Desde el principio pensé que llamar distancia social a lo que es mera distancia física había sido un lapsus de quienquiera que sea el que le pone nombre a estas cosas. Después de ver las colas para recibir comida en un buen número de barrios de nuestro país, de cómo se están administrando la realización de pruebas de detección de la Covid-19 y de tantas otras escenas que vemos cada día, estoy convencido no solo que no se trata de ningún lapsus sino de que ese quienquiera que sea puso el nombre con toda la intención del mundo.
Si bien las pandemias nos igualan a todos en la enfermedad nuestra cuna y nuestra biografía nos marca el devenir. Así, quien tuvo la suerte de nacer en el lugar adecuado, de poder conseguir una buena posición o éxitos profesionales, anda estos días más preocupado de su conexión wifi, de cuándo retomar esas cervezas aplazadas o de cuándo poder renovar el vestuario que de la cesta diaria de una casa donde aún no se cobró la prestación del ERTE o donde no es posible encontrar un sustento estable, porque la economía de subsistencia también anda en cuarentena.
La distancia física es una medida sanitaria. La distancia social es la que realmente va a marcar el devenir de los próximos meses, puede que años, y que hará que demasiadas familias no salgan de esta. Sí, es cierto que esta distancia social ya estaba entre nosotros; pero no es menos cierto que los sucesos extraordinarios agrandan la brecha y multiplican la desesperación. Si desde la sociedad en su conjunto, y desde sus instituciones, no se arbitran soluciones para que esa brecha no se abra en exceso habremos fracasado como ciudadanos.
Si el Estado y la sociedad no responde a las necesidades, los ciudadanos buscarán salidas. Si hay personas a las que no les ha parado las multas, incluso las detenciones, para salir de su casa incumpliendo las indicaciones de las autoridades porque estaban desesperados con este encierro ¿de qué no serán capaces los que no puedan garantizar llevar un plato de comida a la mesa familiar?
Por favor, recordad que no estamos solos; cumplamos la distancia física escrupulosamente para evitar rebrotes de esta peste del siglo XXI, pero -bajo ningún concepto- apliquemos la distancia social. La salida de todos a esta crisis tiene que ser un objetivo de la sociedad, sin excepciones.
Javier Polo Brazo, columnista de La Mar de Onuba, es fotógrafo, cineasta y escritor. Ente sus obras destacan el cortometraje Andar dos kilómetros en línea recta y el documental Las Altas Aceras. Desarrolla su actividad profesional en los campos de los Recursos Humanos, la gestión de calidad y la Responsabilidad Social Corporativa.
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