‘Hasta las pandemias pasan de moda’, por Alfredo Corell
Domingo, 7 de mayo de 2023. El director general a Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha declarado finalizada, a instancias del Comité de Emergencias de la OMS, la pandemia internacional de salud pública por la enfermedad de la COVID-19, que comenzó el 30 de enero de 2020, informa la IPS desde Ginebra.
Sin embargo, agregó, «este virus está aquí para quedarse. Sigue matando y sigue cambiando. Sigue existiendo el riesgo de que aparezcan nuevas variantes que provoquen nuevos repuntes de casos y muertes».
De acuerdo con las estadísticas de la estadounidense Universidad Johns Hopkins, el coronavirus SARS-CoV-2 causante de la enfermedad infectó hasta la fecha a 687.601.000 personas y ha causado la muerte de 6.869.839, pero la OMS estima que el número de fallecidos podría ser superior, hasta veinte millones.
La amenaza de la covid sobre la salud pública continúa «y lo peor que podría hacer ahora cualquier país es utilizar estas noticias como motivo para bajar la guardia, desmantelar los sistemas que ha construido o enviar el mensaje a su población de que la COVID-19 no es nada de lo que preocuparse», alertó Tedros.
El diván de Don Galimatías
La Organización Mundial de la Salud declara finalizada la pandemia por COVID-19
La semana pasada, la enfermedad se cobró una vida cada tres minutos, y miles de personas están hoy ingresadas en las unidades de cuidados intensivos, tratando de superar la covid, recordó la OMS.
Tedros recordó que hace 1121 días la OMS tuvo conocimiento de un conglomerado de casos de neumonía de causa desconocida en Wuhan, China, y «el 30 de enero de 2020, por consejo de un Comité de Emergencia, declaré una emergencia de salud pública de importancia internacional por el brote mundial de covid-19».
En aquel momento, fuera de China se habían notificado menos de mil casos y ninguna muerte, señaló el responsable de la OMS, y la caracterización como pandemia llegó más tarde, el 11 de marzo de 2020.
Tedros comentó, al presentar la decisión de la OMS en su sede en Ginebra, que «en los tres años transcurridos desde entonces, la COVID-19 ha puesto nuestro mundo patas arriba».
Además de los fallecimientos, recordó, los sistemas de salud se han visto gravemente perturbados y millones de personas no han podido acceder a servicios sanitarios esenciales, como las vacunas infantiles, vitales para salvar vidas.
También la pandemia ha causado graves trastornos económicos, borrando millones de millones de dólares del producto interno bruto, perturbando los viajes, el turismo, el comercio, cerrando empresas y sumiendo a millones de personas en la pobreza.
Otros graves trastornos sociales se produjeron con el cierre de fronteras, la restricción de movimientos, el cierre de escuelas, y otros muchos continúan, como los millones de personas que sufren soledad, aislamiento, ansiedad y depresión, además de un covid prolongado.
La covid «dejó al descubierto y ha exacerbado las divisiones políticas dentro de las naciones y entre ellas. Ha erosionado la confianza entre las personas, los gobiernos y las instituciones, alimentado por un torrente de desinformación. Y ha dejado al descubierto las desigualdades más acuciantes de nuestro mundo», comentó Tedros.
«Las comunidades más pobres y vulnerables han sido las más afectadas, y las últimas en recibir acceso a vacunas y otras herramientas», aseguró.
Según la OMS, durante más de un año la pandemia ha seguido una tendencia descendente, con un aumento de la inmunidad de la población gracias a la vacunación y la infección, una disminución de la mortalidad, y una reducción de la presión sobre los sistemas sanitarios.
En todo el mundo se han administrado 13.300 millones de dosis de vacunas contra la covid, y 89 por ciento de los trabajadores de la salud y 82 por ciento de los adultos mayores de sesenta años han completado la serie primaria, una o dos dosis iniciales de vacunas.
La decisión de la OMS, divulgada este viernes 5 de mayo 2023, significa que llegó el momento de que los países pasen, del modo de emergencia, a la gestión de la covid junto con otras enfermedades infecciosas, explicó Tedros.
La OMS hizo varias recomendaciones a los países para seguir el combate contra el coronavirus, la primera de las cuales es sostener las ganancias de capacidad nacional, prepararse para futuros brotes y evitar ciclos de pánico y negligencia.
Luego, integrar la vacunación contra la COVID-19 en los programas de vacunación a lo largo de la vida, y apoyar el establecimiento de la red mundial de laboratorios de coronavirus de la OMS.
También, prepararse para la autorización de contramedidas médicas dentro de los marcos regulatorios nacionales, y continuar trabajando con las comunidades y sus líderes para lograr comunicaciones de riesgo y participación comunitaria sólidas, resilientes e inclusivas, y programas de gestión de la infodemia.
Se aconseja levantar las medidas de salud relacionadas con los viajes internacionales en función de las evaluaciones de riesgo, y no exigir ninguna prueba de vacunación contra la COVID-19 como requisito previo para los viajes internacionales.
Finalmente, se plantea seguir apoyando la investigación para mejorar las vacunas que reducen la transmisión y tienen una amplia aplicabilidad; comprender el espectro completo, la incidencia y el impacto de la condición postcovid, y la evolución del coronavirus en poblaciones inmunocomprometidas.
