por Eduardo Montagut.
Por autarquía se entiende la política de un Estado que pretende bastarse con sus propios recursos, evitando en la medida de lo posible, las importaciones de productos de otros países. La política económica seguida por el franquismo desde el final de la guerra civil hasta mediados de la década de los cincuenta constituye uno de los ejemplos más notorios de lo que es una autarquía. Esta etapa tiene que ser entendida por un conjunto de factores o circunstancias tanto internas como externas, además de por la adopción de un determinado posicionamiento ideológico y político, sin olvidar las condiciones materiales de la época.
La autarquía significó el aislamiento de España en relación con el mercado internacional y una opción por el autoabastecimiento. La Segunda Guerra Mundial supuso, evidentemente, un serio problema para la articulación del mercado internacional y España, lógicamente, se vio afectada, y más por la situación de posguerra que padecía. Al terminar la Segunda Guerra Mundial ese factor externo se transformó en una política de sanciones políticas, diplomáticas y económicas hacia el régimen franquista por su evidente colaboración con la Alemania nazi.
La política autárquica se convirtió en una alternativa a esta situación. Con su adopción se pretendía conseguir abastecer el mercado nacional con la producción nacional. En la formulación de esta política hay que tener en cuenta también el posicionamiento ultranacionalista y fascista del primer franquismo.
La política autárquica fue un completo fracaso porque prolongó y agudizó la escasez y carestía que gran parte del país había sufrido en la guerra civil. En 1950 el índice de consumo de carne por habitante era el 50% del que se había alcanzado veinte años antes. Además, muchos alimentos fueron sustituidos por sucedáneos. Otra de las consecuencias de esta política fue el altísimo grado de corrupción y de especulación que se generó. La miseria, la carestía y la burocratización del abastecimiento fueron el caldo de cultivo del mercado negro y del estraperlo. Sin lugar a dudas, la naturaleza de esta corrupción fue de las más terribles que ha padecido nuestro país en la época contemporánea porque tuvo que ver con las penurias de la inmensa mayoría de la población. El racionamiento era a todas luces insuficiente para la supervivencia y el recurso al mercado negro se convirtió en una necesidad para la mayoría de las familias españolas. El franquismo sociológico y político empleó desde la época de la Transición el mito del desarrollo económico de los años sesenta para ocultar esta corrupción y la miseria que se padeció durante casi las dos décadas anteriores.
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