Lunes, 18 de junio de 2023. La de este domingo ha sido, esencialmente, una marcha en defensa de los Derechos de los Trabajadores, hombres y mujeres, que con su esfuerzo personal hacen posible que la del fruto rojo sea una de las industrias que mayor riqueza genera a la provincia de Huelva. Derechos que, en opinión de las organizaciones convocantes, no siempre son respetados.
(Reportaje fotográfico: Martín Naranjo)
Hace ahora un mes, La Mar de Onuba y Confidencial Andaluz se hicieron eco del artículo Él viene por la tarde, un desgarrador relato elaborado por las periodistas Pascale Mueller y Stefania Prandi para Correctiv y BuzzFeed News, en el que se recogían experiencias terribles vividas por temporeras marroquíes contratadas en origen. Mujeres seleccionadas en zonas rurales de Marruecos, con escasa formación (un estudio de la Universidad de Huelva sitúa en el 75 % el grado de analfabetismo entre las elegidas), de hasta de 45 años, casadas, divorciadas o viudas, y con hijos menores de 14 años. No se contratan hombres. Dicen los empresarios del sector que es una cuestión “postural”, que las mujeres estás más capacitadas para aguantar el duro trabajo de la recogida de fresas. No hay estudios que corroboren esta idea, pero la patronal fresera lo defiende como si los hubiera. No son los únicos, en el propio movimiento sindical hay quien apoya esta tesis.
Lo cierto es que el perfil de las mujeres marroquíes contratadas en origen conforma el caldo de cultivo idóneo para quienes encuentran en los más débiles, en las más vulnerables, una vía para incrementar los beneficios obtenidos con el llamado “oro rojo”. No son pocas las temporeras que se quejan de jornadas laborales intensivas de ocho, nueve y hasta diez horas, de lunes a domingo. Las condiciones de sus contratos dicen, empero, que la jornada será de seis horas y media, con un día de descaso la semana. Todo lo que exceda ese horario deberá ser remunerado como horas extras. Ni una sola de las mujeres con las que ha podido hablar esta revista se reconoce en esas condiciones. Además, muchas se quejan de que sus empresarios les restan el salario los días que hay menos faena, o que les aplican “castigos” por baja productividad, dejándolas sin trabajar y, en consecuencia, sin cobrar los días de “pena”. Las (otras) fuentes sindicales consultadas dudan de la legalidad de esas medidas. Aseguran que las mujeres contratadas en origen no pueden ser las paganas de las inclemencias meteorológicas, de si un día hay más o menos fresas que recoger; y que si han sido contratadas por noventa días, deben cobrar noventas días.
Otro capítulo es el del alojamiento. A las mujeres se les asegura que cuando lleguen a España dispondrán de una vivienda digna. Cuando llegan y conocen los contenedores, “casetas de obra” si se prefiere, en los que se las aloja, en ocasiones sin luz eléctrica ni agua corriente, piensan que en su pobreza marroquí viven con mayor dignidad. Para colmo, muchas se quejan de que sus patrones les cobran por el alojamiento. Uno, dos o tres euros diarios. Algunos empresarios admiten este extremo, pero aseguran que el cobro es «mínimo» y en concepto de “luz, agua y gas”, no por el alojamiento. Se quejan además, de que los medios busquen en esta práctica una ilegalidad. No es una búsqueda, habría que decir; es un lamentable hallazgo.
Y luego está el engaño. Tampoco son pocas las mujeres que consideran que han sido engañadas desde el principio. Aseguran que se les prometió un mínimo de tres meses de trabajo, y que han sido “despedidas” poco después de un mes de estancia en Huelva. La Mar de Onuba está en posesión de copias de contratos facilitados por algunas de las mujeres que ya están de regreso en Marruecos, contratadas en abril, que, efectivamente, dicen que la finalización será el 31 de julio. Una fecha que llama la atención, pues es sabido que la temporada de recogida de fresas suele terminar a finales de mayo, aunque pueda alagarse unas semanas más. Según las fuentes sindicales consultadas, podría tratarse de contratos fraudulentos, realizados bajo engaño, en los que se ofrecen varios meses de empleo a sabiendas de que no será así. Las mismas fuentes aseguran que un juez podría considerar que adolecen “vicio de nulidad”, y dictar sentencias que obliguen a los empresarios a abonar el contrato completo. “El problema es que una vez que han sido devueltas a sus países, entablar reclamaciones judiciales se antoja prácticamente imposible”. Sería necesaria una investigación de oficio por parte de la Inspección de Trabajo que revisara, uno por uno, todos los contratos suscritos en origen para establecer un modus operandi. Y sería necesaria también la colaboración de los sindicatos que tienen representación en el sector agrícola, UGT y CCOO, para acabar con determinadas prácticas. “No cuentes con ello”, aseguran las fuentes consultadas por La Mar de Onuba. ¿Por qué?, les preguntamos. “Pregúntales a ellos”, nos responden.
