Viernes, 14 de junio de 2024. Ha habido importantes cambios en un Haití devastado por la violencia, pero aún está por ver si se producen los tan necesarios avances.
El primer ministro interino, Garry Conille juró, su cargo el 3 de junio. Conille, antiguo funcionario de las Naciones Unidas que ocupó brevemente el cargo de primer ministro hace más de una década, fue la elección de compromiso del Consejo Presidencial de Transición.
El Consejo se formó en abril para asumir temporalmente las funciones de la presidencia tras la dimisión del líder de facto Ariel Henry.
Recrudecimiento de la violencia
Haití ha vivido una violencia de bandas intensa y generalizada desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021. Henry se vio finalmente obligado a abandonar el cargo cuando el conflicto se intensificaba aún más.
En febrero, dos importantes redes de bandas unieron sus fuerzas. Las bandas atacaron el principal aeropuerto de Haití, obligándolo a cerrar durante casi tres meses e impidiendo que Henry regresara del extranjero.
Las bandas tomaron el control de las comisarías y de las dos mayores cárceles de Haití, liberando a más de 4000 presos. La violencia se cebó en una zona de la capital, Puerto Príncipe, hasta entonces considerada segura, donde se encuentran el palacio presidencial, la sede del gobierno y las embajadas.
Los ciudadanos haitianos pagaron un precio más alto: la ONU calcula que unas 2500 personas murieron o resultaron heridas por la violencia de las bandas en el primer trimestre de este año, un asombroso aumento de 53 % respecto al trimestre anterior.
La sociedad civil no echará de menos a Henry. En general, se consideraba que carecía de legitimidad. Moïse anunció su nombramiento poco antes de su asesinato, pero nunca se formalizó, y luego ganó una lucha por el poder gracias en parte al apoyo de Estados extranjeros.
Su mandato fue un fracaso estrepitoso. Fue cuando las bandas parecían a punto de hacerse con el control total de Puerto Príncipe cuando Henry perdió definitivamente el apoyo de Estados Unidos.
Ahora, Estados Unidos, otros Estados y la Comunidad del Caribe (Caricom) han respaldado al Consejo y a una fuerza policial internacional dirigida por Kenia, que ya comenzó a desplegarse.
Evolución controvertida
Cabe esperar que los líderes de las bandas mantengan su resistencia a estos avances. El más destacado, el expolicía Jimmy Chérizier, exige participar en las conversaciones. Pero esto parece una pose. A Chérizier le gusta presentarse como un revolucionario, del lado de los pobres contra las élites.
De hecho, las bandas son depredadoras. Matan a inocentes, y los más pobres son los que más sufren. Las actividades con las que las bandas ganan dinero, como el secuestro extorsivo, la extorsión y el contrabando, se benefician de la débil aplicación de la ley y de la falta de autoridad central.
A los líderes de las bandas les conviene maximizar el caos durante el mayor tiempo posible y, cuando esto termine, buscarán un acuerdo con políticos favorables, como ya han hecho en el pasado.
Las disputas políticas convienen a las bandas, por lo que resulta preocupante que la creación del Consejo requiriera negociaciones extensas y prolongadas. El opaco proceso se caracterizó, evidentemente, por las maniobras interesadas de los políticos en su lucha por la posición y el estatus.
El órgano resultante tiene nueve miembros: siete con derecho a voto y dos observadores. Seis de los siete proceden de formaciones políticas, y el séptimo es un representante del sector privado. Un observador representa a grupos religiosos y el otro a la sociedad civil: Régine Abraham, científica agrícola de profesión, de la Agrupación por un Acuerdo Nacional.
La formación del Consejo fue seguida poco después por la llegada de una fuerza de avanzada de la policía keniana, a la que seguirán otras.
Ha tardado mucho en llegar. El plan actual de una fuerza policial internacional fue aprobado por una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU en octubre de 2023.
El gobierno de Kenia tomó la iniciativa, ofreciendo 1000 agentes, con un número menor procedente de otros lugares. Pero la oposición keniana obtuvo una orden judicial que impedía temporalmente el traslado. Henry se encontraba en Kenia para firmar un acuerdo de seguridad mutua con el fin de eludir la sentencia, cuando el cierre del aeropuerto le dejó retenido allí.
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