Alguien, desde la calle Fuencarral, se atrevió a soñar con un futuro inclusivo en dónde nadie estuviera excluido. Me contó, que en esa época de plomo, muchos se rieron de sus sueños pero a él no le importó. Siempre hizo de la perseverancia una virtud inconmensurable; supo esperar. A Pedro nada le desanimaba a la hora de conseguir una reivindicación porqué sabía que era justa y era lo correcto. Me dijo una vez, cuando yo estaba algo hundido y dubitativo, que durante toda su vida él hizo lo que le dicto la conciencia y que por eso estaba tranquilo consigo mismo.
Dueño de una risa de diamante, que encandilaba todo a su alrededor, fue el primero que dio la batalla ideológica en los medios de comunicación cuando nadie nos hacía caso y nuestra identidad, condición u orientación sexual se encontraba en un limbo, fuera de la ley. Grandes luchadores habían logrado la despenalización de la homosexualidad dando, en muchos casos, su vida y su sangre, a finales del franquismo y comienzo de la democracia, pero nos encontrábamos fuera del sistema. Allí Pedro fue decisivo en movilizar voces y despertar conciencias. Lo hizo con determinación, sin miedo y sin ningún ánimo de venganza. Tenía una increíble fuerza para seguir adelante.
Político de raza, de esos que entienden que la política debe servir para cambiar la realidad de la gente. Siempre dijo la verdad, y a veces en situaciones muy complicadas y delicadas, dónde quizás era mejor callarse o mirar para otro lado. Él luchó siempre por los ideales que deseaba y hay que recordar siempre que en sus últimos meses de su vida puso dignidad a las afrentas de algunos que pelearon por sus intereses en contra de lo que, bien o mal, votó la mayoría. Pedro dijo no y aún eso escuece pero no hace más que engrandecer su figura.
Unió al colectivo LGTBI en torno a un objetivo: las leyes de igualdad. No acepto rebajas ni migajas. Se armó de valor para enfrentar la injusta hostilidad de la derecha, que no cesó en su empeño de que no se legisle nuestra realidad o de que se recorten derechos inalienables a los que no podemos renunciar, aunque hay que reconocer que hoy ya ha evolucionado en sus ideas. Pedro no se amilanó con los continuos portazos de los conservadores, parecía tener más energía y más ganas de luchar cuando se encontraba con uno de ellos.
Actuó con una prudencia modélica para poner de acuerdo a distintas personas y organizaciones. Fue el que facilitó de un consenso que parecía imposible. No sé, la verdad, cómo se las arregló para conciliar algunas posiciones antagónicas que parecían irreconciliables.
Feminista y gran defensor de los derechos de la mujer en la sociedad, tuvo la generosidad de promover que las lesbianas sean las que encabecen las siglas LGTBI. “Ellas tienen una doble discriminación” afirmó alto y claro, pidiendo la regulación de sus reivindicaciones históricas y haciéndolas suyas
Migrante orgulloso, creyó siempre en la diversidad y la implantó, sin complejos, en el Partido Socialista Obrero Español, con la organización de los novedosos grupos federales, que dieron visibilidad a las diferentes sensibilidades sociales existentes. Su figura fue fundamental para normalizar, en el gobierno de Zapatero, a miles de inmigrantes en situación irregular. A mí me regularizó.
Latino de Caracas, aglutinó en torno a la Secretaría de Movimientos Sociales del PSOE a afrodescendientes, árabes, enfermos de VIH, gitanos y otros grupos minoritarios que necesitaban un tratamiento especial porque en eso consiste el entendimiento de la diversidad, en saber dar respuestas personalizadas a situaciones concretas, sin ningún tipo de prejuicio o aspaviento. Fue un luchador empedernido contra todo tipo de intolerancia, como muy bien recuerda Esteban Ibarra. A mí me enseñó la pluralidad de las luchas y el valor de la transversalidad.
Laico convencido, supo parafrasear a Jesús al decir alto y claro “Dad a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar”. Peleó por una separación plena del Estado y la Iglesia Católica y tuvo un gran respeto por las confesiones minoritarias. Hablan bien de él cristianos, musulmanes y judíos, lo que explica su trascendencia.
Concejal del Ayuntamiento de Madrid, se preocupó de la realidad de los diferentes distritos en el que fue portavoz. Me hizo conocer esta Villa de manera especial, a la que quiero de manera singular y de la que he escrito sendos libros, uno de ellos, “Chueca”, prologado por su incorruptible pluma cuando su luz se apagaba sin que pudiéramos hacer nada. Nunca olvidaré que cuando yo estaba empezando en esta difícil pero ardua tarea de describir la historia de Madrid, tú creíste en mí.
Diputado electo en la Asamblea de Madrid, no llegó a asumir porque su figura se desvanecía de manera irremediable. Carla Antonelli puso una rosa en su escaño que fue la portada de todos los medios de comunicación. Toda la clase política se aprestó a rendirle reverencia. Me enseñó la trascendencia de su figura.
Artífice de la Igualdad, se peleó con todo el mundo para aprobar un programa de máximos porqué, según dijo, sino no era igualdad, era otra cosa y se creció ante la adversidad. Hoy, en perspectiva, no podemos más que darle la razón y aplaudir su visión de las cosas. España es más justa gracias a Pedro Zerolo. Nos indicaste el camino a seguir.
Hoy, 9 de junio de 2020, se cumplen 5 años desde que Pedro Zerolo nos dejó. Esta es sólo una pequeña parte de la semblanza que hago en mi libro, titulado, simplemente, “Zerolo”, porque ya es un referente de todos los que creemos en una sociedad diversa e igualitaria. El libro, que cuenta con el prólogo de José Luis Rodríguez Zapatero, se iba a presentar justo en esta fecha pero el Covid-19 ha hecho que se posponga a otoño, coincidiendo con la Feria del Libro.
¡Cuánto te echamos de menos, Pedro!
Sea el primero en desahogarse, comentando