Europa va por buen camino en la lucha contra la enorme crisis generada por el parón económico provocado por el Coronavirus. Más inversión, más deuda pública autorizada, más máquina del dinero en marcha. La Unión Europea se garantiza el éxito a medio plazo, tiempo al tiempo.
Las normas fiscales europeas son muy estrictas en lo referente al cumplimiento por parte de los estados miembros del Pacto de Estabilidad, son procíclicas y mandan ajustar justo cuando las economías se hunden, pero seguirán suspendidas más tiempo del que se había previsto a finales de marzo cuando el hundimiento económico provocado por la pandemia de coronavirus obligó a la Comisión Europea a permitir que los gobiernos de la Unión Europea se las saltaran.
El conocido como «Pacto de Estabilidad y Crecimiento», que marca que el déficit público debe estar por debajo del 3% del PBI y la deuda pública por debajo del 60%, no lo cumple ahora mismo ninguno de los 27 países del bloque, en ninguno y cualquier tontería que les cuenten es mentira simplemente “fake new “. Además, se seguirá durante mucho tiempo guardado en algún mueble de la Dirección General de Economía de la Comisión Europea, ese departamento que tan alegremente ordenó ajustes fiscales al sur de Europa durante la última crisis financiera, que literalmente hundió de pena económica a Grecia, a Portugal, a Italia, a España…
La primera señal de que esas normas estaban congeladas llegó el 19 de septiembre pasado. Ese día el brazo ejecutivo de la Unión Europea envió una carta a los ministerios de Economía del bloque. Les adelantaba que no pedirá ajustes fiscales en 2021. La carta, que firmaban el vicepresidente de la Comisión Europea Valdis Dombrovskis y el comisario de Economía Paolo Gentiloni, recordaba que en las reuniones de ministros de Finanzas del bloque se había alcanzado el acuerdo de continuar con la política fiscal expansiva durante 2021.
La carta decía literalmente que las políticas fiscales deben seguir apoyando la recuperación durante 2021. A la luz de esta necesidad y ante la alta incertidumbre tanto por el desarrollo de la pandemia como por sus consecuencias económicas, seguirá activa en 2021 la cláusula general de escape. Es decir, las reglas fiscales no serán de aplicación el próximo año.
El titular de Economía de la Comisión Europea, Paolo Gentiloni, afirmó que no pedirá ajustes fiscales en 2021 pero… ¿y en 2022?. La misma carta aseguraba que cuando las condiciones económicas lo permitan será el momento de retomar políticas que lleven a posiciones fiscales prudentes a medio plazo. Esa decisión, que compartirán la Comisión Europea y los ministros del bloque, no se tomará hasta la primavera de 2021 (previsiblemente a principios del próximo mes de mayo, cuando se presenten las previsiones económicas de primavera), pero desde Bruselas ya se lanzan indicios de que las políticas expansivas seguirán más allá de 2021.
El comisario Gentiloni dijo esta semana que la idea de una recuperación en forma de V es una ilusión y nunca ha creído en ella. Y ya claramente dejó entender que la suspensión de las normas fiscales seguirá en 2022 si la situación económica no mejora en los próximos meses bastante más de lo esperado en sus propias previsiones económicas. Gentiloni fue claro: la discusión tendrá lugar en los próximos meses, pero si estamos aún en una grave recesión económica, necesitaremos mantener en vigor esta cláusula de escape general.
Las normas fiscales del bloque podrían no volver a aplicarse en su forma actual. El gobierno francés lleva meses exigiendo que se reformen. El viceministro de Asuntos Europeos, Clément Beaune, adelantó el 22 de septiembre que las reglas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento no podrán volver a aplicarse como si nada hubiera pasado.
Francia, que apenas ha cumplido esas normas en las últimas dos décadas pero que nunca fue multada por ello, “porque Francia es Francia”, como dijo el antiguo presidente de la Comisión Europea Juncker , quiere aprovechar la crisis para cambiarle definitivamente la cara a la Europa económica. Su idea es que las normas dejen de ser procíclicas. Enfrente encontrará, más que a Alemania, a gobiernos como el austríaco, el holandés, el danés, el sueco y el finlandés.
El Consejo Fiscal Europeo, una entidad que asesora a la Comisión Europea, también pide la reforma de esas normas. Considera que el Pacto de Estabilidad y Crecimiento tiene fallas estructurales, como el hecho de que no permita por ejemplo excepciones para sostener la inversión pública o gastos que se han demostrado esenciales, como el sanitario.
La suspensión de las normas fiscales permite que los gobiernos aceleren con el gasto público sin mirar al retrovisor. Bruselas recomienda exactamente eso: gastar todo lo necesario para sostener las economías, la actividad de las empresas y el empleo.
Pueden hacerlo porque tienen el apoyo masivo del poderoso Banco Central Europeo sólo este año habrá gastado más de 1,5 billones de euros en comprar deuda pública), que mantiene el riesgo-país en mínimos históricos y que está dispuesto a comprar las emisiones de deuda que no compre el mercado.
Ese mercado muestra por ahora un apetito gigantesco. Este jueves, el bono a 10 años alemán cotizaba a -0,54%, el holandés a -0,45%, el francés a -0,30%, el español a 0,13%, el italiano a 0,68%. Ni Grecia tiene que ofrecer ya un escuálido 1%. Su bono a 10 años se cambia a 0,79%. Ya no existen las famosísimas primas de riesgo de la crisis financiera….todo cambia y muchas veces a mejor. Además la deuda pública se podría duplicar en un pacto consensuado pasando del 60% actual al 120% probable; muchos cambios y mucha ayuda pública para las 27 economías europeas.
Francisco Villanueva Navas, analista de La Mar de Onuba, es economista y periodista financiero.
Sea el primero en desahogarse, comentando