¿Existe la mayoría de la moción de censura dos años después?
Esther Vera, Pedro Vallín, Lucía Méndez y Pablo Simón analizan estos dos años de política española.
La política española puso el turbo ya hace algunos años y la frecuencia de sus hitos aumentó. Echar la vista atrás puede dar vértigo, y calcular que hace hoy dos años triunfaba la moción de censura a Mariano Rajoy puede parecer todavía más lejano, por la cantidad de acontecimientos que se han sucedido. Pero así es. El 1 de junio de 2018, Rajoy era derrotado en el Congreso acorralado por los casos de corrupción que rodean al PP. El día anterior, el entonces presidente popular abandonaba el Congreso en plena sesión rumbo al restaurante Arahy, junto a la Puerta de Alcalá, donde se alargó la sobremesa de lamentos y whisky con sus cercanos colaboradores. Mientras, en su escaño, el bolso de Soraya Sáenz de Santamaría. El voto del PNV era la última incógnita y cuando el nacionalismo vasco se decidió, un jarro de agua fría mojó al presidente gallego. La noche previa, el entonces portavoz de ERC, Joan Tardà, deambulaba por las inmediaciones del Congreso y en el bar Manolo ya se mostraba optimista con la posible caída del Gobierno que había gestionado con una brutal represión policial el 1-O meses atrás.
Hoy, dos elecciones generales después, Sánchez preside el primer Gobierno de coalición de la democracia. Un Gobierno sustentado parlamentariamente por una mayoría, que no es la de la moción de censura pero se le parece, la mayoría de la investidura la llamaremos. Los partidos progresistas del Gobierno, PSOE y Unidas Podemos, se apoyan en regionalistas, nacionalistas e independentistas para mantenerse en Moncloa. La pandemia del coronavirus ha venido a revolverlo todo. Las prórrogas del estado de alarma solicitadas por el presidente Sánchez le han hecho poner en práctica eso de la “geometría variable” con la colaboración del Ciudadanos de Inés Arrimadas, demostrando que hay distintas mayorías posibles. Mientras, las derechas y ultraderechas compiten en un escenario inédito de fragmentación, recreándose en la posibilidad de que la crisis derivada del coronavirus dé al traste con el actual Gobierno y la legislatura.
Dos años después, atienden a cuartopoder, para ofrecer sus reflexiones, analistas políticos de la talla de Esther Vera, directora del Ara; Pablo Simón, politólogo profesor en la Universidad Carlos III de Madrid y editor de Politikon; Lucía Méndez, de El Mundo; y Pedro Vallín, de La Vanguardia. ¿Qué ha pasado desde que Rajoy abandonó el hemiciclo, instante inmortalizado por el fotógrafo Dani Gago? ¡Vamos allá! Un plano general que ayude a situarnos en el contexto de la secuencia.
De la mayoría de la moción a la mayoría de la investidura
Pablo Simón pone el acento en que “no debemos ignorar que la mayoría de la moción de censura tiene dos partes: rechazo y construcción de alternativa”. “Había un rechazo compartido por PSOE, Unidas Podemos y partidos independentistas y nacionalistas al Gobierno de Mariano Rajoy y un Ciudadanos que ya le había dado la espalda porque le iba bien en los sondeos”. Por eso, el politólogo valora de aquel momento que “armar una coalición a la contra era más fácil que hacerlo a favor» y que «la moción no se puede entender sin el rechazo transversal al PP por la corrupción y de independentistas y nacionalistas por la propia gestión del 1-O”. En aquel contexto, la moción “era un win-win” para Sánchez, pues si no salía adelante, desgastaba al Gobierno, y si le salía, se convertía en presidente”.
Para este profesor de la Universidad Carlos III, cuando hubo que reeditar una mayoría similar desde un punto de vista constructivo para Sánchez y no a la contra de Rajoy, vinieron los problemas y, por ello, “hubo una repetición electoral” el pasado año. “No existe ya la mayoría de la moción, existe una mayoría exigua y diferente en la que cambia el papel del independentismo y sobre la cual el Gobierno construye como puede y para la que es necesaria ERC”, analiza Simón.
“Una mala salud de hierro”. Así diagnostica Lucía Méndez la salud de la mayoría parlamentaria alternativa salida de la moción de censura y que, con cambios, mantuvo a Sánchez en Moncloa tras la investidura del pasado mes de enero. La periodista de El Mundo considera que aquella mayoría alternativa al PP “se vio refrendada en las urnas” en las generales de abril del 2019, pero también que “salió dañada en la repetición electoral”. Parafrasea a Jorge Luis Borges, para matizar que a todas estas diversas fuerzas políticas “no les une el amor, sino el espanto”. O a Íñigo Errejón: “A este Gobierno lo definen sus adversarios”. Y es que, para Méndez, el ascenso de Vox en los resultados de noviembre tiene mucho que ver con que el Gobierno de coalición liderado por Sánchez saliera investido a principios del 2020.
