La erupción del Cumbre Vieja, una crisis sin precedentes para los habitantes de La Palma

Erupción del Cumbre Vieja. Foto: Lorena Sopena
Oier Zeberio
por Oier Zebeiro

 

Miércoles, 29 de septiembre de 2021. Hace exactamente nueve días que comenzó la erupción del volcán Cumbre Vieja en la Isla de La Palma. En estos nueve días, los vecinos de la zona afectada han sido testigos del horror: 460 edificios han sido destruidos y el número de evacuados supera los 6 000 mientras la lava avanza imparable. A la pérdida de edificios y enseres se le añade una acuciante incertidumbre sobre el futuro. Muchos temen que la erupción dañe gravemente al sector platanero, un sector que representa el 50% del PIB de la isla y que sustenta a 10 000 familias. Otros muestran su temor en torno a las ayudas, su cuantía y su distribución. Desde EULIXE hemos cubierto en primera persona este desastre que dejará un antes y después en la Isla de La Palma.

SE DESATA EL DESASTRE

El 19 de septiembre, las peores pesadillas de los habitantes de la zona de Los Llanos se hicieron realidad a las 15:12 de la tarde cuando estalló el volcán Cumbre Vieja. Los terremotos registrados en los días anteriores y la deformación del terreno atestiguaban que el magma estaba haciendo esfuerzos por salir a la superficie, pero nadie sabía si este proceso desembocaría en una erupción y, en su caso, cuándo se produciría. Las primeras nubes de ceniza del volcán emergieron cuando el nivel de alerta aún seguía siendo amarillo. La lava inició su camino y, poco a poco, comenzó a destruir casas y otras infraestructuras.

El martes 21 de septiembre se confirmó que la lava había llegado a algunas zonas del barrio de Todoque. La masa de rocas, de varios metros de altura, estaba muy cerca de la emblemática Iglesia, ahora sepultada, y los sonidos de las sirenas de las fuerzas de seguridad y de las unidades de emergencia se mezclaban con los llantos de algunos de los presentes. Un taxista de la zona relataba lo siguiente:

Sentimos mucha rabia y descontento. Es un desastre para los vecinos que lo han perdido todo y para toda la isla. La situación es caótica.

Los edificios temblaban y las camionetas de los bomberos iban de un lado a otro. El concejal de urbanismo, Manuel Perera, que estaba equipado con una mascarilla y gafas de protección, describió la situación como “realmente trágica”. “Es increíble lo que está pasando. Un gran espacio del pueblo de Los Llanos está desapareciendo», subrayó con pesar. Permitieron a los vecinos sacar sus pertenencias antes de que llegara la lava a sus casas.

Ocho minutos antes, una familia que vivía a una veintena de metros de la zona donde se realizó esta última entrevista desalojó su casa con la ayuda de la Unidad Militar de Emergencias (UME). Únicamente tuvieron entre 15-20 minutos para ello. Antes de que las autoridades locales emitieran la orden de evacuación del personal no esencial, por el lugar pasaron una decena de vehículos ocupados por vecinos de la zona y unos pocos bienes. Los rostros de las personas que iban dentro expresaban un sufrimiento difícil de entender desde fuera.

Fotos: Lorena Sopena

Al día siguiente, en la mañana del 22 de septiembre, las principales carreteras situadas al sur de Tazacorte se llenaron de decenas de vehículos. Los vecinos se dirigían a su casa para recoger sus pertenencias. También en este caso, solo tuvieron unos pocos minutos para ello. Los controles de carretera estaban por doquier y solo podían pasar los vecinos autorizados. Domingo Hernández, jefe de Protección Civil de Los Llanos de Aridane, nos afirmó que decidieron permitir el acceso a zonas menos peligrosas para que los vecinos pudieran coger las cosas más importantes, entre ellas algunos bienes y la documentación. De vez en cuando, las cenizas cubrían viviendas, tierra y coches aparcados; los gases tóxicos causaban problemas para respirar.

El testimonio de una vecina del barrio de San Bolondón, en Tazacorte, recogido el mismo día, representa claramente el sufrimiento de los afectados: «Esta mañana, mi hija ha perdido su casa. Vivía en Todoque. Ahora está en mi casa con los niños. Los pequeños están muy nerviosos». Ya conocía los efectos de los volcanes. Cuando tenía seis años, vivió la erupción del Teneguía, pero aseguró que la de Cumbre Vieja estaba siendo mucho peor.

Para la gente de fuera es un espectáculo precioso. Pero cuando te llaman y te dicen que a alguien se le ha quemado la casa… Y eso no solo le ha pasado a mi hija; también a mucha otra gente, amigos, familiares… Ahora no voy a nombrar a nadie, porque me voy a quedar corto.

Al ver que cientos de personas han perdido su casa y sus bienes y que la situación de emergencia se prolongará durante varios días o semanas, los ciudadanos han abierto varias vías para ayudar a los afectados. Los almacenes de ropa y comida y los proyectos para recaudar fondos están en marcha. Destaca la disposición mostrada por las fuerzas de seguridad y las unidades de emergencia para ayudar al público. Trabajando sin descanso en turnos extenuantes, son el pilar fundamental tanto en el proceso de la gestión de la crisis como en la protección de los habitantes.

