Domingo, 26 de febrero de 2023. Han transcurrido 175 años, desde que se publicó el Manifiesto Comunista y una buena parte de las críticas que se hacía a la sociedad de la época, y algunas de las reivindicaciones de entonces se pueden seguir haciéndose hoy. Ha surgido la llamada clase media y al proletariado se le denomina productor; pero la clase dominante sigue siendo la misma de entonces: los que tienen todo y todo lo pueden.
Con su aniversario, una vez más quiero pero esbozar su fundamento, resaltando aquellas cuestiones que han ido moldeándose según las previsiones y doctrina marxista que hoy sigue estando vigente, como un canto hacia la libertad y la justicia social.
El Manifiesto Comunista estaba destinado a revelar las verdaderas intenciones de los comunistas y socavar la difamación de sus opositores. Destaca que toda la historia de la humanidad, es una historia de lucha de clases. Deja claro cómo en la época moderna, los capitalistas burgueses y los trabajadores se contraponen como opresores y oprimidos. La propia burguesía surgió victoriosa de la lucha de clases contra el régimen feudal y las condiciones desiguales de propiedad y producción en la sociedad burguesa crean una tensión que se descarga en una revolución, para eliminar la propiedad privada, por lo que las contradicciones de clases desaparecen. Marx y Engels marcan en defensa de los intereses de los trabajadores algunos objetivos: la abolición del trabajo infantil, la emancipación de las mujeres y la prevención del conflicto bélico entre las naciones.
El texto de Karl Marx y Friedrich Engels, escrito y publicado en alemán el 21 de febrero de 1848, fue el resultado del encargo de; una sociedad secreta revolucionaria a la que los autores se habían afiliado un año antes. En la segunda mitad del siglo XIX fue traducida a multitud de idiomas y alcanzó gran notoriedad a medida que el movimiento obrero socialista se difundía por Europa, convirtiéndose en el segundo libro más vendido de la historia.
Las ideas que el Manifiesto expresa son las siguientes: La historia política e intelectual de una sociedad está determinada por el modo de producción y la formación socioeconómica que se deriva de él; Una vez aparecidas las clases sociales sobre la base de la propiedad privada y la explotación, la historia de las sociedades ha sido la historia de la lucha de las clases explotadoras y las explotadas; En la actual sociedad moderna el proletariado es la única clase social cuya emancipación significará la emancipación de toda la humanidad mediante la revolución comunista: la abolición de la propiedad burguesa, las clases sociales y el Estado.
Marx y Engels describen la teoría del comunismo consistente en la abolición de la propiedad privada, pero aclarando que no se refieren a la abolición de la propiedad en general, sino de la propiedad privada burguesa, que resulta de la explotación capitalista, buscando abolir la forma burguesa que adoptan determinadas instituciones como la propiedad, el trabajo, la familia, la nacionalidad o la individualidad.
Karl Marx, padre del socialismo científico, filósofo, teórico político y crítico de la economía política, se declaró apátrida, ateo y revolucionario. Su investigación se centró en el campo de la filosofía, la historia, la ciencia política, la sociología y la economía. El marxismo hoy sigue representando al comunismo moderno, al materialismo histórico y al socialismo científico.
Uno de los principios clave de Marx fue que la teoría siempre debía estar unida a la práctica. Según Marx los filósofos hasta ahora habian interpretado el mundo de varias maneras; la clave es cambiarlo. Pero no decía que la filosofía fuese irrelevante, sino que los problemas filosóficos surgen de las condiciones de la vida real, y que solo pueden resolverse cambiando esas condiciones, rehaciendo el mundo. De hecho las ideas de Marx se utilizaron para rehacer el mundo, o una gran parte de él. El socialismo científico, se trata de un modelo sociopolítico que, según Karl Marx y Friedrich Engels, se diferenciaba de los demás socialismos del siglo XIX por incluir premisas científicas. Modelo a su vez basado en el materialismo histórico en el que la lucha de clases conduce a cambios en la sociedad regida por los humanos.
En el Siglo XIX, los nuevos modos de producción, comunicación y distribución habían creado una enorme riqueza, que no se distribuyó por igual. El 10% de la población poseía prácticamente toda la propiedad; el otro 90% no poseía nada. Hoy, en el siglo XXI, parece que poco ha cambiado la distribución de la riqueza y la acumulación ¿Les suena la situación? A medida que las ciudades y pueblos se industrializaban, a medida que la riqueza se concentraba más y los ricos se enriquecían, la clase media comenzó a hundirse al nivel de la clase trabajadora. Había llegado el momento de que los trabajadores y trabajadoras de todo el mundo vieran el sistema como lo que era, se levantara y lo derrocara. Hoy la conciencia de clase ha perdido dimensión, pero la unidad de la clase obrera es más necesaria que nunca para bajar los humos al Sistema capitalista que está crecido.
