por José Luis Pedreira Massa.
Desde hace varios años he publicado y señalado acerca de la bonanza de las redes sociales, pero también del empleo funesto de esta forma rápida y general de comunicación, sobre todo en el ciberacoso. La comunicación fluye rápido y veloz, casi sin darnos cuenta ya se ha generalizado y todos opinan sobre lo que aparece en las redes sociales, como si fuera una verdad incontestable e ininmutable y apenas se piensa en el impacto que pueda tener a nivel personal o si esa noticia es cierta o no, no se comprueba la fiabilidad de la fuente y, por lo tanto, se cae en un error de dimensiones descomunales.
La acción terrible de algunos miembros de Oxfam del Reino Unido ha caído sobre toda la organización y, lo que es peor, por extensión y globalización ha sido un mazo sobre el conjunto de las ONGs de acción social. Algunas, como MSF, han salido rápidas y veloces a explicar sus propias investigaciones sobre el particular y hablar de políticas de transparencia.
Pero las críticas más virulentas, como casi siempre, han venido de sectores confesionales que utilizan términos antiguos y trasnochados, como «progres» y otras lindezas, para señalar a un sector social de la cooperación. Lo hacen exigiendo cumplimientos morales, por cierto de quienes amparan la pederastia desde hace decenios, perdón siglos reales, quienes no pagan impuestos ni IBI, de quienes imponen creencias por encima de las leyes, de quienes claman por «su» forma de pensar como única verdadera, quienes han pervertido fiestas populares «santificándolas» para desnaturalizarlas y asumirlas para luego exigir que se hagan según sus normas, quienes no saben integrar los sarcasmos populares de los carnavales y las fiestas entre D. Carnal y Doña Cuaresma. Bueno pues se erigen en portadores universales de sus propias inmundicias para generalizar y no comprobar.
En este lodazal de Oxfam han ido a pescar y generalizar en las redes un ataque personal, inadecuado, desproporcionado, irreal, mentiroso y fabulador en contra de la compañera del Secretario General del PSOE, para lanzar inmundicias y ataques personales llenos de odio, mentiras y estiércol en las redes.
Menos mal que la página de control de Maldito Bulo fue rápida y contumaz: no solo es mentira, sino que estaba lleno de inexactitudes con mala intención. Ser directivo de una empresa de servicios y prestar servicios a otras empresas no significa pertenecer a esas empresas, es más se es directivo de tu empresa pero no se es directivo de la empresa a la que prestas el servicio.
Se pretendía hacer daño personal con maledicencia, odio y mentiras, ahora toca rastrear el origen del bulo para poder restablecer la verdad. Sobre todo que quienes lo han difundido sepan asumir su error y pedir disculpas.
Cuando se incumple la ley, que la ley caiga con todo su peso sobre quien así se comporta, caso del dirigente de Oxfam del Reino Unido y consecuencias está teniendo sobre la organización, algunas por elevación, pero así son las cosas del mundanal ruido. Generalizar y actuar por elevación sin comprobar fuentes o suponiéndose una altura moral, nada de nada. No se deben aceptar normas morales de quienes no son capaces de reconocer sus propias transgresiones o pretenden imponer sus pensamientos como valores únicos de verdad y se ofenden la víspera sin tolerar la diferencia ni la diversidad.
Para esos que difunden el odio: ser «progre» no es una palabra o algo para pasar factura, ser objetivo significa contextualizar comprobando las fuentes que se poseen, verificando y contrastando los datos y actuar en conciencia sin generalizar de forma gratuita, pertenecer a una de las organizaciones del tercer sector es todo un ejercicio de solidaridad y diversidad donde no todas las organizaciones son iguales ni poseen la misma ideología, cuando mete la pata un «progre» debe pedir disculpas por el error y pagar por lo hecho, antes de atacar a una persona se deben tener pruebas fehacientes sobre la afirmación y, sobre todo, si se va a expandir por las redes.
Algunos tenían ganas, pero… han vuelto a meter la gamba.
J.L. Pedreira Massa es psiquiatra y psicoterapeuta de infancia y adolescencia. Profesor de Psicopatología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia UNED.
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