

Jueves, 20 de junio de 2024. Ha sido este lunes, 17 de junio, el día elegido por la Convención de las Naciones Unidas para dedicarlo a recordar que un 40% de los suelos de nuestro planeta ya están degradados y que nuestro frenético modelo de consumo no hace más que empeorar esta cifra, al incrementar de forma exponencial la demanda de recursos naturales.
Esta tendencia lleva a destruir los ecosistemas por la acción humana, lo cual degrada más y más la tierra, el suelo y la vida de las personas. Está provocando migraciones forzosas y desplazamientos y poniendo a la juventud, en las áreas rurales en particular, en riesgo de nunca lograr un empleo y de no poder realizar prácticas empresariales respetuosas que puedan minimizar los daños al medio natural, frenar la desertificación y restaurar la naturaleza para la vida.
Especialmente en las zonas rurales, donde viven unos 2.000 millones de personas, los recursos naturales son esquilmados de la forma más impune y voraz, llevando la desertificación a estas tierras, mayoritariamente cultivables y ganaderas, por el agotamiento de los nutrientes del suelo y los acuíferos subterráneos, y su contaminación o desaparición.
Hoy, Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía desde 1994, que este año tiene el lema «Unidos por la tierra: Nuestro legado y nuestro futuro», Naciones Unidas nos recuerda la importancia de la custodia y la protección de la tierra para poder conservar un planeta habitable y una humanidad más saludable.
Como hicimos con las aguas de mares y ríos para protegerlas y restaurar los graves daños que le hemos causado durante siglos, es urgente que hagamos con los suelos naturales. Es ineludible afrontar un cambio y gestionarlos para mantenerlos saludables, libres de contaminación y llenos de vida, evitar utilizarlos como sumidero de residuos y de productos químicos, especialmente los suelos ya degradados o contaminados, y restaurarlos para devolver a sus ecosistemas la vida que los enriquecen.
Solo restaurando, tarea que se inicia con esta Ley europea, y comenzando a hacerlo ahora habremos iniciado el arduo camino de garantizar la riqueza saludable de la tierra y, con ello, asegurar el bienestar y la felicidad a las personas de nuestras generaciones y de las venideras.
Escaramujo, junio de 2024.
Rosa Fernández Díaz en periodista de Información Ambiental
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