Esta periodista cree que la crisis del coronavirus ha venido a cambiarlo todo. “Esta mayoría parlamentaria estaba llamada a gestionar una situación que ya no es esta, lo que permitía que Nadia Calviño y Pablo Iglesias compartieran Gobierno, había un cierto optimismo de que se estaba, por fin, saliendo de la crisis del 2008”, dice, añadiendo: “Esto no es un episodio más de una legislatura, esto lo cambia todo, no sabemos hasta dónde va a llegar la destrucción económica de este país”. Tacha de irresponsable la actitud de ERC que, si bien esta semana votará a favor de la última prórroga del estado de alarma, “no puede dejar tirado a un Gobierno en algunas votaciones cuando tiene que gestionar una pandemia inédita en un siglo”.
Pedro Vallín destaca que, de la mayoría de la moción, “ninguno de los partidos profesa el dogma neoliberal”. “El PNV es un partido democristiano, y, por tanto, con un fuerte acento de las políticas sociales aun siendo un partido conservador, y JxCat, aunque heredero de Convergència, también cuenta con un acento democristiano”, matiza. La otra característica de la mayoría plural que hizo posible la moción es, para el periodista de La Vanguardia, “una concepción versátil del Estado, asimétrico, federal, plurinacional… opuesta a la definición nacional de España construida en el último siglo, esto es, no por oposición a ‘lo extranjero’, sino por oposición a las ‘identidades alternativas interiores’, sustancialmente la vasca y catalana”.
Aunque el periodista parlamentario del rotativo catalán se confiesa “no muy bueno haciendo vaticinios”, sí que se aventura a considerar que la mayoría de la moción “potencialmente sí tiene futuro por los mimbres sobre los que se asienta, los antedichos”. Para que esto fructifique, sin embargo, cree Vallín que “hace falta que el PSOE resuelva su hábito de no querer molestar: se abre el diálogo con Catalunya pero con el freno de mano echado, no sea que les llamen antiespañoles; o se adoptan políticas progresistas de avance contra la desigualdad, pero con tiento, no sea que les llamen comunistas”. “Ese arrastrar los pies, que no es un atributo moral sino un deseo de ocupar el centro en un espacio público político donde no lo hay”, analiza, matizando: “No se trata de que no exista en la sociedad un sector más o menos amplio de baja ideologización, sino que esto no existe en el debate público, basado en la simplificación de los opuestos, y, por tanto, en la sociedad irá también desapareciendo”.
La directora de Ara, Esther Vera, también ejerce de sanitaria durante unos instantes para diagnosticar la salud de la mayoría de la moción de censura: “La veo estable dentro de la gravedad”. Y considera que “puede agravarse y morir o consolidarse, está en un punto de incertidumbre”. Para la periodista catalana, “la democracia española tiene que decidir hacia dónde quiere evolucionar”, algo que afecta, “no solo al Gobierno, sino también a la oposición y a las estructuras del Estado”.
Y es que Vera es de la opinión de que estamos en “una segunda Transición”, en la que el Gobierno de coalición ha de plantearse “cómo reformar la arquitectura territorial de España y tiene que tomar decisiones en un sentido o en otro”. “Sánchez no se acaba de atrever a tomar esa decisión y juega a la geometría variable, pero esto tiene un límite y habrá de decidir qué modelo económico y territorial quiere”. “Visto que Ciudadanos no cumplió las expectativas del empresariado y del centroderecha y que al PP, Vox le condiciona su lugar político, creo que el PSOE tendrá que consolidar la mayoría que le llevó al poder y el Gobierno con Unidas Podemos y apoyado por partidos nacionalistas, para lo que tiene que hacer evolucionar la estructura arquitectónica de España enfrentándose a resistencias de buena parte de lo que es el Estado”.
¿Ha asimilado la derecha perder el Gobierno dos años después?
Con la moción de censura a Rajoy, no solo marchaba el presidente gallego, también una forma de hacer política de tinte conservador. Pocas semanas después, la militancia del PP se debatía entre Pablo Casado y Soraya Sáenz de Santamaría para dirigir el partido aquel verano del 2018, escogiendo al primero. Volvía el aznarismo a liderar el principal partido de la oposición para júbilo de Federico Jiménez Losantos. Volvía a coger protagonismo la idea de “la antiespaña” entre la caverna, la cual sitúa simbólicamente fuera del constitucionalismo a buena parte de la sociedad española: aquello que no es derecha española ni PSOE de raigambre proveniente de Felipe González.
Para Méndez, esto tiene una especial relevancia. “La oposición de las derechas actual se parece a lo que pasó cuando gobernaba Zapatero, para este sector de la derecha, Zapatero empezó la destrucción de España, y esto es una tesis elaborada por la FAES, de cuyo entorno han salido Casado y cercanos a Santiago Abascal”, explica. Pero, en contraste con la época de Aznar, cuya obsesión era unir desde el centroderecha a la derecha más extrema en el PP, la característica actual, para la periodista de El Mundo, es “la división interna, pues son dos partidos y medio”.