ACOSO SEXUAL
Pero lo que, indudablemente, ha conseguido poner el foco mediático sobre las condiciones de trabajo de las temporeras marroquíes han sido los casos de abuso y acoso sexual, incuso violaciones, que están siendo investigados por la Fiscalía de Huelva y que, esta temporada, han supuesto varias detenciones. El morbo.
Era el plato fuerte de los reportajes de Mueller y Prandi. En un principio, todas las fuentes consultadas negaban la mayor. Hasta algunas asociaciones que trabajan sobre el terreno con las trabajadoras del otro lado del Estrecho negaban tener conocimiento. Cuando La Mar de Onuba y Confidencial Andaluz publicaron el 13 de mayo el primer artículo sobre este asunto, una destacada activista llegó a recriminar a este redactor, vía WhatsApp, que diera cobertura a lo publicado a su vez por Correctiv y BuzzFeed News. Este domingo, en la manifestación que se ha celebrado en Huelva, esa misma persona era una de las más activas gritando consignas contra la explotación sexual en los campos de fresas.
Una manifestación que ha sorprendido. En torno a mil quinientas personas, hombres y mujeres reclamando derechos laborales y dignidad para las temporeras. No es que fuera “multitudinaria”, pero si la comparamos, por ejemplo, con la convocada por los sindicatos mayoritarios el último Primero de Mayo, algunos dizque líderes obreros deberían plantearse si están haciendo bien su trabajo.
Cabe recordar que los dos principales sindicatos corrieron raudos a suscribir con las patronales agrícolas un comunicado conjunto en el que afirmaban que llevarían a la Fiscalía los artículos publicados, aunque no quedaba claro si lo que se esperaba del Fiscal es que investigara a los protagonistas de los artículos… o a quienes lo escribimos.
PUNTO DE INFLEXIÓN
Un mes después de que La Mar de Onuba y Confidencial Andaluz lograran poner la situación de algunas temporeras en primera línea de la actualidad informativa, las propias patronales del sector fresero, que hasta hace pocos días vinculaban las informaciones de este y otros medios en una “campaña orquestada desde fuera” por los competidores extranjeros de la fresa onubense (o en estrategias espurias de los sindicatos que no tienen representación), admiten hoy la necesidad de implementar medidas que protejan los derechos de los trabajadores del campo en la provincia de Huelva, y especialmente, los de las mujeres marroquíes contratadas en origen. De hecho, a la situación idílica que proyectaban hace poco más de un mes, ya le reconocen como necesarias medidas para las próximas temporadas impensables a primeros de mayo de este mismo año. Formación de capataces y manijeros con perspectiva de género. Aceptar, incluso sufragar, la intervención de mediadores interculturales designados por las organizaciones no gubernamentales especializadas en temas de extranjería, que podrán verificar el cumplimento de lo establecido en los contratos firmados en origen, y en el propio convenio colectivo del campo onubense. El trabajo que se le supone a los sindicatos. Y lo que es más importante, la puesta en marcha de protocolos de actuación inmediata en casos de abusos y acoso sexual.
Las fuentes consultadas por esta revista añaden que es urgente revisar el propio acuerdo suscrito hace casi dos décadas por los gobiernos de España y Marruecos, que permiten una selección de personal que en nuestro país sería tildada de inconstitucional y atentatoria contra derechos fundamentales. Quedará en la buena voluntad de quienes hoy ya han admitido la necesidad de nuevas medidas de protección y seguimiento.
En lo que coinciden unos y otros, hasta los que con su atronador silencio han dejado tanto que desear estas semanas, es que la manifestación de este domingo en Huelva (y sus réplicas en 18 ciudades de toda España) supone un punto de inflexión que hay observar con optimismo para que el campo de Huelva no vuelva a ser protagonista por el lado oscuro del oro rojo. A partir de la próxima temporada, todos los protagonistas, patronal, sindicatos, Inspección de Trabajo, gobiernos locales, regional y de España, ONGs… tienen ante el sí el reto de la ejemplaridad. Para que la fresa de Huelva recupere los titulares por su calidad y excelencia. Y para que nunca más miles de personas en todo el país tengan que salir a la calle a gritar “¡Fresas sí, pero con derechos!”
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