El PP no puede echar a la papelera el burofax de Marcos Contreras, el mismo que en su momento supervisó el propio Moreno Bonilla, cuando ni soñaba con ser presidente.
Cuando esta semana recuperé del viejo archivo anual la copia del burofax que en su día Marcos Contreras envió a la Junta de Andalucía, a propósito del oscurantismo en Cajasol, lo releí nuevamente llegando a la conclusión de que el asunto de la fundación heredada de El Monte y la San Fernando era, es en Andalucía un llamémosle pequeño gran ‘asunto de estado’.
Preguntas que una sociedad democráticamente madura tiene derecho a hacerse en los tiempos en los que es difícil guardar secretos durante demasiados años. Más temprano que tarde al hombre poderoso se le aparece la verdad y difícilmente puede huir de ella.
Es lo que le ha sucedido a Antonio Pulido transcurrido un año de haber cometido el error estratégico más letal de sus muchos años en la casa. Echar, despedir de mala manera, a su vicepresidente del PP Marcos Contreras, el mismo que venía tocándoles los cascabeles a cuenta de sueldos, contratos, delirios de grandeza, divisas y mercadeo con los fondos de la entidad. Ganó la soberbia incontrolable de Pulido.
Fue cuando Contreras entró en pánico y conocedor de las malas artes empleadas como marca de la casa, no le dejaron otra opción que ir a contar lo que sabía a la consejería de Hacienda de la Junta.
Pero ha sido la segunda relectura a fondo del contenido del burófax la que le otorga la categoría de suceso de gran magnitud sísmica, política y económica. Ahí se dicen cosas tremendas que piden a gritos una investigación a fondo, la duda sembrada causa suficiente alarma social (y política), por lo que la opinión pública necesita que se abran los ventanales de la Fundación más importante de Andalucía.
La sensación que se tiene fuera del ámbito de actuación de la propia FC es que estamos ante un laberinto montado por un señor (y su partido) durante años para perpetuarse en el cargo o control de la entidad todo el tiempo que quieran. Una entidad que, en pura teoría, es de los ciudadanos andaluces no de quienes la manejan desde hace muchas lunas.
La pelota está en el tejado del gobierno de la derecha. El PP no puede echar a la papelera el burofax de Marcos Contreras, el mismo que en su momento supervisó el propio Juanma Moreno Bonilla, cuando ni soñaba con ser presidente.
Que el asunto del burofax no se haya convertido todavía en material de titular periodístico no debe de extrañarnos con la política de comunicación que despliegan mediante convenios y contratos de publicidad el equipo de Pulido.
No se sabe muy bien por donde acabará tirando el gobierno del cambio en relación con los malos olores que salen de Cajasol. Pero no debieran dilatarlo en el tiempo limitándose a cumplir con la ley y responder a un burofax, aunque sea con nueve meses de retraso respecto al límite legal establecido de tres meses.
Y es que el PP no puede, porque no sería justo, asumir como suya la gestión de Cajasol y blanquear la imagen de un Antonio Pulido que busca perpetuarse en el cargo, agasajando ahora a la derecha regional que manda.
La salida a la luz del contenido del burofax remitido hace un año por Marcos Contreras al ex Consejero Ramirez de Arellano es un gran dedo acusador contra el consejero, no dejando en muy estética posición a la voz socialista más constante en las redes del susanismo sureño ultimamente, el consejero Arellano, que debería explicar porque nunca contestó aquel documento que hasta se llegó a ‘perder’ por su Consejería. Quizás fue por eso, porque lo perdieron.
Pepe Fernández Editor y director de Confidencial Andaluz @Pepe_Fdez
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