A partir del 22 de septiembre, la erupción y la afectación se intensificaron. Se han perdido más hogares en los últimos días, mientras que varios barrios de Tazacorte han sido confinados por el peligro que existe de que la lava llegue al mar. Según los expertos, este hecho desencadenaría una nube tóxica peligrosa que podría afectar a los vecinos de la zona. Hasta el pasado viernes al menos 461 edificios fueron destruidos y más de 6.000 personas tuvieron que abandonar sus hogares.

Para la mayoría de los habitantes de La Palma y, sobre todo, de la zona afectada, además de la gravedad de la situación, los puntos más preocupantes son la incertidumbre y las consecuencias económicas asociadas al futuro. Es posible que, además de perder la vivienda, muchas personas se queden sin su trabajo. Por ejemplo, es muy probable que la industria del plátano reciba un duro golpe debido a la erupción. Según algunas fuentes, más del 50% del producto interior bruto (PIB) de la isla y el 30% de los empleos dependen de la producción de esta fruta. Un total de 5.300 agricultores trabajan en este sector, que da soporte a 10.000 familias. “Han venido políticos y dirigentes, pero ¿qué pasará con las ayudas? ¿Llegarán? Y si llegan, ¿De cuánto serán? Tienen a la gente en los polideportivos. Las personas están amontonadas. No les han llevado ni a los hoteles”, explicaba con una mezcla de enfado y preocupación una vecina de la zona.

HISTORIA VOLCÁNICA DE LA ISLA DE LA PALMA
Fotos: Lorena Sopena

Aunque en muchas ocasiones en Europa asociemos los volcanes con países como Islandia o Italia, lo cierto es que las Islas Canarias son muy activas desde el punto de vista vulcanológico. Y al respecto, la Isla de La Palma es la que en los últimos años ha concentrado una mayor actividad. Concretamente, la isla es el emplazamiento que más erupciones volcánicas ha experimentado desde el siglo XV.

La reciente erupción que comenzó el pasado 19 de abril a las 15:12 hora local y que continúa sembrado el caos en la parte suroccidental de la isla se suma a los ocho registrados documentalmente en isla desde que existen los registros. Los datos recogidos por un estudio del Instituto Geográfico Nacional revelan que la erupción más antigua registrada en Canarias ocurrió entre 1430 y 1440 en la zona de Tacande. Las erupciones que a continuación golpearon la isla fueron las siguientes: el del volcán Tehuya, en 1585; Martín, en 1646; San Antonio, en 1667-68; El Charco, en 1712; los volcanes San Juan y Nambroque, en 1949; y después el del Teneguía, en 1971.

La mayoría de los volcanes del mundo se encuentran en los bordes de las placas tectónicas. En las zonas de subducción, por ejemplo, son especialmente numerosos los grandes volcanes como los que podemos observar en los Andes, en Estados Unidos, Indonesia o Japón. También hay volcanes en las zonas de expansión de las placas, es decir, en las dorsales oceánicas. Sin embargo, hay un tercer tipo de volcanes que se encuentra en el interior de las placas, en lugares que se denominan “puntos calientes”. Es la ascensión del magma lo que provoca que se formen volcanes en estos lugares. Como la placa sigue desplazándose, mientras que la posición del punto caliente no cambia, acaban formándose, en un lapso de unos millones de años, una cadena de islas volcánicas tal y como ocurre, por ejemplo, en Hawái.

Según el Gobierno de Canarias, el vulcanismo de las islas es calificado por algunos como de “punto caliente”, aunque hay quienes discuten esto. Desde esta institución afirman que “es probable que [el vulcanismo] tenga relación estrecha con la zona de transición entre el continente africano y la litosfera oceánica del Atlántico y que se encuentre también afectada por los movimientos tectónicos que levantaron la cordillera del Atlas en el Norte de África y, por supuesto, por el lento movimiento de la placa africana”. Subrayan que “el resultado de todos estos fenómenos habría sido la aparición del conjunto volcánico de las Canarias”. Por otro lado, también afirman que las erupciones de los volcanes canarios suelen ser del tipo “efusivo” y que “no son muy peligrosas para las personas” ni “muy destructivas”. Al respecto, la erupción que está actualmente en curso en La Palma, aunque ha dejado sembrado por su paso destrucción y miseria, no ha provocado víctimas mortales de manera directa y no ha causado una destrucción generalizada de la isla o ha dejado efectos regionales o globales.

EL RIESGO VOLCÁNICO

Junto a los terremotos y los tsunamis, las erupciones volcánicas son uno de los fenómenos más intensos que provocan las dinámicas internas de la Tierra. Beneficiosas para el planeta, ya que sirven para reciclar la tierra, son capaces de transformar para siempre grandes territorios, de aniquilar a la flora y a la fauna y de incluso provocar pequeños cambios climáticos que tienen un efecto devastador a nivel planetario.

