La izquierda no puede permitirse la mirada constante a sí misma, porque la izquierda no es un fin sino el medio, el instrumento que tiene la gente humilde para vivir con mayor dignidad. Por eso Francia tiene que despertarse y por eso, la lucha sigue.
Francia ha votado y las derechas han pasado a la segunda vuelta.
Que nadie se llame a engaño, Emmanuel Macron es un liberal de derechas, con ministros de derechas, políticas de derechas e ínfulas de derechas. A quienes hoy les parezca una opción someramente progresista, o no se han leído su programa o no le han prestado mucha atención a sus medidas en el gobierno. Macron es un producto del sistema que defiende los privilegios de los de siempre, que ha insultado a la educación y a nosotros, los profesores; que ha impuesto una política sin diálogo social, sin sensibilidad social, sin visos de progresismo alguno.
Y frente al candidato de la burguesía acomodada se presenta la hija de un hombre filonazi, que sin haber logrado la presidencia de la República ha legado a su hija su sueño y muchas más posibilidades de las que tuvo él. Marine le Pen es una candidata que cuenta con una enorme base electoral obrera e industrial, que ha interpelado a la Francia intransigente, a la Francia racista, a la Francia excluyente.
De nada sirve tener una coherencia inmaculada si no le somos útiles a las trabajadoras y a los trabajadores. Hoy en Francia hay gente que sigue malviviendo en la precariedad, en la pobreza, en el desempleo, en la exclusión. Y a todos ellos, con las propuestas bienintencionadas de cada candidato que ha perdido no vamos a ayudarles en absoluto.
Así que estos dos personajes se jugarán el destino de Francia en la derecha del tablero político, enfrentando sus medidas liberales de un lado, y reaccionarias del otro. Un siervo del establishment y una sierva de Putin.
Y me disculparán quienes me escuchan, pero no me interesan ni el uno ni la otra, porque son más de lo mismo, y los tenemos ya atragantados. Hoy quiero hablar de la izquierda y a la izquierda.
Jean Luc Mélenchon ha obtenido un resultado magnífico, y hubiera pasado a la segunda vuelta si la izquierda no se hubiera fragmentado en trescientos partidos distintos
Jean Luc Mélenchon ha obtenido un resultado magnífico, y hubiera pasado a la segunda vuelta si la izquierda no se hubiera fragmentado en trescientos partidos distintos. Mélenchon no es de mi partido, pero en estas elecciones concitaba la mayoría popular, y los otros candidatos progresistas deberían haber reflexionado antes de lanzarse a proyectos que han dividido y que ahora no sirven de nada ni servirán absolutamente a nadie.
El discurso de Mélenchon en esta noche ha revestido la mayor decencia y orgullo posibles para la izquierda. Ha sido un grito poético a los trabajadores, ha sido una llamada a no conformarse, a no arrodillarse, a no resignarse, pues el combate de la izquierda tiene hoy más sentido y más vigencia que nunca.
El discurso de Mélenchon en esta noche ha revestido la mayor decencia y orgullo posibles para la izquierda. Ha sido un grito poético a los trabajadores, ha sido una llamada a no conformarse, a no arrodillarse, a no resignarse, pues el combate de la izquierda tiene hoy más sentido y más vigencia que nunca.
Francia fue el país de la ilustración y hoy está sumida en la larga noche. Por eso quiero aprovechar para dirigirme a las personas de izquierdas. De nada sirven nuestras ideas y convicciones si no estamos dispuestos a dialogar y a ceder. De nada sirve tener una coherencia inmaculada si no le somos útiles a las trabajadoras y a los trabajadores. Hoy en Francia hay gente que sigue malviviendo en la precariedad, en la pobreza, en el desempleo, en la exclusión. Y a todos ellos, con las propuestas bienintencionadas de cada candidato que ha perdido no vamos a ayudarles en absoluto.
La izquierda no puede permitirse la mirada constante a sí misma, porque la izquierda no es un fin sino el medio, el instrumento que tiene la gente humilde para vivir con mayor dignidad. Por eso Francia tiene que despertarse y por eso, la lucha sigue.
Domingo, 10 de abril de 2022
Melenchon o Macron: la participación electoral será clave para una nueva Francia
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