por Salem Mohamed /ECS
Sábado, 12 de junio de 2021. «Recordemos – escribe el autor de este artículo, que uno de los muchos factores que determinaron la ocupación del Sáhara Occidental en el 1975 por parte de Marruecos, fue la débil situación política en la que se encontraba el reinado de Hasan II …» ¿Se están reproduciendo ahora similares circunstancias a las de entonces?
En los últimos meses, los jóvenes saharauis han tomado las calles de los diferentes campamentos, rompiendo de esta forma el habitual silencio que caracteriza al desierto. Piden a gritos el recrudecimiento de la lucha armada y, consecuentemente, se muestran solidarios con las decisiones tomadas por la dirección del Frente Polisario de proclamar el Estado de Guerra.
Pero, ¿cuál es realmente la situación que se está produciendo en el norte africano y cuáles las posibilidades de que la evolución de los acontecimientos derive en un conflicto bélico interregional?
Para aclarar estos extremos, hemos condensado un artículo de Mohamed Salem, que fue publicado en línes anteriormente. En él se realiza un análisis geopolítico de la situación en el Magreb, se disecciona la delicada situación política por la que atraviesa Marruecos provocada, en parte, por la pandemia, así como las posibles implicaciones que puede acarrear un foco bélico en el área.
Mohamed VI se encuentra ahora mismo ante un escenario pre-candente de estallido social en el interior de su país, la onda expansiva de la pandemia ha pulverizado la economía marroquí, así como los ingresos generados por colonialismo, inmigración y tráfico de drogas. Éste último no computa en términos oficiales por circunstancias obvias, a pesar de que gran parte de la sociedad vive del mismo ya que posibilita un importante y fluido intercambio de capitales en el país norteafricano. Con los peores datos económicos del siglo, a saber:
- – Contracción del PIB de un 6,2%,
- – Caída del 20% de ventas
- – Una devaluación del 5% de su moneda, y por si fuera poco, un rampante 27% de pobreza.
Todo apunta – según el autor – hacia una crisis que hará temblar los cimientos del trono de Mohamed VI.
Recordemos que uno de los muchos factores que determinaron la ocupación del Sáhara Occidental en el 1975 por Marruecos, fue la débil situación política en la que se encontraba el reinado de Hasan II, logrando sobrevivir a dos golpes de estado en el 1971 y 1972, por lo que recurrió a una guerra para afianzar el nacionalismo marroquí y consolidar su reinado, catalogado por muchos como una dictadura encubierta.
Teniendo presente estos datos, se hace evidente que Marruecos no soportará económicamente cargar con una guerra con el conveniente gasto de despliegue, logística y mantenimiento, por ello la opción que emerge de esta posición, si llega a materializarse, es que se opta por una estrategia suicida basada en quebrar su nación para sumir dos estados en una guerra de desgaste a largo plazo con el pretexto del nacionalismo.
Las desventajas que ofrece esta opción no son nada menores:
La primera es el agravamiento de la crisis económica y sanitaria que sufre Marruecos, así como el posterior desencadenamiento de crisis internas sociales, diplomáticas y políticas derivadas de la exigencia de sufragar simultáneamente el mantenimiento de su población de 36 millones de habitantes, de costear los gastos de una guerra prolongada así como de las subvenciones millonarias que nutren las zonas ocupadas del Sáhara Occidental.
La segunda y no menos desfavorable; es la desestabilización de toda la región norteafricana por la persistencia de un enfrentamiento armado que afecta a la seguridad y paz de la mencionada región, repercutiendo inmediatamente en las relaciones europeo-marroquíes, de las cuales depende el 70% del comercio exterior marroquí.
Por lo tanto, vemos como las dimensiones intercontinentales de una eventual guerra en el Sáhara Occidental contienen el peso suficiente para motivar la implicación decidida de países vecinos con intereses regionales, en aras de buscar una solución o evitar un conflicto bélico propiamente dicho que afecte la seguridad e intereses geoestratégicos nacionales. Prueba de ello es la intromisión de Mauritania como agente mediador, con suficiente peso en la estabilidad regional por su lucha contra el narcotráfico y el terrorismo.
Concluimos pues, que Marruecos no iniciará una guerra total a menos que cuente con ayuda económica o material extranjera como en la década de los 80′ durante la primera guerra y la posterior construcción del Muro de la Vergüenza.
Sin embargo, los últimos movimientos de tropas marroquíes nos ilustran acerca de qué es lo que intentan a partir del hecho de desplegar militares vestidos de civiles con el objetivo de confundir a la MINURSO. Se puede inferir que los marroquíes pueden decantarse por iniciar un enfrentamiento local delimitado a la zona de riesgo de El Guerguerat para evitar a toda costa la extensión del conflicto a toda la región del Sáhara Occidental.
La estrategia de Marruecos se basa en jugar con fuego pero derramando gasolina, acción bastante inservible ya que no han obtenido mayores cuotas de seguridad externa o interna, quizás todo lo contrario. El efecto resultante de este tipo de prácticas es recurrir al inicio de un desgaste diplomático con la ONU y con medio mundo, intentando buscar establecer lazos para afirmar la marroquinidad del Sáhara Occidental, como por ejemplo lo es el hecho de la apertura de consulados en El Aaiún ocupado, una operación diplomática carente de sentido y fundamento jurídico, ya que de los países que abrieron sus consulados, ninguno de ellos tiene ciudadanos residiendo en los territorios ocupados, y segundo que el Sáhara Occidental es un territorio reconocido por el derecho internacional como no autónomo y pendiente de descolonización, cuyo administrador es España, por lo tanto, los consulados en el Sáhara ocupado más allá de ser un símbolo de ostentación y vacilación marroquí. carecen de efectos jurídicos, legales y prácticos, cuya única utilidad es netamente propagandística para reafirmarse en una ficción ideológica sin base histórica.
Con este tipo de actitudes, queda demostrado que la táctica marroquí se basa en trasladar el centro de gravedad del conflicto saharaui a sus pérdidas/ganancias y no donde debe estar, que es en la soberanía e interés del pueblo saharaui. Desarmando consecuentemente su propia tesis de reclamar el Sáhara Occidental como parte de su integridad territorial y no por cuestiones de saqueo colonial. Aunque la incoherencia de dicho argumento emerge con mayor claridad cuando se conoce su propio trasfondo histórico, y es que sencillamente es una tesis nacional-expansionista (Gran Marruecos) propugnada por un partido político marroquí irónicamente llamado Istiqlal, »independencia» en árabe. Qué se podría esperar de un país que conmemora su propia independencia y la colonización de un país vecino como fiestas nacionales, y en el mismo mes.
No podemos predecir con exactitud el curso que tomará este evento, como tampoco podemos adelantarnos a los hechos, sin embargo lo que sí podemos confirmar taxativamente es que la brecha ilegal de El Guerguerat se clausurará para siempre.
Fuente: El confidencial Saharaui
Sea el primero en desahogarse, comentando