“Fue muy espectacular que el partido que venía de una mayoría absoluta perdió el poder de repente y ese partido tan poderoso empezó a disminuir”, dice, en referencia al PP. Le llama la atención a Méndez la paradoja de que “cuando Casado defiende unos valores parecidos a los de Vox, pierde votantes por la derecha, pero el PP sufrió una escisión por el centro, la de Ciudadanos, cuando estaba Rajoy, que aparentemente era más centrista”. “Esta división hace que, entre PP y Vox, haya un combate claro por la hegemonía de la derecha; una vez que Ciudadanos no alcanzó el deseado sorpasso, ahora lo intenta Vox con una política que no es convencional, es una política nihilista, copiada del Tea Party americano y de la guerra cultural de la Fox”, valora, lo que convierte la actual oposición del PP en “una hipérbole”, lo que, para esta periodista, “es un buenísimo pegamento para la coalición de Gobierno”.
Sobre esto, la directora del periódico Ara destaca: “Tenemos que diferenciar, aunque nos lo pongan difícil, lo que es el PP y Vox, porque, en algún momento, el PP se tendrá que enfrentarse internamente a la estrategia de Casado o de Cayetana”. “Dentro del PP, hay una derecha liberal homologable con lo que ocurre en Europa y otras que son muy parecidas a Vox”, argumenta.
“Al PP le está costando, siempre le ha costado, hacer una oposición sensata y constructiva, de partido de Gobierno”, critica Vera, quien recuerda que “la política española tiene mucho de sanguínea, es poco sosegada”. Por ello, la derecha se radicaliza en un momento en el que “dialogar se interpreta por la derecha como una concesión, pero no es una derrota, dialogar es una victoria, también lo es llegar a acuerdos”. La oposición de las derechas, lo estamos viendo durante la pandemia, tiene poco de búsqueda de acuerdos.
Vallín, por su parte, considera que el principal problema de las tres derechas y ultraderechas es que “el carácter nacionalista españolista y excluyente que han adoptado les impide gobernar, al menos a medio plazo, pues no pueden sumar con los sectores conservadores catalanes y vascos”. “Tienen muy difícil, por no decir imposible, resolver a corto plazo el desempate con la izquierda a su favor, y esta es una verdad demoscópica incuestionable a día de hoy: sube el PP si baja Vox, sube Podemos si baja el PSOE… y viceversa. Los bloques están firmemente asentados”, analiza. “Esa impotencia se expresa en esa suerte de golpismo de bocachancla, en esa amenaza de baja intensidad, en esa irresponsable calificación de «ilegítimo» del Gobierno de coalición que se realizó ya durante la investidura”, valora el periodista de La Vanguardia.
“Es obvio que la derecha está usando términos muy gruesos de impugnación al Gobierno, que más que cruzar líneas rojas, muy a menudo colisionan de forma ruidosa con el más elemental sentido común y con la más prudente interpretación de la responsabilidad política”, describe, prosiguiendo: “Quizás, la paradoja es que han elegido un mal momento para abrazar la política de buying de Trump o Bolsonaro, justo cuando se revela que esas verdades de barra de bar y esa determinación del macarra están matando gente por miles en Brasil y Estados Unidos”. “En ese sentido, quizá la pandemia sea la muerte de ese populismo anarcoliberal, porque, como dice Daniel Innerarity, la pandemia pone en valor a sus tres principales enemigos: el saber experto frente a las cuñadeces, la institucionalidad pública frente a los liderazgos caciquiles, y la comunidad global frente a la autarquía intelectual nacional”.
Por último, se expresa el politólogo de la Carlos III, quien también considera que “la derecha está en el diván porque nunca ha estado dividida en España”. Y es que “ha pasado el PP de ser hegemónico a disputar el espacio entre tres, la derecha está algo perdida”. “Ha muerto la cultura política del marianismo y la transición interna nos lleva a un PP con unas coordenadas muy diferentes”, considera Simón, quien apunta algunas diferencias del PP de Rajoy con el actual: “Rajoy no es madrileño, y conectaba con una parte del PP que está fuera de los círculos madrileños, eso es muy diferente a lo que hay ahora. Ahora tenemos un PP muy madrileño, una cultura distinta”.
“La segunda gran diferencia es que este PP es más neocon”, prosigue. “Rajoy era un coservador puro, si puede no tocar nada, no toca nada, quería hacer lo mínimo para seguir en el poder”, explica este profesor, que contrapone: “Casado es un PP más ideológico, se basa en las tesis de la FAES y adopta, como referente, al canciller austriaco Sebastian Kurz”. Como conclusión, para Simón, “no es que el PP no haya asumido que ha salido de la Moncloa”, sino que “creen que tienen la Moncloa a tocar”. “Creen que ya ha llegado su momento, que el Gobierno se va a desgastar con esta crisis y que es el momento de volver, que estos dos años han sido un paréntesis de Gobierno de la izquierda”, finaliza.
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