, fuerte, que celebraba la conciencia del objetivo conseguido, de la meta lograda. Impedir el final de una competición que nunca debió haber comenzado dejando participar a los representantes de un genocida. Madrid fue la Alameda cantada por Allende, por la que pasaba el ser humano, hombres y mujeres de todas las edades, de todas formas físicas, colores, idiomas, construyendo su Libertad.

La vuelta ciclista, que comenzó llenando de indignación a la ciudadanía de este país, se fue convirtiendo en un símbolo vivo de anhelos y dignidad. De Fraternidad universal. Frente a la indignidad de haber dejado participar a unos señores cuya misión en la vuelta era blanquear un genocidio con tintes de normalidad y la indignidad de los propios corredores que consintieron entre sus filas su presencia se levantó una gran parte de la ciudadanía. Desde primera hora, las calles de Madrid se preparaban, con una dotación policial – ojo, pagada con nuestros impuestos- que no se conocía desde los tiempos de la Cumbre de la OTAN para evitar lo inevitable: que una buena parte del pueblo de Madrid impidiera el blanqueo de un genocidio. Porque cuando el pueblo está unido es invencible. Orgullo, sí. Respeto máximo para quienes ocuparon las calles de una ciudad que no iba a ser testigo ni cómplice con su silencio de un genocidio.

Y mientras la ominosa Vuelta a España transcurría, una flota de casi un centenar de barcos navega cruzando el mar que fue origen de nuestra civilización occidental rumbo a Gaza . Y varios cientos de personas ondeando la bandera palestina. Con un objetivo común: terminar con ese horror que amenaza con el fin de un pueblo previo paso por todas las formas imaginables del sufrimiento. Porque la dignidad y la vergüenza se defienden por tierra y mar.

Los hechos de Madrid han sido, además, el pistoletazo para impedir la presencia de representantes genocidas en cualquier competición o acontecimiento colectivo. Desde un partido de fútbol a un certamen musical. La voz de Madrid ha sido la antorcha que han de recoger todos los pueblos del mundo.

Admiración máxima hacia un pueblo que no se amedrenta ante las amenazas y se manifiesta ante la injusticia. Esta vez, por Madrid no pasaron.

Luz Modroño, colaboradora de La Mar de Onuba, es doctora en psicóloga y profesora de Historia en Secundaria. Pero es, sobre todo, feminista y activista social. Desde la presidencia del Centro Unesco Madrid y antes miembro de diversas organizaciones feministas, de Derechos Humanos y ecologistas (Amigos de la Tierras, Greenpeace) se ha posicionado siempre al lado de los y las que sufren, son perseguidos o víctimas de un mundo tremendamente injusto que no logra universalizar los derechos humanos. Y considera que mientras esto no sea así, no dejarán de ser privilegios. Es ésta una máxima que, tanto desde su actividad profesional como vital, ha marcado su manera de estar en el mundo.

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