Marx era un verdadero revolucionario. Todo su trabajo fue escrito al servicio de la revolución que predijo en el Manifiesto Comunista. Después de su muerte, las revoluciones comunistas se cumplieron, no exactamente dónde o cómo él se imaginaba pero sí en su nombre. Una de las aportaciones fundamentales de Karl Marx fue el materialismo histórico. Consideraba que la sociedad estaba determinada por sus condiciones materiales o por las relaciones personales. Así, para el desarrollo de una sociedad, la producción de bienes materiales debía considerarse fundamental. El aspecto más importante en la teoría del materialismo histórico, es haber fijado la atención en la producción de material y en las leyes económicas de la sociedad, dejando como conclusión que la sociedad evoluciona al incrementarse sus producciones materiales.
Para Marx y Engels, la historia de toda sociedad hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases, desde los patricios y los plebeyos en la antigua Roma, los siervos y los señores en el feudalismo, hasta los burgueses y los proletarios en el capitalismo. El burgués posee los medios de producción pero son los proletarios −que no los poseen− quienes generan el valor de las mercancías con esos medios. Su prosperidad deriva del crecimiento de la industria y comercio, potenciados por la apertura de nuevos mercados, como resultado del descubrimiento de América y la apertura de mercados en Asia.
El Manifiesto Comunista era un programa para la organización mundial del proletariado, y como tal, se fue actualizando en función de las lecciones extraídas de las experiencias históricas de la clase trabajadora. Desde esta perspectiva, Engels, tras la muerte de Marx, continuó la obra, no sólo completando la edición de El Capital, sino también revisando y corrigiendo, cada artículo que se publicaba.
Karl Marx y Friedrich Engels, no pudieron verificar sus predicciones sobre el fin del capitalismo, pero el marxismo, sigue siendo válido para el análisis de la realidad social y económica, porque el marxismo ha penetrado profundamente en la historia. Entendieron la construcción de una ideología antihegemónica y el desmantelamiento de la ideología burguesa en la clase trabajadora. De hecho, el Manifiesto fue un esfuerzo consciente para moldear la ideología de los líderes de la nueva y creciente clase trabajadora, para convencerlos a que se organizaran. Cualquier comunista, socialista o progresista, que haya tratado de organizar a un colectivo de trabajadores, se ha enfrentado al poderoso rol desorganizador de la ideología burguesa.
El Manifiesto fue mucho más que una simple proclama política. En él, Marx volcó una teoría de la historia y del progreso, del funcionamiento de la economía y de las clases sociales. Además, profetizó la revolución proletaria. Pese a ser caracterizado como materialista, pese a proclamar que las sociedades no cambiaban por las ideas sino por un determinismo basado en las contradicciones entre los sistemas y los intereses de clase, lo que se formula en el manifiesto es el orden de las utopías. La utopía de la igualdad, de la propiedad colectiva de los medios de producción, de todos los hombres trabajando a la par, no en beneficio propio e individual, sino del conjunto. Una utopía voluntarista.
En el prólogo de la edición alemana de 1872, Marx y Engels declaran que la aplicación de los 10 principios, dependerá de las circunstancias históricas existentes, llegando incluso a admitir que si bien el proletariado en lucha contra la burguesía, se ve obligado a la conquista del poder político, una vez hayan desaparecido las diferencias de clase y toda la producción esté concentrada en manos de la sociedad, la hegemonía política de clase del proletariado dejará de ser necesaria.
Los privilegios de la burguesía y del poder político siguen estando tan vigentes como vigente están la dominación de los mercados financieros sobre la economía de la ciudadanía y de los propios Estados. La justicia social, la desigualdad y la solidaridad siguen siendo proclamas y reivindicaciones necesarias y urgentes de conseguir para el mayor bienestar y dignidad de hombres y mujeres. En fin, al buen entendedor le sobran información y elementos de juicio, como para entender que las circunstancias históricas no son las mismas; pero si lo son determinadas situaciones que hacen que las mujeres y hombres de hoy sigamos estando sometidos al poder político y económico de la clase dominante.
Hoy como ayer, la necesidad, la razón, la dignidad y la justicia social exigen que la desigualdad desaparezca. Para ello hay que hacer desaparecer la estructura social que lo permite. Pero esto no se puede conseguir sino es transformando la propiedad individual o corporativa de los instrumentos de trabajo en propiedad común de la sociedad entera». Esto es: más Estado social, nacionalizaciones y menos privatizaciones, para mayor bienestar.
¡Trabajadores y trabajadoras del mundo, uníos!, porque la lucha contra los imperialismos y el poder económico capitalista, es la clave para conseguir el bienestar, la igualdad, la libertad y la solidaridad.
Víctor Arrogante, colaborador habitual de La Mar de Onuba, profesor retirado, ex sindicalista y veterano activista por las causas de la libertades y los Derechos Humanos. Crítico analista del presente y pasado reciente, en sus columnas vuelca su visión de republicano convencido. Sus primeros artículos en la primera etapa de Diario Progresista (recogidos en el libro Reflexiones Republicanas) le hicieron destacarse como columnista de referencia para los lectores de izquierda, y hoy sus columnas pueden leerse también cada semana en 14 destacados medios digitales, como Nueva Tribuna, El Plural, Cuarto Poder o Confidencial Andaluz.
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