A nivel general, las erupciones volcánicas son uno de los desastres naturales más catastróficos para la biosfera. En el caso de los humanos, su actividad provoca muertes directas e indirectas y enfermedades bronco pulmonares. En el caso de los animales, las erupciones también generan muertes directas, la muerte por la ingestión de tierra total o parcialmente contaminada etc. Por último, en el caso de las plantas, la vegetación es quemada y el suelo queda estéril durante varios meses.

Tal y como lo subrayan numerosos científicos en el caso de los terremotos, “no son los terremotos los que causan la pérdida de vidas humanas, sino los edificios”. Lo mismo ocurren con los volcanes. Las erupciones se convierten en tragedias cuando se topan con los asentamientos humanos que se han establecido en su vía.

La vulcanóloga Sarah Brown de la Universidad de Bristol en un artículo publicado por la BBC relata que se calcula que cada año unos 60 volcanes alrededor del planeta registran erupciones. «Algunos de ellos lo hacen de forma inesperada, mientras que otros reinciden con cierta regularidad», subraya. Según los datos que proporciona, desde el 1500, unas 280.000 personas han muerto por las erupciones volcánicas. 170.000 de esas víctimas mortales perdieron la vida solamente en 6 erupciones. Y desde comienzo de siglo, unas 2.000 personas han fallecido por esta fuerza de la naturaleza. [Para más información, consultad el siguiente enlace]

El uso de satélites permite someter a algún tipo de vigilancia incluso a los volcanes más remotos, pero solamente un 20% de todos los volcanes son seguidos por algún sistema de monitoreo terrestre. Y aproximadamente cada dos años se produce la erupción de un volcán sobre el cual no se tienen registros históricos. Estos pueden ser los más peligrosos, dado que los largos periodos de letargo pueden terminar en erupciones más explosivas y porque la gente que vive en su entorno puede ser la menos preparada – Sarah Brown, Universidad de Bristol.

Las principales causas de mortalidad son los flujos piroclásticos y los lahares. Ambos fenómenos son responsables de unas 120.000 muertes durante los últimos 500 años.

  • Los flujos piroclásticos son avalanchas muy rápidas de rocas, cenizas y gas sobrecalentados que se mueven con mucha rapidez y pueden alcanzar los 704º C incinerando todo a su paso. Son provocados, principalmente, por el colapso de las columnas eruptivas o de los domos de lava. Por ejemplo, tanto Pompeya como Herculano quedaron devastadas por estos flujos en el año 79 cuando entró en erupción el volcán Vesubio. También fueron los causantes de unas 30.000 muertes en la isla caribeña de Martinica en el año 1902.
  • Los lahares son flujos de lodo volcánico mezclado con detritos y se forman cuando las nieves o los glaciares que se encuentran en determinados volcanes se derriten rápidamente por el calor de la erupción. Pueden arrastrar rocas tan grandes como casas, árboles y cualquier tipo de objetos que se encuentren por su paso. Por ejemplo, el 13 de noviembre de 1985, un lahar arrasó el pueblo colombiano de Armero provocando entre 23.000 y 25.000 víctimas mortales.

Estos dos fenómenos, por fortuna, no se registrarán en la Isla de La Palma debido a las características geológicas y eruptivas del volcán Cumbre Vieja. Sin embargo, los dos tipos de erupción que se están registrando actualmente, una estromboliana y otra hawaiana, han dañado y dañarán irreversiblemente la vida de miles de personas en la isla.

“En la actualidad, unos 800 millones de personas viven en un perímetro de 100 kilómetros alrededor de un volcán activo. Es una distancia que les coloca en el punto de mira de los impactos potencialmente mortales de las erupciones volcánicas. Solamente en Indonesia, uno de los países que más volcanes tienes en el mundo, hay 200 millones de personas que se encuentran en esa situación de vulnerabilidad”, advierte Brown. A medida que vaya creciendo la población es probable que incluso más gente pase a vivir cerca de algunos de los 1.500 volcanes activos (repartidos en 81 países) en el planeta. Al respecto, algunas voces han empezado a cuestionar las políticas de urbanización aplicadas en los últimos años en la Isla de La Palma.

Tal y como lo subraya Brown, un volcán “no tiene que matar gente para tener un impacto significativo”. Afirma que, “las evacuaciones obligan a la gente a abandonar sus hogares, se pierden formas de sustento, las áreas agrícolas quedan devastadas y las pérdidas económicas pueden sumar miles de millones de dólares”. Por último, defiende qué por esta razón, incluso cuando están dormidos, “es una decisión sabia seguir vigilando a los volcanes”. Y esto es, precisamente, lo que está ocurriendo actualmente en la Palma. Aunque la vigilancia vulcanológica ha logrado que no se registren muertes directas, las evacuaciones, y, sobre todo, la perdida de hogares y enseres y la incertidumbre económica están teniendo un impacto devastador en la vida de los afectados en La Palma.


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