Lunes, 23 de octubre de 2023. Las implicaciones del resultado electoral del pasado 23 de julio van mucho más allá del escenario doméstico. Había muchos ojos puestos en aquella jornada desde cancillerías de todo el mundo, y esos ojos siguen de cerca también la investidura del presidente español.
Los españoles sabemos muy bien lo que importa contar con un presidente partidario de subir las pensiones en lugar de un presidente dispuesto a empobrecer a los pensionistas. Y lo mismo puede decirse respecto a la mejora del salario mínimo, a la dignidad de los contratos laborales, a la vigencia del Ingreso Mínimo Vital, a la lucha contra la violencia de género o a la convivencia territorial, por citar algunas de las políticas nacionales en juego.
Pero el color político del presidente del Gobierno español constituye, asimismo, un factor clave para decantar algunos de los equilibrios más relevantes en el contexto geopolítico internacional.
Para empezar, al gobierno español le corresponde presidir hasta final de año el Consejo de la Unión Europea. En estos momentos, de las grandes potencias de la Unión, tan solo España y Alemania cuentan con mandatarios progresistas, dado que tanto Francia, como Italia y Polonia, están gobernados por fuerzas conservadoras, con claros tintes ultras el segundo y camino de centrarse algo el tercero, esperemos.
No hay que ser muy imaginativos para anticipar el sentido de las políticas que se afianzarían en Europa en el caso de que el ejecutivo español se alineara con los gobiernos derechistas, aislando por completo a Alemania, cuyo canciller tiene como socios a los liberales, por cierto. Y el orden del día de los próximos Consejos Europeos no es liviano: las nuevas reglas fiscales, el reparto de los Fondos comunes, el control de los precios de la energía, la política migratoria…
El 23 de julio español tuvo, además, otra lectura política trascendente, en nuestro continente y en el continente latinoamericano de una manera especial. Se trataba de comprobar el empuje de la ofensiva ultraderechista, que había triunfado en la Italia de Meloni, que prometía vuelco histórico en la Francia de Le Pen, que ganaba envergadura elección tras elección en Alemania, que prometía consolidar el gobierno polaco, que se solidificaba en Hungría, que crecía en los países escandinavos…
Latinoamérica también estaba atenta al posible acceso al poder por parte de la derecha populista en España. Con buena parte de la juventud latinoamericana fascinada por el fenómeno Bukele, con el ultra Milei capitaneando las primarias argentinas, con el bolsonarismo desestabilizando Brasil, con la amenaza creíble del nuevo mandato Trump en los EEUU…, un gobierno PP-Vox en nuestro país hubiera dado la pista definitiva sobre el sentido del tiempo histórico.
Por otra parte, el secretario general del PSOE es en la actualidad también el Presidente de la Internacional Socialista, y la fortaleza del socialismo español da la medida de la fortaleza de los postulados socialdemócratas en el mundo. Porque también hay un debate pendiente en la izquierda entre las políticas reformistas y las recetas populistas. Sánchez representa la izquierda de gobierno, que prefiere el avance sustantivo y real antes que el postureo llamativo y estéril.
Los gobiernos progresistas de España han sido desde la Transición Democrática referencias internacionales para las políticas de bienestar y de conquista de derechos y libertades. Las leyes españolas contra la violencia de género, a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo y el derecho de eutanasia, por poner solo tres ejemplos, son faro para la orientación de muchas reivindicaciones progresistas en el resto del mundo. Esto también está en juego.
Y no olvidemos que las posiciones de Pedro Sánchez -y de José Borrell, como “ministro” europeo de asuntos exteriores- ante las principales crisis geopolíticas del momento, están ayudando a cimentar el compromiso europeo en defensa de Ucrania, y están alentando la exigencia internacional de contención ante la respuesta israelí al ataque de Hamás.
¿Alguien puede pensar que un gobierno Feijóo-Abascal no alteraría gravemente todos estos escenarios?
La investidura de Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno de España importa a la mayoría de los españoles. Pero no solo…
Rafael Simancas es Secretario de Estado de Relaciones con las Cortes y Asuntos Constitucionales.
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