
Martes, 7 de septiembre de 2021. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha convocado para este viernes una reunión urgente de la Comisión de seguimiento del plan de lucha contra los delitos de odio, tras las últimas agresiones de marcado carácter lgtbifóbicos registradas en diversos puntos de España en las últimas semanas.
En la rueda de prensa del Consejo de Ministros, la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, ha informado de que Sánchez presidirá la reunión con el objetivo de activar nuevos mecanismos para evitar este tipo de agresiones, que merecen «el máximo reproche social y político».
Sánchez va a solicitar también al Congreso y a los grupos parlamentarios que aceleren al máximo la tramitación de la ley para la igualdad de trato y la no discriminación, la conocida como ley Zerolo.
La convocatoria urgente de la Comisión de seguimiento del plan de lucha contra los delitos de odio se produce tras la última y brutal paliza que ha recibido un joven en Malasaña por su orientación sexual.
Eeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeel odio, la discriminación, los prejuicios hacia el colectivo LGTBI, no son nada nuevo. Las agresiones violentas hacia el colectivo, expresión más extrema de ese odio, tampoco. Sin embargo, toda la lucha por cambiar esta intolerancia puede verse dañada en cuestión de minutos y es algo que no podemos permitir.
Ese posible daño está enraizado en una mentira en el centro de Madrid: el caso de la agresión ocurrida estos días en Malasaña. Algo había que no encajaba y la Policía no encontraba indicios de la agresión de la que hablaba el joven. La historia que contó, que fue agredido por ocho individuos con capuchas blancas en su portal el pasado domingo por la mañana en el céntrico barrio madrileño de Malasaña y le grabaron a punta de cuchillo la palabra “maricón” en la nalga después de insultarle, resulto ser una mentira.
Los vecinos, interrogados por los agentes, ni “oyeron ni vieron nada” a pesar a que todo había ocurrido a plena luz del día según el relato del joven. Ni un solo testigo
Este miércoles, en una segunda declaración “más pausada”, el joven contó la verdad: “Fue consentido, en casa de otra persona”, ha reconocido ante la policía. Asegura que mintió para mantener a su “nueva pareja”, quien le llevó a la comisaría para poner la primera denuncia.
Consecuencias
Las consecuencias de esta mentira, además de las que acarrea al propio colectivo LGTBI y la leña que echa al fuego incesante de la ultraderecha española, pueden ser graves. El denunciante podría haber cometido un delito de denuncia falsa y otro de simulación de delito.
El Código Penal recoge que la simulación de delito se produce cuando una persona «simulare ser responsable o víctima de una infracción penal» o «denunciare una inexistente, provocando actuaciones procesales» y prevé multas de seis a 12 meses en función de la cuantía que se le imponga.
No puede tapar la lucha
La lucha por la defensa de lo justo, contra la intolerancia, no debe pararse si verse perjudicada por las mentiras de una persona. Muchos son quienes sufren la violencia homófoba a diario y muchos son quienes la seguirán ejerciendo si no se ponen medios para ello, si no se detiene el mensaje de odio y si no se denuncian estas situaciones. La lucha sigue, hagámoslo por Samuel.
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