por Pepe Fernández
El nombre de Queipo en un lugar tan visitado como la Macarena, ha ayudado a dulcificar y normalizar la imagen pública del personaje en Sevilla.
¿Forzará Susana Díaz a la Hermandad de la Macarena a desenterrar a Queipo de Llano y sacarlo de la basílica donde permanece enterrado desde 1951?
Esa es la gran pregunta que sigue latiendo en la sociedad sevillana, muy sensible últimamente a las hazañas bélicas del general golpista. Fueron miles los asesinatos en los tres primeros meses del alzamiento – se habla de 3.500 solo en Sevilla– que es difícil no hallar una familia con orígenes republicanos afectada por la acción del sádico carnicero nacido en Tordesillas, especialmente en sectores de la izquierda.
El propio cadáver del Padre de la Patria Andaluza Blas Infante, víctima por sus ideas (y por una venganza caciquil de la familia Parias,) no se sabe muy bien donde se encuentra enterrado tras ser fusilado en el Km 4 de la vieja carretera de Carmona, un 10 de agosto de hace 82 años.
Las heridas de la guerra civil y de la posguerra siguen abiertas ocho décadas después, a pesar de que el pacto de la transición logró amortiguar los deseos entonces de justicia –y en muchos casos venganza– contra los protagonistas vivos de la represión en la dictadura.
Los hijos y nietos de la transición del 76 han decidido alzar ahora la voz para proclamar bien alto que no les gusta lo que se ocultó tras aquel pacto de Estado, impuesto por los sables y el heredero político de Franco a título de Rey.
La entrada en vigor de la Ley de Memoria llegó para ordenar y dar respuesta a muchas de aquellas injusticias que quedaron durante décadas olvidadas en infinidad de cunetas o fosas comunes de cementerios.
Ese texto legal, que tan poco gusta a la derecha política y sociológica española, prohíbe expresamente que los restos del jefe de la rebelión militar fascista en Andalucía contra la República, el mismo que llamó a Granada para decir “dadle café, mucho café” a Federico, permanezcan en un lugar de acceso público como es la iglesia de la Macarena en Sevilla.
Hace dos años el Ayuntamiento ya pidió sacar los restos
Fue el ayuntamiento de Sevilla, a instancias de Izquierda Unida, el primero que dio el paso en 2016 para solicitar formalmente a la Hermandad que sacasen de allí los restos del “asesino y genocida” Gonzalo Queipo de Llano. PP y Cs se abstuvieron.
Eso ocurrió hace más de dos años, y si la Junta de Gobierno de la Hermandad Macarena hubiese tenido voluntad de separar a la iglesia católica y la religión de lo que simboliza y representa Queipo de Llano, hoy no se estaría hablando del desentierro.
Suyas son estas palabras dichas por Radio Sevilla: “Por ello faculto a todos los ciudadanos a que, cuando se tropiecen a uno de esos sujetos, lo callen de un tiro. O me lo traigan a mí, que yo se lo pegaré”. Un ‘sádico por naturaleza’ le definió Gerald Brenan.En este proceso, la Junta, ha permanecido distante, sin intervenir, lo que ha provocado que la Hermandad se justifique oficiosamente con la frase “la Junta de Andalucía no nos ha enviado ningún requerimiento al respecto”, algo rigurosamente cierto.
Hace varias semanas volvió a removerse lo de los huesos de Queipo en la Macarena. Susana Díaz se pronunció a favor de que se cumpla la ley y la respuesta de la Hermandad fue que sí, pero que no, que la solución iba a ser la construcción de un columbario donde puedan reposar los restos de todos los hermanos macarenos ilustres. La presidenta insiste en que se cumplirá la Ley de Memoria Histórica, pero deja que la iniciativa y los tiempos los siga marcando la hermandad.
Tampoco parece haber tenido una actitud proactiva para sacar a Queipo de una de sus iglesias el Arzobispo de Sevilla, monseñor Asenjo Peregrina quien, como su buena amiga Susana Díaz, ha preferido ponerse de perfil y que el incómodo tema de Queipo se sustancie entre la hermandad y el ayuntamiento donde al edil socialista Juan Espadas tampoco se le ve muy entusiasmado con el tema, sobre todo ahora que las encuestas le anuncian que le votará mucha gente de derechas.
