En la última semana de enero los agricultores y ganaderos se han manifestado a lo largo y ancho de la geografía española. Ha sido una convocatoria unitaria de las tres principales organizaciones agrarias, ASAJA, COAG y UPA. Aunque en cada zona las movilizaciones expresaban las reivindicaciones asociadas a la producción propia -sean el aceite, los cítricos, la leche…-, todas ellas han tenido una reivindicación común, la exigencia de acabar con los injustos precios en origen, que llegan a estar por debajo de los gastos de producción.
El sector olivarero de Jaén -que concentra la principal producción de aceite de oliva del mundo- ha mantenido una movilización generalizada, donde las manifestaciones convocadas unitariamente han sido apoyadas por otras entidades como las Cooperativas Agro-alimentarias e Infaoliva, reforzando la unidad expresada en “si el olivar pierde, perdemos todo en la provincia de Jaén”. Comercios, ayuntamientos y consejos reguladores de la denominación de origen del aceite de oliva jiennense se han sumado incluso con una huelga simultánea al día de la manifestación. Todos reclaman lo mismo, precios justos en origen.
Los agricultores y ganaderos extremeños se han movilizado en Don Benito (Badajoz) reclamando precios justos en el campo, denunciando los bajos precios de los productos en origen y exigiendo que se fijen unos precios mínimos; y también reclamando una respuesta frente a los aranceles impuestos por EEUU, que afecta a las exportaciones de sus productos.
En Zamora más de 2.000 agricultores y ganaderos -unos 200 de ellos andando en sus tractores- se han manifestado “por unos precios justos y por el respeto al medio rural”, debido a la falta de rentabilidad por los bajos precios en origen y el aumento exponencial de los costes de producción; a lo que han añadido las dificultades en la exportación por el Brexit y la subida de aranceles de la administración Trump.
¿Qué reivindicación han unido a todas las movilizaciones? ¡Precios justos en origen! Porque aquí reside la clave. Porque aquí se produce la sangría principal. La diferencia que existe entre los precios que se pagan en origen a los agricultores y ganaderos, y los que se cobran a los consumidores, diferencia que ha llegado en alguno caso hasta el 1.000%. Porque los bajísimos precios en origen son el mecanismo principal y la expresión concentrada del dominio que ejercen el oligopolio sobre la distribución y comercialización de los productos agrícolas y ganaderos. Y, en realidad, es un doble saqueo, una sangría directa a los pequeños y medianos agricultores y ganaderos; y un robo a los consumidores, que se genera en la diferencia entre los precios en origen y de venta del mismo producto.
En el cuadro que acompaña al artículo puede verse al detalle la sangrante diferencia en 26 productos agrícolas y 7 ganaderos. Veamos primero los datos globales. ¿Por cuánto se multiplican? Prácticamente se quintuplican, es decir, el precio medio de venta de las frutas, hortalizas, productos cárnicos, leche y huevos en España se multiplicó por cinco -exactamente aumentó en 4,67 veces- respecto a los precios en origen. El Índice de Precios en Origen y Destino (IPOD) -elaborado por organizaciones agrarias y de consumidores- calcula que los productos agrícolas se multiplicaron por 5,07 y los ganaderos por 3,16. Por destacar tres ejemplos, la patata, uno de los alimentos más consumidos, aumentó su precio un 533% entre origen y consumidor; la carne de cerdo un 359%, y la mandarina un 472%.
El IPOD es un índice elaborado mensualmente. Hemos utilizado el de abril de 2018 para dar algo de perspectiva temporal al persistente abismo entre los precios en origen de los alimentos y los de venta al consumidor. Porque no es algo de los últimos meses, es una constante que viene desde hace bastantes años. Y la diferencia abismal se mantiene aproximadamente en los mismos valores, con pequeñas fluctuaciones. Por ejemplo, el último índice, el de diciembre de 2019, retrata el mismo saqueo doble. El IPOD General se multiplica por 4,45 (abril 2018: 4,67). El IPOD Agrícola por 4,83 veces (abril 2018: 5,07). Y el IPOD Ganadero por 3,05 (abril 2018: 3,16).
En el caso concreto del aceite de oliva, el precio que perciben los olivareros españoles ha caído tanto que es el más bajo de los grandes países productores. En 2019 ha bajado respecto a 2018 siendo solo de 2,20 euros por kilo. En Túnez es de 2,33 euros y en Grecia de 2,55 euros. En Italia llega hasta los 4,74 euros. No hay razones para tales diferencias entre Italia y España, más allá del mayor grado de dominio del oligopolio de la distribución y comercialización en nuestro país.
La situación extrema se produce cuando el oligopolio hunde los precios en origen más allá de su coste de producción. Además, los gastos en medios de producción se están incrementando continuadamente -una media del 3,6% en el último año- en fertilizantes, piensos, semillas, energía y maquinaria. Por ello, es en los precios en origen donde se debe intervenir para dar una verdadera alternativa.
Es necesaria una legislación que proteja el sector, que no solo impida que el precio de venta en origen de su producción esté por debajo de su coste, sino que determine unos precios mínimos en origen que sean suficientemente superiores a los costes de producción para que la actividad agrícola y ganadera no sea en ningún momento deficitaria, frente al actual dominio del oligopolio de la distribución de alimentos, que incluso abocan al cierre de explotaciones de muchos pequeños y medianos agricultores y ganaderos. Una de las principales causas de la España vaciada.
Otras reivindicaciones del mundo agrario son la revisión completa del sistema de almacenamiento para terminar con la “venta a pérdidas” cuando los precios en origen se desploman, especialmente con el aceite de oliva; la eliminación de los aranceles con Estados Unidos; y la regulación del mercado para impedir las prácticas monopolistas del oligopolio alimentario.
Eduardo Madroñal Pedraza, colaborador de LaMardeOnuba.es, nació el año 1951 en Madrid, el año 1951, de raíces andaluzas paternas y castellanas maternas. Fue velocista y jugador de balonmano. De una clase social, eligió otra práctica social. Fue, por el artículo 191 del Código Civil franquista, "padre soltero" de una hija de madre desconocida. Estudió Psicología. Trabajó 7 meses como repartidor de codornices y 7 años como administrativo en Uralita. Acabó Psicología; fue profesor de inglés (6 años en colegio privado y 4 años en instituto por oposición. Con la LOGSE se cambió a orientador educativo. Anomalías se titula su tercer libro de poemas. Colabora en diversas publicaciones (De Verdad, Chispas...) en formato digital e impreso. Es militante de Unificación Comunista de España, miembro de Recortes Cero, e integrante de la Mesa Estatal por el Blindaje de las Pensiones. Profesor aprendiz, psicólogo inapropiado, orientador peregrino, demócrata distinto, patriota inusual, comunista extraño, padre inesperado, abuelo chocante, amante inhabitual, y alguna anomalía más.
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