Acaba de aparecer la edición impresa de la obra poética de un autor griego moderno totalmente desconocido en nuestro país, pero al que merece la pena descubrir por la singularidad de su creación y el carácter único de su universo poético.
Martes, 2 de abril de 2024. Dinos Jristianópulos (Tesalónica 1931-2020) fue el primer poeta que se presentó en sus escritos como abiertamente homosexual, masoquista y fetichista de botas y uniformes militares, además de profundamente cristiano. Jristianópulos consiguió no solo sobrevivir a la inquina de la iglesia, de las clases biempensantes, de la derecha política e incluso de la izquierda, pero, de hecho, incluso hoy en día, cuatro años después de su muerte, continúa siendo un grano en el trasero del ala más nacionalista griega. Sin embargo, de poeta maldito consiguió situarse, por su valía y su ingenio personal, en la primera línea del mundo literario de su país, conquistando un lugar privilegiado en la historia de la literatura griega moderna del siglo XX.
Émulo del modernismo de T. S. Eliot y de C. Cavafis en sus comienzos, consiguió encontrar su propio camino expresivo, creando un universo poético a partir de la carencia afectiva, del dolor y de la soledad que le producía su idiosincrasia sexual y la asfixia de los estrechos márgenes a los que la sociedad lo abocaba: la búsqueda de sexo por dinero como única salida a su deseo.
Filólogo clásico, erudito, folclorista, musicólogo, nos ha legado una obra que a nadie deja indiferente por muchos motivos. Entre ellos, por la solución que encontró para poder sobrellevar su homosexualidad (su “tara”, como él la llamaba), su búsqueda sexual procurando placer en el dolor, transmutando sus encuentros carnales en un trasunto del dolor redentor del propio Jesucristo. Pero que nadie se llame a engaño, porque no se trata de una obra de tintes religiosos, sino muy profana y totalmente erótica. Su mundo poético está lleno, a la vez, de una ingeniosidad y de un humor ácido que, sin caer en la vulgaridad, le permiten observar al mundo y a sí mismo desde la barrera de su proceso de autoconocimiento a través del sexo, e incluso de un elemento de crítica social insoslayable. Hipercrítico y profundamente ético, se negó siempre a aceptar cualquier premio y honores que lo coartaran en su libertad personal y creativa, llegando incluso a rechazar el Gran Premio Nacional de las Letras pocos años antes de su muerte.
Esta versión al castellano corre a cargo de Manuel González Rincón, doctor en filología clásica por la Universidad de Sevilla, profesor de griego de Enseñanza Secundaria (antes Bachillerato), traductor e investigador, con un amplio currículum en su haber.
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