El PIB, el paro y la deuda ensanchan la brecha económica entre España y Europa

Negocio de hostelería de Barcelona cerrado. Shutterstock / VCalvo
por Antonio Fernández Álvarez

 

La economía española se ha ido distanciando de la del conjunto de la Unión Europea en términos de PIB per cápita y de empleo, y la actual crisis sanitario-económica hará que ese distanciamiento sea aún mayor.

España ha puesto grandes esperanzas en el fondo europeo de recuperación pero, de los dos bloques que conforman estos fondos, el apartado de transferencias tal vez no sea suficiente para hacer frente a la gran debacle económica actual. Y el apartado de créditos, de ser utilizado, incrementaría el volumen de deuda pública, un volumen ya difícil de gestionar sin la ayuda de la UE.

Según Eurostat, en 2008 España registró un índice de 102% sobre la media del PIB per cápita de la UE, pero en 2019 ese índice había retrocedido 11 puntos, hasta el 91%. Y si se compara a España con sus socios de la zona euro, el diferencial, que era de 8 puntos en 2008, se ha incrementado hasta alcanzar 15 puntos en 2019.

Además, las previsiones económicas del Fondo Monetario Internacional (FMI) indican que España sufrirá el peor deterioro económico de los países desarrollados, con una pérdida del 12,8% de su PIB en 2020 para una recuperación del 7,2% en 2021.

Aunque ese 7,2 % esté algo por encima de la media de la zona euro, ese ligero repunte no compensa la estrepitosa caída del PIB en 2020. De ahí que la brecha entre la España actual y sus socios de la UE seguiría agrandándose, tal vez varios puntos más, en un futuro inmediato.

El paro, gran hacedor de desigualdades

Paralelamente a ese deterioro económico, se produce un deterioro en el ámbito de lo social, fruto de las altas tasas de desempleo. En esta crisis, España se sitúa, una vez más, a la cabeza del paro. Según datos de Eurostat, el desempleo en la zona euro se ha incrementado 0,8 puntos en el periodo que va de septiembre de 2019 a septiembre de 2020. En ese mismo periodo, en España el incremento ha sido de 2,4 puntos.

La oficina estadística de la UE señala además que, en el segundo trimestre de 2020, España ha tenido la mayor pérdida de horas de trabajo efectivas de la zona: un 25% respecto del primero. Estos niveles de desempleo ensancharán la brecha con la UE e incluso podrían acelerar las desigualdades regionales y generacionales en la sociedad española.

A expensas de los fondos europeos

El Gobierno español confía en los recursos del programa europeo de recuperación, pero se puede intuir un cierto desfase en su puesta en práctica. De hecho, la propuesta de reglamento del fondo solo contempla un desembolso total de 19 700 millones de euros en 2021.

En la reunión del Consejo de la UE de 9 de octubre se abogó por realizar en 2021 un desembolso de prefinanciación del 10% del total de las transferencias previstas. Ese 10% proporcionaría a España unos 6 000 millones de euros.

Evidentemente, cualquier demora en la llegada de estos ingresos hará más lenta y costosa la recuperación de España. Pero, además, las expectativas puestas en las transferencias del fondo de recuperación podrían pecar de optimistas.

Según el Banco Central Europeo , el total de transferencias directas netas (una vez descontados los pagos efectuados al sistema de recursos propios de la UE) destinadas a España estarían en torno al 3,5% de su PIB, un volumen de recursos bastante considerable aunque quizás insuficiente, dado el deterioro sistémico de la economía española.

La deuda pública en 2020, un crecimiento voraz

Esta segunda ola de la covid-19 podría diezmar cualquier previsión actual de crecimiento económico en un futuro inmediato. Es cierto que el fondo de recuperación tiene un apartado de créditos y que España podría solicitarlos. No obstante, esos créditos aumentarían el volumen de la deuda pública, un volumen que ya está alcanzando unos registros nunca antes vistos.

Según el FMI, el índice de endeudamiento español se alejaría en 2020 en más de 20 puntos de la media de la zona euro y esa diferencia alcanzaría los 34 puntos en 2025.

El Tesoro Público ha venido desarrollando una actividad frenética de emisión de deuda a precios muy atractivos para el Estado. No obstante, gran parte de esas emisiones son adquiridas por el BCE, precisamente para frenar el incremento de la prima de riesgo española.

Solo a través del programa de compras de emergencia frente a la pandemia, el BCE ha acumulado un total de 61 000 millones de euros de deuda española entre marzo y septiembre de 2020.

El actual nivel de deuda es insostenible sin el apoyo del BCE. La prima de riesgo
del bono español a 10 años baja de acuerdo a las declaraciones e intervenciones del BCE pero vuelve a subir a falta de ellas.

Con niveles de deuda pública del 120% del PIB, el margen de maniobra fiscal tenderá a desaparecer y el Estado perderá su soberanía económica. Y si en el futuro, bien por razones políticas o de otra índole, cambiase la dirección y la política del BCE, los ajustes económicos serían extraordinariamente largos y dolorosos para la sociedad española.

Por una reforma estructural de la economía y la fiscalidad

La economía española necesita imperiosamente reformas de carácter estructural y de consolidación fiscal, a fin de detener su deterioro y recuperar su soberanía.

La política del BCE ha evitado, y evita, una crisis económica de grandes dimensiones y el fondo de recuperación contribuirá coyunturalmente a salir de la crisis. Pero ni el BCE ni el fondo de recuperación podrán evitar que España se deslice, en términos socioeconómicos, hacia los últimos puestos de la UE si no se introducen las reformas necesarias.


Antonio Fernández Álvarez es Profesor Titular de Economía Política de la Unión Europea, Universidad Autónoma de Madrid.
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