La Casa Colón acoge la primera exposición retrospectiva del artista onubense Antonio Belmonte

‘Camino a la perfección’ recorre en una selección de óleos y esculturas, el itinerario de la creación artística del autor onubense, entre 1974 y 2024

Lunes, 20 de mayo de 2024. El Salón Iberoamericano de la Casa Colón acogerá desde el próximo jueves, 23 de mayo, ‘Camino a la perfección’ primera exposición retrospectiva de Antonio Belmonte, que recorre en una selección de óleos y esculturas, el itinerario de la creación artística del autor onubense entre 1974 y 2024.

Antonio Belmonte, nacido en Huelva en 1952, es uno de los autores más importantes de la pintura andaluza contemporánea, cuya trayectoria se presenta en esta exposición que reúne medio siglo de trabajo a través de distintas técnicas y soportes en dos y en tres dimensiones para profundizar en un artista de gran sinceridad plástica, auténtico y personal, que destaca por la creación de una serie de paisajes espectaculares y a la misma vez misteriosos, que surgen de su propia imaginación.

Camino de perfección es la primera exposición retrospectiva de Antonio Belmonte y recoge cinco décadas de creación que desvelan un proceso de trabajo tenaz y concienzudo, con una gran variedad de formatos y soportes -pintura, dibujo, escultura, y obra seriada- que trascienden sus intenciones y son un verdadero catálogo de ensoñaciones convertidas en realidades, un laborioso y metafísico camino de perfección artística y personal.

Como describe Pablo Sycet, en su trabajo “hay todo un espectro de registros formales que parecen estar acompasados a lo que ha sido el devenir de sus inquietudes desde los fragmentos de interior, y los entornos urbanos que reflejan la cruda realidad de una sociedad deshumanizada, de su primera época, pasando por los paisajes poblados de ruinas y restos arqueológicos de tiempos pasados, hasta llegar a sus últimas pinturas, tan románticas, atmosféricas y evanescentes que conforman una abstracción insólita, y ofrecen una nueva forma de mirar en el panorama artístico español del nuevo siglo”.

Belmonte cuenta con el Premio Vázquez Díaz y los galardones de los Ayuntamientos de Gibraleón y de Isla Cristina. Su obra forma parte de diversas colecciones privadas y de organismo públicos, entre otras las de la Diputación Provincial de Huelva; Testimonio de Caja de Ahorros y Pensiones de Barcelona; Caja Postal; Comunidad de Madrid; José Serrano Suñer; Alfredo Fraile; Graphische Samlung Albertina (Viena); Museo Los Ángeles de Segovia; Archivos Nacionales del Museo de Publicidad; Autoridad Portuaria de Huelva; y Museo del Louvre.

Hasta el 29 de junio, estará abierta al público esta exposición de lunes a viernes en horario de 10.30 a 13.30 horas y de 17.30 a 20.30 horas; y las mañanas de los sábados de 10.30 a 13.30 horas.

FUENTE: Fundación Olontia

'Camino de perfección' de Antonio Belmonte
Antonio Belmonte (Huelva, 1952)
por Pablo Sycet

Hasta que llegó a Madrid en el inicio de los años 70, justamente hasta el momento en que decidió elegir el incierto camino de la creación y marchar desde Huelva a la capital para cursar sus estudios de Bellas Artes, la vida de Antonio Belmonte no se presentaba muy prometedora si tenemos presente que nació en la Huelva de los años 50, sin muchas posibilidades para encauzar debidamente las inquietudes de un muchacho que, desde que era un niño, demostraba unas facultades innatas para el dibujo y un natural sentido del color que poco, o nada, tenía que ver con el entorno en que creció hasta que consiguió la beca de estudios que le pondría alas a su aspiración de dedicar su vida a la práctica del arte.

Como la inmensa mayoría de aquellos aspirantes a la gloria que en el tránsito de los años 60 a los 70 desfilaron por las escuelas de Bellas Artes, Belmonte recibió las enseñanzas académicas propias de su disciplina, pero también estuvo atento a los cambios que se estaban produciendo en el arte español, mucho más receptivo a las corrientes artísticas y sociales, que se iban imponiendo en otras latitudes, y los contrastes naturales entre tradición y modernidad que se producían en las aulas, y que determinaron que algunos de sus compañeros de curso abandonaran las enseñanzas académicas para aventurarse en la selva inextricable de las galerías de arte, que ya eran una pieza más del tejido cultural de nuestro país.

Pese a todos los cantos de sirena y a todos los ismos que han ido dejando su huella en el mundo del arte, Belmonte ha seguido siendo fiel a sus aspiraciones y a una forma muy particular de mirar el mundo alrededor, e interpretarlo con unos registros plásticos tan personales como atemporales, en clave romántica. Así es como frente al expresionismo feroz o el impresionismo abstracto de otros compañeros de generación, Belmonte ha podido construir un relato muy personal sin bandazos y ni cambios de registro, consciente en todo momento de los márgenes naturales de su proyecto para, partiendo de un realismo tan aventurado como académico, desembocar medio siglo después en este fulgor evanescente que se ha apoderado de su pintura en los últimos años en contraste

con esa suerte de realismo mágico que le da carácter a su producción en tres dimensiones, una inesperada pasión escultórica que le está dando a sus años de plena madurez otra dimensión.

Entre estos dos extremos de su vida profesional, hay todo un espectro de registros formales que parecen estar acompasados a lo que ha sido el devenir de sus inquietudes desde los fragmentos de interior, y los entornos urbanos que reflejan la cruda realidad de una sociedad deshumanizada, de su primera época, pasando por los paisajes poblados de ruinas y restos arqueológicos de tiempos pasados, hasta llegar a sus últimas pinturas, tan románticas, atmosféricas y evanescentes que conforman una abstracción insólita, y ofrecen una nueva forma de mirar en el panorama artístico español del nuevo siglo.

Camino de perfección es la primera exposición retrospectiva de Antonio Belmonte (Huelva, 1952), y recoge cinco décadas de creación que desvelan un proceso de trabajo tenaz y concienzudo, con una gran variedad de formatos y soportes -pintura, dibujo, escultura, y obra seriada- que trascienden sus intenciones y son un verdadero catálogo de ensoñaciones convertidas en realidades, un laborioso y metafísico camino de perfección artística y personal.


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