El Índice Financial Times Stock Exchange (FTSE/100) o footsie que representa a las 100 principales corporaciones que cotizan en la City de Londres, cuya capitalización supera más de 70% del segundo mercado bursátil del mundo después de Wall Street, resolvió la semana pasada incorporar a los bonos soberanos de la República Popular.
Esto implica que China recibiría más de 140.000 millones de dólares el próximo año. Por eso, aproximadamente 9% de la inversión bursátil de China, que ya está completamente abierta a los capitales extranjeros desde los últimos dos años, estaría ahora en manos de fondos provenientes del exterior, originados fundamentalmente en Wall Street y la City de Londres. La inversión extranjera era 2% del mercado bursátil chino en 2019.
A partir de la incorporación de los títulos de la República Popular al FTSE/100, el porcentaje de participación extranjera treparía a 20%/25% a finales de 2021, con una tasa de crecimiento de 15%/20% anual.
La City de Londres también anunció que los títulos chinos se incorporarían al Índice de Bonos Soberanos Mundiales (WGB Index) en 2021, cuyo nivel de capitalización asciende este año a 32 billones. El resultado sería que el WGB Index triplicaría su capacidad de inversión, ante todo en el mundo emergente, y en Asia en primer lugar.
Estos cambios estructurales de la City de Londres, auténticos puntos de inflexión en la historia del sistema financiero internacional, ocurren en una situación de extrema hiperliquidez de los mercados monetarios globales, con las tasas de interés más bajas del capitalismo de los últimos 150 años (0%/1% anual).
Hay que agregar que la recuperación de la economía global en la etapa post-pandemia ha adelantado su cronograma de expansión en el tercer trimestre del año (15% anual), que en el caso de EE.UU, la mayor economía del mundo (21.9 billones / 25% del PIB global), implica un alza de 30% en ese periodo.
Lo que reflejan con precisión los índices de bonos soberanos de la City de Londres es que hay un vuelco masivo de capitales hacia el mundo emergente, en primer lugar el asiático encabezado por China, en la búsqueda afanosa de mejores retornos para sus inversiones.
Moody’s señala que los inversores institucionales de capitales extranjeros ya son titulares de más de 360.000 millones de dólares de bonos en renminbi en el mercado bursátil chino. Este fenomenal ingreso de capitales del exterior haría que su participación se duplique, o quizás se triplique en el próximo año.
La clave es el mercado de títulos en renminbi, cuando está en marcha el proceso de internacionalización (convertibilidad) de la moneda china, que consiste básicamente en la completa liberalización de sus cuentas externas, transformando al yuan/renminbi en una moneda global, junto al dólar estadounidense, el euro y el yen.
La premisa de este proceso histórico es que se realiza dentro de un sistema financiero absolutamente hegemonizado por el dólar norteamericano, que es la moneda en que se realizan más de 80% de los intercambios globales.
De ahí la decisión tomada por JP Morgan, Nomura y BlackRock, entre otros, de incorporarse con su marca y capitales al mercado de títulos en renminbi. El resto de los grandes fondos de Wall Street y la City de Londres estarían presentes en este mercado en los próximos 2 años.
La nueva ley de inversiones extranjeras de la República Popular sancionada en marzo de 2019 tiene como objetivo fundamental garantizar la actividad de las compañías transnacionales, en especial su “propiedad intelectual”. Esto sucede en todos los ámbitos de la economía china que ha realizado en los últimos tres años un proceso de apertura cualitativamente superior al lanzado en 1978, cuando Deng Xiaoping volcó el país al capitalismo.
La regla en la que se funda la dinámica del sistema financiero internacional en 2020 es la siguiente: la diferencia de rendimiento entre los bonos soberanos chinos y los títulos del Tesoro norteamericano a 10 años es de 2, puntos porcentuales; y al mismo tiempo China ha recuperado en forma prácticamente completa el boom de consumo (6,9 billones) que la caracterizara hasta diciembre del año pasado, impulsada por la fenomenal capacidad de gasto de la clase media de 440 millones de integrantes con ingresos comparables a los norteamericanos (35.000/45.000 dólares anuales).
Esto responde a una estrategia deliberada de la República Popular, destinada a profundizar su integración con el capitalismo más avanzado del siglo XXI, ante todo con el norteamericano.
Es la respuesta a la exacerbación de la competencia estratégica por parte de EE.UU. Integra esta maniobra la intensificación de las compras agroalimentarias en el mercado estadounidense, que China lleva a cabo de acuerdo a lo pactado con el presidente Donald Trump el 15 de enero en Washington.
La respuesta de Xi Jinping a la ofensiva norteamericana es una profundización de la integración con EE.UU.; y tiene dos componentes: el tiempo y la aceleración de los cambios internos.
Surge de 5.000 años de continuidad estatal ininterrumpida; y lo que le interesa en los conflictos no es su resolución, sino discernir el sentido, rumbo, significado, de la energía que genera. El comunismo funciona y es gracias al capitalismo.
Francisco Villanueva Navas, analista de La Mar de Onuba, es economista y periodista financiero. @FranciscoVill87
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