Sánchez deja Trabajo en manos de Yolanda Díaz, abogada laboralista muy cercana a Iglesias, pero se asegura de que la Seguridad Social la controle Escrivá, elegido por el PSOE.
La coordinación es el reto más importante de un gobierno plural, sobredimensionado y estructurado en bloques ministeriales.
Un Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, capitaneado por José Luis Escrivá, otro de Trabajo y Economía Social, encabezado por Yolanda Díaz. El ya antiguo Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, que dirigía la socialista Magdalena Valerio, se ha partido en dos entes que, por separado, intentarán coser algunos de los rotos que dejó la gestión de la crisis económica desde dos áreas mastodónticas. ¿Pero qué significado político tiene esta nueva organización?, ¿cómo se coordinarán dos perfiles tan distintos? Por el momento, la primera medida del primer Consejo de Ministros, que se celebrará este martes, saldrá del departamento de Escrivá: una subida de las pensiones del 0,9%.
¿Por qué se divide en dos ministerios?
«Históricamente son dos áreas que han estado interrelacionadas. Las políticas laborales y las de la Seguridad Social se encuentran muy entrelazadas. Si decides mover el Salario Mínimo Interprofesional (SMI), afecta a las bases de cotización. Ahora bien, por el hecho de sacarlas de un ministerio no creo que se pueda hablar de consecuencias negativas», explica José María Goerlich, catedrático del Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad de Valencia, preguntado por este periódico sobre el sentido de separar las dos áreas. En la toma de posesión de ambos ministros estaba presente, vigilante, la vicepresidenta económica, Nadia Calviño.
La primera explicación de la división es obvia. El presidente del Gobierno, el socialista Pedro Sánchez, ha configurado un ejecutivo amplio, con 22 ministros, para dar cabida a su nuevo socio, Unidas Podemos. De hecho, el Ministerio de Trabajo fue uno de los escollos de la fracasada negociación de verano entre las dos fuerzas. Con una repetición electoral mediante y acuerdo posterior, el ministerio ha acabado recayendo en Yolanda Díaz, miembro de Unidas Podemos y muy cercana a Pablo Iglesias.
Eso sí, con la duplicación de ministerios, el gobierno se ha asegurado de que la Seguridad Social se queda en manos de un técnico elegido por el PSOE: «La Seguridad Social tiene un presupuesto muy potente. Hay que gobernarla técnicamente, con arreglo a parámetros de solvencia», explica Goerlich sobre el encaje del perfil elegido por Sánchez para este ministerio. Para configurar su Consejo de Ministros, ha querido mandar un mensaje de alta solvencia económica que de credibilidad ante las previsiones de una nueva desaceleración económica.
Perfiles diferentes y compensados con la coordinación como clave
Por tanto, habrá una abogada laboralista, militante de Esquerda Unida, para derogar la reforma laboral del PP y un economista para manejar las cuentas de la Seguridad Social. Dos perfiles diferentes y compensados que tendrán que trabajar juntos. La cohesión y la coherencia serán un reto añadido al gobierno de coalición y una exigencia de los sindicatos. «Una vez que la decisión se ha tomado, se trata de que haya una coordinación entre los dos ministerios que abordan materias que están íntimamente relacionadas», explicaba hace unos días Unai Sordo, secretario general de CCOO. Sin embargo, en esas mismas declaraciones optaba por la prudencia: «La valoración hay que hacerla sobre las políticas que desarrolle y no sobre las personas que lo compongan».
Por el momento, en su discurso del este lunes, Yolanda Díaz reivindicó su herencia sindicalista y se marcó como objetivo de su ministerio combatir «una precariedad que lo invade todo», teniendo como pilar central de legislatura la redacción de un nuevo Estatuto de los Trabajadores, cuya conclusión permitirá ver cómo se concreta la promesa de derogación de la reforma laboral. Apostó decididamente por el diálogo social y tuvo un recuerdo para la siniestralidad laboral: : «No más muertes en el trabajo por favor».
La otra pata de su ministerio será la Economía Social, que se eleva al título de la institución para «buscar formas más justas de convivencia» también en la empresa.
La asimétrica pareja de baile de Díaz será José Luis Escrivá Belmonte, un perfil independiente que proviene de la presidencia de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef). Su discurso ha estado plagado de advertencias y equilibrios. Esperanza con mesura. El nuevo ministro ha prometido «crecimiento inclusivo», sí, pero acompañado de «métricas y metas tangibles». Cerrará el déficit de la Seguridad Social «de forma rápida», pero también «efectiva». El mensaje que este fichaje pretende trasladar a la opinión pública ante el nuevo gobierno de coalición se deduce de una de las palabras preferidas del nuevo ministro: «Certidumbre».
El nombre importa: ¿Qué es la «inclusión»?
Las denominaciones de los ministerios suelen dar algunas pistas sobre las intenciones de los gobiernos que los nombran. Como ejemplo, cuando Pedro Sánchez llegó a Moncloa tuvo que reconvertir el Ministerio de Empleo en Trabajo de nuevo. «Hay una connotación ideologógico-lingüistica», advierte José María Goerlich.
En cualquier caso, en el nombre de este nuevo ministerio se introduce la palabra «Inclusión», que Escrivá ha situado como uno de los grandes retos de la legislatura. «Las recientes crisis económicas han generado profundos efectos en la sociedad española, algunos de los cuales se han ido corrigiendo, pero otros no», se justificaba el ministro. Algo tan transversal como la lucha por la igualdad, se concreta en el desarrollo del «futuro ingreso vital mínimo», como herramienta para ese «crecimiento inclusivo».
Si hay un colectivo que será exigente con este ministro, ese será el de los pensionistas, que han protagonizado algunas de las manifestaciones más importantes (e insistentes) de los últimos años al grito de «gobierne quien gobierne, las pensiones se defienden». «Son uno de los grandes retos no de esta legislatura, sino de la anterior. Viendo el documento firmado, hay algunas cosas claras, como el coeficiente o el factor de sostenibilidad, pero veremos a dónde conduce una reforma que garantice la sostenibilidad», confirma el catedrático de la Universidad de Valencia sobre la complejidad del reto que le espera al ministro. Escrivá remite la reforma al Pacto de Toledo, que exige acuerdo entre las fuerzas políticas y que descarriló la legislatura pasada.
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