Francisco R. Pastoriza.
Se publica una nueva “Poesía completa” del Premio Nobel español.
Hay desde hace tiempo varias ediciones de las poesías completas de Vicente Aleixandre. Las primeras, supervisadas por el propio poeta, las publicaron Aguilar en 1960 y la Biblioteca de Autores Modernos en 1968. Visor editaría otra más en 2001.
Ahora Alejandro Sanz, experto en la obra de Aleixandre y quien con más esfuerzo reivindica desde hace décadas convertir en Casa de la Poesía el domicilio donde el poeta vivió en la calle Velintonia, publica en Lumen una nueva recopilación que incluye algunos poemas inéditos y notas del propio Aleixandre en las que explica la génesis de algunos de sus poemas. Esta edición, a diferencia de otras anteriores, no tiene aparato crítico ni citas a pie de página, para que la poesía del Nobel se deguste sin interferencias.
Una vida para la poesía
Al día siguiente de la concesión del Premio Nobel a Vicente Aleixandre en 1977, el crítico Rafael Contecontaba en el diario “El País” que ya se lo habían concedido en 1975 pero que entonces las actas tuvieron que ser cambiadas a causa de los sucesos políticos que se produjeron en España por los últimos fusilamientos del franquismo a finales de septiembre de aquel año. Al parecer, a pesar de su oposición al régimen, las autoridades suecas no habrían considerado conveniente galardonar con el premio a un español.
El Nobel le fue concedido a Aleixandre “por una creación poética innovadora que ilustra la condición humana en el cosmos y en la sociedad de la hora presente”; es decir, por aglutinar tradición y modernidad, sociedad y cosmos. Hay quien dijo que el premio fue en realidad un Nobel a toda la generación del 27: Lorca, Alberti, Guillén, Cernuda, Bergamín, Dámaso Alonso, Gerardo Diego… porque además la fecha coincidía con el cincuentenario del grupo poético. Su salud y su edad (contaba entonces 79 años), impidieron a Aleixandre recoger personalmente el premio en Estocolmo aunque sí escribió el discurso de recepción, que leyó Jorge Justo Padrón. Esa salud precaria, que acompañó al poeta casi toda su vida, la sufría desde que a los 24 años le fuera diagnosticada una artritis infecciosa y tres años después una nefritis tuberculosa a causa de la cual hubieron de extirparle un riñón. La enfermedad lo apartó de su trabajo en la Compañía de Caminos de Hierro del Norte y lo obligó a una convalecencia durante la que alimentó su ansiedad por ampliar lecturas poéticas.
Aunque nació en Sevilla (el 26 de abril de 1898), Vicente Aleixandre no tenía ningún recuerdo de infancia en esta ciudad porque se crió en Málaga (su “ciudad del paraíso”), a donde se trasladaron sus padres cuando él tenía dos años. Allí coincidió en el colegio con Emilio Prados, a quien le unió una amistad que duró toda la vida. Su abuelo, un militar que ascendió de soldado raso a general en la guerra de Cuba, influyó mucho en su personalidad y en su formación gracias a la bien dotada biblioteca que poseía. Aleixandre era un consumado lector de novelas y de teatro, pero apenas se había interesado por la poesía. En 1909 su familia se instaló en Madrid buscando un clima más propicio para la mala salud de su padre. Una de las primeras personas a las que conoció en la capital fue Dámaso Alonso, quien lo introdujo en la poesía dándole a leer un poemario de Rubén Darío, un libro que cambió la vida de aquel adolescente que entonces cursaba estudios de Comercio y Derecho.
Aleixandre se vio obligado a permanecer en el Madrid asediado durante toda la guerra civil. Aunque los franquistas respetaron su vida, mantuvieron su obra y su persona en un ostracismo oficial que él superaba gracias a la solidaridad de poetas y escritores amigos. Víctima de un doloroso exilio interior, refugiado permanentemente en su casa de Velintonia a la que habían acudido poetas de tres generaciones (de Miguel Hernández a Francisco Brines), con escapadas a Miraflores de la Sierra, la localidad madrileña en la que pasaba los veranos, Aleixandre fue silenciado por la censura y el régimen franquista pero sobrevivió a todas las dificultades y se impuso como autor de una obra que contiene uno de los mundos simbólicos y expresivos más personales de la poesía española.
