«Hemos permitido que un partido que reivindica los gobiernos del franquismo, que defiende a antiguos militares que anhelan un golpe de estado y el asesinato de líderes democráticos, que señala a niños para que sean odiados y estigmatizados y que propaga la mentira, para dilapidar los derechos humanos, forme parte de nuestra democracia».
Viernes, 23 de abril de 2021. Hoy España ha sufrido indubitadamente un cambio de paradigma que ha desgarrado las costuras de lo que somos, de lo que representamos y de todo aquello que aspiramos a ser. Hoy en España no cabe mirarnos como ayer, porque la podredumbre ha desbordado. Hoy no cabe hablar de la ciénaga, nos estamos hundiendo en ella.
⚡️ “Vox dinamita el #DebateSER con sus dudas sobre las amenazas a Iglesias”https://t.co/KVG0hUTj10
— Cadena SER (@La_SER) April 23, 2021
La mecha era corta y no ha tardado en prenderse. En el debate electoral organizado por la Cadena SER la candidata fascista Rocío Monasterio ha cuestionado y banalizado las amenazas de muerte que, con balas, se habían hecho, entre otros, contra Iglesias, allí presente. Ese hecho, que haría vomitar hasta a los facciosos más inhumanos, ha desencadenado la marcha de Iglesias, que ha decidido no compartir espacio con quien mantenía propósitos filonazis.
Votar a VOX es votar contra la democracia, contra la libertad, contra los derechos humanos y, mal que les pese, contra la propia España.
Poco después, Gabilondo hacía la alocución más acertada de su vida reivindicando que lo que allí se había puesto en cuestión era la propia democracia, y Mónica García denunciaba la violencia explícita que se estaba ejerciendo por parte de Monasterio. Ambos han abandonado el debate ante los ruegos por seguir de un Edmundo Bal que, desubicado, pueril y desnortado, ha sumado un nuevo ridículo a sus galones.
En tamaño escenario, Monasterio, que había invitado a Iglesias a irse con un “lárgate”, continuaba interrumpiendo a propios y ajenos, incluyendo a Angels Barceló, que ha pasado el peor de los tragos con una profesionalidad extraordinaria y con un acierto absoluto al sumarse a Gabilondo y García dando el debate por concluido. Monasterio, con esa ironía tosca de bar de carretera con la que acostumbra a confrontar como una matona de medio pelo que no llega ni a aprendiz de quinqui de suburbio, ha espetado a Barceló que era una “activista de la izquierda”, y Barceló ha respondido que es una activista de la democracia.
Que nadie se equivoque, VOX no es mejor que Batasuna. Más aún, VOX es mucho peor que Batasuna, y quienes los apoyan no son mejores que los que votaban a los cómplices de los asesinos de ETA
Y es que de eso va esto, de la democracia. Hemos permitido que un partido que reivindica los gobiernos del franquismo, que defiende a antiguos militares que anhelan un golpe de estado y el asesinato de líderes democráticos, que señala a niños para que sean odiados y estigmatizados y que propaga la mentira, para dilapidar los derechos humanos, forme parte de nuestra democracia. Que nadie se equivoque, VOX no es mejor que Batasuna. Más aún, VOX es mucho peor que Batasuna, y quienes los apoyan no son mejores que los que votaban a los cómplices de los asesinos de ETA. Y no, no podemos seguir blanqueando a esta organización criminal.
En la exposición de motivos de la ley de partidos se señala que su objetivo es “garantizar” el funcionamiento del sistema democrático “[…] impidiendo que un partido político pueda, de forma reiterada y grave, atentar contra ese régimen democrático de libertades, justificar el racismo y la xenofobia o apoyar políticamente la violencia y las actividades de las bandas terroristas”. Es por ello que, como demócrata, exijo la ilegalización inmediata de la Organización criminal VOX, por fomentar el odio, el racismo y la violencia. Votar a VOX es votar contra la democracia, contra la libertad, contra los derechos humanos y, mal que les pese, contra la propia España.
En este sentido, que en el fragor de lo acontecido no pase por alto el tweet del PP tras la marcha de Iglesias al ser vilipendiado: “Iglesias, cierra al salir”. Sí, así ha sido, y es que se puede ser miserable, muy miserable, extremadamente miserable o del PP de Madrid. Ese es el nivel ético de esta banda, probablemente solo a la altura del nivel intelectual de su lideresa, digna heredera de Aguirre y ex-vocera de un perro de nombre Pecas. Qué asco.
Los madrileños merecen vivir en un espacio abierto, plural, diverso y rabiosamente democrático
Así las cosas, en Madrid no se votará comunismo o libertad, sino democracia o fascismo. Y en esa dicotomía tendrán que tomar partido personas honradas del centro y la derecha que, si guardan un ápice de demócratas, votarán cualquier cosa salvo PP y VOX, porque son la misma bazofia con envoltorios diferentes; y porque los madrileños merecen vivir en un espacio abierto, plural, diverso y rabiosamente democrático. Las derechas, tan ultra una como la otra, quieren expulsar del tablero político a quienes disienten, pero solo como antesala de su persecución, porque no les vale con apartarnos, quieren eliminarnos.
En su añorada Guerra Civil les dijimos que Madrid sería la tumba del fascismo. No lo fue. Los fascistas entraron y bañaron de sangre republicana las calles que clamaban por la verdadera libertad. Por eso hoy quiero llamar a todos los demócratas a repetir conmigo aquellas palabras de dignidad y a dejarnos la piel por conseguirlo, porque creemos en la democracia, en la paz, en la palabra, en los derechos humanos y en el progreso, porque creemos en la inclusión, en la diversidad, en la ecología, en el feminismo y, sobre todo, porque amamos a los nuestros y soñamos con el mejor futuro para nuestros padres y madres, para nuestras hermanas y hermanos y para nuestras hijas e hijos. Gritemos juntos de nuevo y hagámoslo posible: MADRID SERÁ LA TUMBA DEL FASCISMO.
Pedro Iniesta, colaborador de La Mar de Onuba, es Filólogo Graduado en Lengua y Literatura españolas por la Universidad de Murcia. En la actualidad es profesor en la Universidad de París X.
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