por Antonio Manzano.
Cuando en 1493 la primera expedición de Colón inició su regreso desde América hasta España, volvían las carabelas llamadas ‘la Pinta’ y ‘la Niña’, pero no estaban la nao ‘Santa María’ y unos 40 hombres ¿Cuál fue el motivo?
Hemos de remontarnos hasta las 11 de la noche del 25 de diciembre de 1492, cuando el timonel de la nao, aprovechando que el almirante se había ido a dormir, que la noche parecía tranquila y el mar estaba en calma, entregó el gobierno de la nave a uno de los grumetes. Con ello desobedecía las estrictas órdenes de Colón que prohibían tal dejación de responsabilidades.
Sin que el grumete se enterara, el casco de la nao rozó una parte del fondo que no era muy profunda y encalló suavemente cerca de la costa noroeste de la isla llamada La Española; enseguida se dio la alarma y Colón -siempre según sus memorias- ordenó a unos marineros que pasaran a la lancha unos cabos, remaran hasta separarse una distancia, echaran un ancla al fondo, y así sujetos, tiraran de la nao para desencallarla.
Pero los marineros pensaron más en salvarse ellos que en salvar su buque y, desobedeciendo a Colón, remaron hacia la carabela ‘la Niña’ que estaba cerca –‘la Pinta’ estaba lejos explorando otras costas-. ‘La Niña’ tiró al agua su propia lancha y ambas volvieron hasta la ‘Santa María’ para salvarla. Pero como el nivel del mar empezaba a bajar por la marea, Colón mandó que se sacara de la nao su cargamento llevándolo a tierra, para salvarlo, pero también para quitarle peso, medida que, quizá, ayudaría a desencallarla. Pero la acción del oleaje había puesto la ‘Santa María’ ‘de través’ y Colón quedó convencido de que no podría salvar su buque. Sin embargo, sí pudo salvar toda su carga, con la ayuda que le prestaron los indios de las inmediaciones, que acudieron con muchas embarcaciones.
En vista de que –siempre en palabras de Colón-, había marineros que le pedían poder quedarse para comerciar y viendo él que había grandes posibilidades, decidió construir un asentamiento –el primero en el Nuevo Mundo- que estaría formado por una torre y un recinto fortificado –para vivir y guardar las mercancías- construido todo con los tablones de la ‘Santa María’ y con un foso grande excavado alrededor. Esta precaución no era porque estos indios inspiraran temor a Colón, ya que eran muy pacíficos y hasta cobardes, sino para demostrarles su poderío. Además, instalados allí, podrían localizar el yacimiento de donde extraían tanto oro y conquistar toda la isla, que creían del tamaño de Portugal. Colón mandó quedarse, además, a un carpintero, un calafate, un tonelero y un artillero –de lo que se deduce que dejaría algún cañón- y, anunciando que regresaría, mandó dejar pan y vino para más de un año (¡), semillas y la lancha de la Santa María. Siguiendo la costumbre de la época, Colón bautizó este fuerte como ‘de la Natividad’ por haber ocurrido el incidente el día 25 de diciembre.
Colón, gran providencialista, finalmente vio positivo el hecho de que la Santa María encallara y que saliera mal la operación de rescate, pues así pudo establecer un primer lugar para comerciar con los indios en una tierra en la que había oro.
Colón se imaginaba que, cuando volviera en un segundo viaje, los que se quedaban -39 hombres a cargo de Diego de Arana- habrían obtenido oro como para llenar un tonel y a los tres años obtendrían tantas riquezas como para que los Reyes Católicosreconquistaran Tierra Santa, otro de sus sueños.
Sin embargo, no ocurrió así. Cuando la segunda expedición de Colón llegó en noviembre de 1493 ante el fuerte de la Natividad era de noche, no vieron fogatas y nadie respondió al cañonazo de aviso. Con la luz del día, desembarcaron y se encontraron el fuerte arrasado y todos los españoles muertos, algunos de ellos crucificados al modo de Cristo.
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