El 12 de diciembre de 1984 Vicente Aleixandre fue operado de urgencia a causa de una hemorragia intestinal que le provocó la muerte a las 00.30 horas del día 14.
Una poesía para la vida
Después de publicar sus primeros poemas en la Revista de Occidente de Ortega y Gasset, en 1928 los incluye en su primer libro, “Ámbito”, editado por sus amigos Emilio Prados y Manuel Altolaguirre, libro en el que ya hay elementos que, mezclados a un evidente romanticismo, anticipan su obra poética. Después del simbolismo, el surrealismo (un surrealismo muy personal) fue fundamental en la primera poesía de Aleixandre. “Espadas como labios” (1932) y “Pasión de la Tierra”, (cuyo título inicial iba a ser el freudiano “La evasión hacia el fondo”), que por avatares editoriales se publica en 1935, dieron paso a “La destrucción o el amor” (1933), el poemario superrealista más bello jamás escrito, según su biógrafo Leopoldo de Luis, obra con la que obtuvo el Premio Nacional de Literatura.
Caballero Bonald escribiría que en “La destrucción o el amor” Aleixandre articula una serie de imágenes en torno a cierta pesimista noción de la experiencia de un poeta inmerso en una realidad hostil con la que se siente sensiblemente enemistado. Después de “Sombra del paraíso” (1944), que es como una elegía a una vida secuestrada en el contexto de la posguerra, en 1950 publicó “Mundo a solas” que incluye poesías recuperadas entre las escritas entre 1934 y 1936 y donde el poeta intensifica la angustia existencial. Tras “Nacimiento último” (1953), donde reunió una serie de poemas dispersos escritos la mayoría en 1945, su obra dio un giro en 1954 con “Historia del corazón”, donde aparece el dolor, la conciencia de la muerte y un acercamiento a los seres humanos, con los que comparte estos sentimientos (cambia aquí su idea de comunión en el cosmos por la más realista de fraternidad humana). También el amor, lleno de ebriedad y de pasión, un amor próximo al de los versos de San Juan de la Cruz.
Después de publicar “En un vasto dominio” (1962) y “Retratos con nombre” (1965) iniciaría un nuevo camino con “Poemas de la consumación” (1968) y “Diálogos del conocimiento” (1974), dos libros que son “su cima más sobrecogedora o su más abismático trasfondo”, según escribiera Pere Gimferrer. Su amigo José Luis Cano diría que estos dos libros fueron “la culminación de su obra, una contemplación meditativa de la existencia desde la altitud de la edad”. Sobre estos libros, con los que Aleixandre se despide de su producción poética, escribe Alejandro Sanz en el prólogo de esta edición de la “Poesía completa” de Aleixandre: “Desde la terrible conciencia crepuscular de la vejez Aleixandre canta a la juventud, tan ligada para él a la vida y al amor pleno, a ese amor luminoso y solar que parece abrazarla”.
Aunque naturalmente no se incluye en esta “Poesía completa”, no hay que dejar de recordar la obra en prosa de Aleixandre, que quedó recogida en tres libros: “En la vida del poeta: el amor y la poesía” (1950), que fue su discurso de ingreso en la Real Academia Española; “Algunos caracteres de la nueva poesía española” (1955) y “Los encuentros” (1958), donde cuenta sus relaciones con escritores y poetas coetáneos. En 1987 se publicó un “Epistolario” de la correspondencia que mantuvo con José Luis Cano.
Una biografía de Vicente Aleixandre, escrita por Emilio Calderón, fue publicada recientemente por Stella Maris con el título “La memoria de un hombre está en sus besos”, título recogido de un verso del poeta.
Sea el primero en desahogarse, comentando