/ por Ana Mª Luis de Otero /
Diana es una más o quizá no. Tras especular, comentar y decir; muy propio de colegas que suponen cuando no saben y hablan por no callar, cómo era la joven, qué pensaba o qué es lo que quería hacer, lo cierto es que acaba el año y no me sale otra cosa que hablar de ti; de la violencia contra las mujeres que sigue latente en nuestro país y que no tiene visos de cambiar.
Diana Quer, una joven con toda la vida por delante, fue objeto de comentarios acerca de si se llevaba bien o mal con sus padres; de si se había fugado o si tenía o dejaba de tener novios. Todo eso que a ninguno nos incumbe tapa la verdadera realidad de la lacra que arrastra a mujeres a la sumisión más absoluta en su propia casa, con sus propios hijos, en lo que tendría que ser su nido de amor.
Diana es y será una víctima más de la atroz y vil impunidad con la que son juzgados esas personas que dicen estar reinsertadas. Esos violadores que aparecen para dejar una huella que se traduce en un cadáver hallado en el pozo de una nave industrial abandonada. Maniatarla, violarla, para después matarla porque se opuso al canalla llamado El Chicle.
Al parecer intentó violarla y ella se resistió. Luego la estranguló, y luego la atropelló. Contradicciones entre José Enrique Abuín y su mujer que dieron pistas a la guardia civil para encontrar el cadáver. Antecedentes penales por tráfico de drogas y por un delito de agresión sexual a un familiar son el carné de identidad de este pájaro.
Tu hermana se despide de ti en las redes sociales; espero que estés bien, estés donde estés. Nosotros también despedimos el año y despedimos este caso que nos nos deja indiferentes. Adiós pequeña. Quizá aunque no lo sepas, todo esto servirá para que comience por fin la lucha implacable contra la violencia de género; contra la violencia de las mujeres que como tú, no verán un año más.
Descansa en paz.
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