Margarita Robles reclama unos «presupuestos de reconstrucción» y vería bien negociar con el PP.
En Podemos, convencidos de que el PSOE sigue necesitando de Unidas Podemos y de la mayoría de la investidura para gobernar.
La llegada de Unidas Podemos al Gobierno del Estado este año sigue generando, meses después, tensiones evidentes en el sistema político español. Los mismos vectores que operaron el año pasado presionando para que los de Pablo Iglesias no entraran en el Gobierno son los que ahora lo hacen para que su influencia política se limite al máximo. Con el paso del 2020, el Estado ha ido profundizando en una crisis que ya tiene diferentes prismas. La pandemia de covid-19 ya ensaya la segunda ola en España, la crisis es por tanto sanitaria, pero los estragos económicos y sociales de la misma se acentúan cada día más. La espantada de Juan Carlos I a los Emiratos Árabes Unidos evidencia una crisis institucional que amenaza con contagiar a otros estamentos del Estado. Y estos, claro, a la defensiva.
De este modo, las llamadas de buena parte de los medios de comunicación, de la patronal y algunos partidos a un alineamiento político “de Estado” son constantes. Y estas tensionan y eclosionan especialmente en el PSOE y en su relación con Unidas Podemos. Las dos almas del partido de Pedro Sánchez, siempre en disputa, también actúan en el seno del Consejo de Ministros. Y cada hito político, de mayor o menor escala, especial o rutinario, sirve para que el engranaje se ponga en marcha y acabe poniendo en duda la actual coalición de Gobierno y los acuerdos y mayorías parlamentarias que dieron lugar a la investidura de Sánchez a principios de año.
El último episodio, la guerra interna desatada en el PP que ha acabado con Cayetana Álvarez de Toledo cesada como portavoz parlamentaria y enfrentada con el líder, Pablo Casado. Lo que parece que no son más que discrepancias internas entre dirigentes y la resolución de las mismas por parte del presidente del partido, para muchos analistas se ha convertido en un movimiento tectónico que podría reequilibrar el tablero de juego político español. Otra vez. Que hayan tomado más fuerza perfiles como Cuca Gamarra, nueva portavoz parlamentaria, el alcalde de Madrid y nuevo portavoz nacional del PP, José Luis Martínez Almeida, o Ana Pastor ya es motivo de ríos de tinta que señalan un giro hacia el centro de un PP que lleva escorado hacia la derecha extrema desde que Casado lo lidera.
Y como el PP se habría moderado, una parte del PSOE y del Gobierno recoge el guante. Así, esta semana se han escuchado declaraciones de la ministra de Defensa, Margarita Robles, siempre ávida en distanciarse de sus compañeros del Consejo de Ministros de Unidas Podemos. “Es el momento de las personas que apuestan por el diálogo, la construcción y trabajar conjuntamente”. “Es el momento de grandes políticas, de políticas de Estado, del diálogo y de construir”. “Todas las fuerzas políticas con sentido de Estado deben apoyar los presupuestos de reconstrucción, sociales y que permitan que Europa vea que España es un país sólido, serio y fiable”. La ministra de Política Territorial y Función Pública, Carolina Darias, también apostaba a que estos cambios en las filas populares sirvan para “un mayor entendimiento” y “el diálogo sea fluido”.
El otoño es peligroso para el PP, la moción de censura de Vox a Pedro Sánchez se plantea como un órdago a los de Casado que tendrán que elegir si situarse con la ultraderecha o contra ella en las votaciones en el hemiciclo. Al mismo tiempo, los populares se mantienen en gobiernos autonómicos y municipales gracias, precisamente, a la ultraderecha. Así es bien difícil girar al centro. Pero el acuerdo entre PSOE y PP es necesario para renovar el Consejo General del Poder Judicial, cuya renovación se demora más de un año. El PSOE sugiere, además, acuerdos transversales en los presupuestos para enviar el mensaje a Europa de “todo bajo control”.
Pero por ahí no quiere pasar Unidas Podemos. Los de Iglesias, que se preparan para un calvario en los próximos meses, con el foco mediático puesto en la investigación judicial a las finanzas del partido y con la ultraderecha especialmente movilizada contra sus dirigentes, han señalado una línea roja: los presupuestos deben materializar “una salida progresista y social” a la crisis actual. Para ello, en Podemos aseguran que no cabe el pacto presupuestario con Ciudadanos, mucho menos con el PP. El único acuerdo en el que se sienten cómodos los confederales es con las fuerzas que integraron la mayoría de la investidura. “Ni con el PP, ni con Ciudadanos”, aseguran en las filas moradas. El ministro de Consumo y coordinador federal de IU, Alberto Garzón, más tibio en este asunto, sí que cree que con los naranjas podría haber algún punto de encuentro, tal y como explicó en una entrevista en cuartopoder.
En Podemos, “son conscientes de que van a intentar quebrar al Gobierno”, pero ven a Sánchez cómodo con el acuerdo de coalición. El presidente, como la mayoría de los ministros, mostraba su solidaridad con Iglesias e Irene Montero por el acoso recibido por la ultraderecha, además no entró a valorar la investigación al partido morado en su última comparecencia ante los medios de comunicación tras su visita a Felipe VI a Mallorca.
Además, aseguran desde las huestes moradas que “son los únicos números que hay” para los presupuestos, aunque la demora de Joaquim Torra en convocar las catalanas puede dificultar cualquier negociación presupuestaria en Madrid. Por ello, en Unidas Podemos disimulan calma ante la tempestad que les llega en los próximos meses. Al menos hasta diciembre seguirá abierta la investigación judicial, una vez que los dirigentes fueron llamados a declarar el 20N. Para los morados, o el PSOE acaba escogiendo una posición subalterna a las derechas, asumiéndolas como socios de posibles pactos, o sigue necesitando de Unidas Podemos y de la mayoría de la investidura para gobernar.
Nunca debería la extrema izquierda comunista estar en un gobierno de un país democrático, europeo y occidental. Es más propio de Venezuelas o de Corea. Si los presupuestos los dicta o condiciona Podemos, tendremos crisis para 10 años.
Seamos sensatos, no es momento de populismos.