Los españoles de “trabajadores invitados” a ciudadanos alemanes

por José Mateos Mariscal

 

Viernes, 5 de marzo de 2021. Una década después de la Segunda Guerra Mundial, la República Federal Alemana se encontraba cosiendo las heridas de la guerra y creciendo a un ritmo increíble, en lo que se conoce como el milagro económico alemán. La necesidad de mano de obra en la renaciente industria alemana llevó al Gobierno a firmar acuerdos con otros países para atraer mano de obra. Se creó la figura de los gastarbeiter (trabajadores invitados) que procedían principalmente de países mediterráneos como Italia, España y Portugal.

En 1954, el Gobierno federal alemán firmaba un acuerdo con España, que se unía así a los países de procedencia de los gastarbeiter. Los empleados, mano de obra poco cualificada, barata y principalmente masculina, eran llevados a Alemania desde los países de origen con contratos temporales de dos años en el caso españoles, lo que garantizaba la rotación laboral. Sin embargo, los costes derivados del transporte y el entrenamiento de nuevos trabajadores que ocupasen esos puestos, facilitaron la ampliación de la temporalidad laboral de los trabajadores españoles con una modificación del acuerdo en 1964. Más tarde se les permitió, además, desplazarse con sus familias.
La crisis del petróleo de 1973 señaló el fin del milagro económico germano, y los acuerdos bilaterales para atraer trabajadores invitados terminaron de golpe. Cerca de 2,7 millones de españoles habían solicitado trabajo en Alemania entre 1961 y 1973, aunque de esos únicamente 750.000 fueron contratados. De los 2,7 millones de Españoles, la mitad regresaron a su país natal, mientras que los demás se instalaron en Alemania y fundaron la actual colonia española en el país germano.

La llegada a Alemania de las familias de estos trabajadores españoles supuso su establecimiento durante plazo más largo en el país centroeuropeo. Estas familias se situaron en barrios de clase media que se han transformado en zonas étnicamente diferenciadas y de menor renta media, ya que, paralelamente, se produjo el desplazamiento de la población alemana a otras zonas consideradas más tranquilas.

Es importante para mí contar las historias de migrantes, contar mi historia, junto con la historia de las personas. Quizás la sociedad alemana piense que somos muy diferentes, pero en sí, los inmigrantes y migrantes tenemos muchas similitudes… tenemos traumas similares, pesadillas similares, el ser inmigrantes y migrante nos une de maneras similares. Me gusta escribir historias lentas. Son historias comunes y corrientes, y yo soy un hombre común y corriente. Y eso creo que ha tocado el corazón de mis lectores porque les recuerda a sus tíos, a sus abuelos migrantes en Alemania. Y eso es algo especial.

En tiempos de coronavirus

En Alemania, el casero puede recurrir a los tribunales. El Gobierno germano fue uno de los primeros de Europa en aplicar medidas para paliar el impacto del coronavirus en la vivienda, aunque optando por una solución intermedia, dado que ha prohibido los desahucios en caso de impago del alquiler, aunque se ofrece al propietario la posibilidad de recurrir a los tribunales para reclamar a sus inquilinos el pago de sus deudas.

En concreto, las medidas aplicadas por el Gobierno de Angela Merkel prohíben rescindir el contrato, el primer paso para solicitar el desahucio del inquilino. Esta moratoria parcial se aprobó en principio hasta el 30 de septiembre, pero la segunda oleada del coronavirus ha motivado que Berlín haya prorrogado su vigencia hasta el 31 de marzo de 2021.

Las peleas entre inquilinos y propietarios son muy frecuentes en Alemania. En imágenes difundidas por periódicos se muestra cuando los protagonistas se agreden física y verbalmente en el primer piso del inmueble en Wuppertal en presencia de menores de edad. El propietario de la casa contó que la gresca fue iniciada por el hombre de origen migrante a quien alquila su local para ser usado como bar. Lo acusó de usar un arma para amenazar a sus familiares. Sin embargo, inquilino acusado identificado negó esta acusación, y según el periódico local de Wuppertal los policías, no hallaron ningún arma en el poder del sujeto. En tanto, según TV Alemana el dueño de la propiedad indicó que no le paga hace un año el alquiler. Además, señaló que el acusado se encontraba en estado de ebriedad. Las personas involucradas en la pelea fueron llevadas a la comisaría de Wuppertal. El personal del 112 atendió a los dos heridos por cortes y procedió a clausurar el local que funciona como bar.

Inquilinos migrantes no pueden pagar, propietarios no pueden seguir sin cobrar las rentas y la situación es insostenible para todos. Millones de inquilinos migrantes en Alemania no han podido pagar el alquiler de su vivienda debido a la situación económica creada por el covid-19, y al mismo tiempo, los dueños tienen que enfrentar los gastos de la propiedad y no pueden desalojar a los ocupantes. Para muchos de las dos partes la situación se torna insostenible provocando racismo.

El racismo es el clasismo de quien odia a quienes quieren labrarse un futuro mejor en una tierra, un país que les dé la oportunidad de poder desarrollar todo su potencial . Cuando escucho el discurso de odio de quienes se sienten superiores y dicen defender a Alemania de una invasión, me produce pena y me río de su ridículo discurso cargado de odio. El ultranacionalismo Alemán no rechaza a los jeques porque vienen cargados de petrodólares, y sí alimenta la ignorancia de quien ve inferior al diferente. Es emocionante escuchar las historias de quienes llegan a este país y es penoso escuchar los argumentos de quienes les rechazan.

Los que protestan porque les quitan el trabajo deben tener en cuenta que si alguien que cruza desiertos y mares después de deshucio tras desahucio, en condiciones límite, sin recursos, sin títulos ni vida laboral demostrable, y les quita el trabajo, igual el problema es de ellos.

Es imposible sentirse superior a personas que logran sobrevivir a tan dura vida, porque están demostrando sus grandes capacidades que están por desarrollar para su propio bien y el del país que les acoge. Las corrientes migratorias siempre han existido y existirán y nadie las para porque están motivadas por la supervivencia pura y dura.

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