Conviene recordar que Gonzalo Queipo de Llano y Sierra fue nombrado hermano mayor a perpetuidad de la Macarena por su ayuda para reconstruir de nuevo el templo arrasado por las hordas rojas en el 36. Esa ha sido al menos la gran justificación moral y cristiana de los responsables de la hermandad para tenerle allí, considerarle “hermano macareno” y no jefe militar, ni firmante e impulsor de miles de sentencias de muerte. Suyas son estas palabras dichas por Radio Sevilla: “Por ello faculto a todos los ciudadanos a que, cuando se tropiecen a uno de esos sujetos, lo callen de un tiro. O me lo traigan a mí, que yo se lo pegaré”. Un ‘sádico por naturaleza’ le definió Gerald Brenan.
Una imagen edulcorada bajo el manto de la Esperanza
La presencia permanente del nombre de Queipo en un lugar tan visitado como la Basílica Macarena, ha ayudado a dulcificar y normalizar la imagen pública del personaje, extendiéndose él y su nombre por muchos rincones de la ciudad sin ninguna oposición. La barriada de San Gonzalo o la iglesia de Santa Genoveva dan buena cuenta de la huella y la influencia social del matrimonio Queipo de Llano- Martí en Sevilla.
El apellido del Marqués de Queipo de Llano, por tanto, nunca fue perseguido en Sevilla desde que se instauró la democracia; no padeció el revanchismo que sí tuvieron otros símbolos del 18J36 en calles y avenidas.
El miedo, quizás el respeto, pero sobre todo el dolor y el asco generado por su actuación desde julio del 36 se repartió con silencio y rabia contenida por la toda la ciudad. Solo algunos reportajes periodísticos y la labor de investigación por parte de los historiadores de algunas universidades andaluzas, han venido a aportar, junto a las luces del Nodo, las sombras de un siniestro general de instintos asesinos, tal y como queda reflejado en uno de los pocos libros críticos publicado sobre el personaje, “El último virrey” de Manuel Barrios en 1978
Ni siquiera Canal Sur Tv, la televisión pública andaluza, que se gasta millones en producciones que casi nadie ve, se le ha ocurrido nunca profundizar en la figura y la obra de unos de los jefes militares más perversos, sanguinarios, crueles y odiados del 18 de julio. Figura militar clave, sin duda, que garantizó el triunfo del golpe desde Andalucía. Un gran desconocido para mucha gente, especialmente los más jóvenes.
El PSOE posibilita un pelotazo a los Queipo
Precisamente por esa imagen edulcorada que una parte influyente de la sociedad sevillana ha mantenido sobre el apellido Queipo, se entiende que una caja socialista, dependiente de la Diputación de Sevilla en manos del PSOE, hubiese colaborado en un pelotazo del que la familia Queipo de Llano salió muy bien parada, obteniendo 360 millones de pesetas de más sobre tasación en la venta de una finca rústica en la localidad de Camas en el año 2000.
La finca de 90 hectáreas rodea el Cortijo Gambogaz – la rebautizada ‘Hacienda San Gonzalo’ donde falleció Queipo el 9 de marzo de 1951– el mismo cortijo que el pueblo de Sevilla “regaló” obligatoriamente al general en 1937 por haber acabado con “la barbarie y el terror rojo”.
Pues un grupo reducido de empresarios, socialistas con vinculaciones y complicidades en el PSOE, uno de ellos amigo de Felipe González, urdieron en el año 2000 la compra por 900 millones de pesetas de la finca de los Queipo denominada Los Hallones y el mismo día y en la misma notaría del que fuera presidente del Parlamento, Antonio Ojeda, se la vendieron a la Caja de Ahorros San Fernando de Sevilla por 4.800 millones de pesetas, un pelotazo a tres bandas, por lo menos.
Pepe Fernández Editor y director de Confidencial Andaluz