Esperábamos la gripalización del SARS-CoV-2, y que se volviera estacional como otros virus respiratorios. Parece que no va a suceder. Datos como los de la última Feria de Sevilla, a finales de abril y con temperaturas propias del verano, nos hacen pensar que tendremos brotes en diferentes estaciones del año.
Principio y fin del estado de emergencia
El 30 de enero de 2020, el comité de emergencia de la Organización Mundial de la Salud declaraba el estado de emergencia sanitaria internacional por el brote de coronavirus de Wuhan. El Reglamento Sanitario Internacional, publicado en 2005, es un documento vinculante para 196 países y cubre medidas encaminadas a prevenir la transmisión de enfermedades infecciosas.
En dicho documento se define como “emergencia de salud pública de importancia internacional”, un evento extraordinario que, de conformidad con el presente Reglamento, se ha determinado que: I) constituye un riesgo para la salud pública de otros Estados a causa de la propagación internacional de una enfermedad, y II) podría exigir una respuesta internacional coordinada. Pero no fue hasta el 11 de marzo que el mismo organismo declaró el estado de pandemia.
El 5 de mayo de 2023, el director de la OMS ha decretado el fin del estado de emergencia internacional. Esta declaración no significa que haya terminado la pandemia. Pero, de facto, exime a los países de tomar medidas de contención/prevención, puesto que durante este estado de emergencia, lo que indicaba la OMS era de obligado cumplimiento.
Diversos indicadores (incidencia, casos, ocupaciones hospitalarias y de UCI…) apuntaban ya hace tiempo a que este fin estaba cerca. Incluso se podría haber decretado antes.
Dos pandemias en una
La pandemia ha tenido dos momentos muy diferentes a lo largo de estos tres años. Desde el inicio en diciembre de 2019 en Wuhan hasta diciembre de 2021, las reinfecciones eran anecdóticas. Pero desde enero de 2022 hasta la actualidad estamos en la que podríamos denominar pandemia de ómicron.
Este hecho cambió realmente las reglas del juego, y las reinfecciones empezaron a estar a la orden del día. Está claro que las subvariantes de ómicron consiguen saltar las defensas producidas frente a las variantes anteriores y hacerse más infecto-contagiosas.
Su evolución no se ha acompañado, afortunadamente, de una mayor severidad clínica. Al contrario, se producen menos hospitalizaciones e ingresos en UCI entre los infectados. Sin embargo no podemos decir que esto sea consecuencia de variantes o subvariantes más leves, sino que, probablemente, reflejan una muy buena inmunización de la población (tanto por la inoculación de las vacunas, como por la inmunidad natural que ha quedado después de las infecciones).
La pandemia ha pasado de moda
No hay más que ver los informativos diarios en todo el mundo. Hasta enero de 2023, prácticamente en todos los telediarios había al menos alguna noticia del covid-19 y estas han ido desapareciendo, salvo en momentos puntuales, como los repuntes de casos en china el pasado mes de enero.
Si miramos las búsquedas en Google, que es un gran indicador de tendencias, y situamos el 100 % de interés en el covid-19 allá por el 15 de marzo de 2020, vemos que desde enero de este año, la enfermedad ya no interesa a prácticamente nadie.
Pero este desinterés no solo lo experimenta el público en general, sino también el público especializado. La Universidad Johns Hopkins ha sido para mí el centro en el que observar cómo transcurría todo este proceso distópico que hemos vivido. Me recuerdo mirando el mapa covid-19 en las madrugadas con la esperanza de ver alguna buena señal. Algo que no sucedió hasta que llegaron las vacunas.
Porque no olvidemos que de esta pandemia hemos salido gracias a la investigación científica y a la cooperación internacional. Si hoy miramos esta página que marcaba el “estado en vivo” de la pandemia, comprobaremos que se dejaron de recoger los datos del covid-19 allá por el 10 de marzo de 2023.
De modo que, en este contexto de relajación, el levantamiento del “estado de emergencia internacional”, que parece adecuado e indiscutible, también puede suponer que las autoridades sanitarias y los ciudadanos nos relajemos quizás en demasía.
De una parte, y por lo que respecta a las autoridades, se deberían seguir vigilando y secuenciando los positivos para detectar eventuales nuevas variantes. Y por parte de los ciudadanos, aún es necesario maximizar la precaución cuando estamos pasando una enfermedad respiratoria, usando mascarilla para proteger al resto de nuestra infección. O si convivimos con personas muy vulnerables, protegiéndonos en situaciones de tumultos (como las ferias y fiestas, que van a ser muy frecuentes este verano).
La resaca de la era post-covid
Aunque la emergencia haya cedido, el covid-19 no ha terminado. Ni tan siquiera ha concluido la pandemia. Algo que no sucederá hasta que se dejen de detectar brotes epidémicos en diversos países de más de dos continentes.
Sin lugar a dudas hay que definir las pautas vacunales de ahora en adelante. Las administraciones sanitarias de medio mundo nos han dejado “huérfanos” a este respecto. Desde la evidencia científica, no parece razonable que haya dosis de recuerdo anuales para la población general.
Ya es conocido que la infección natural, así como la vacunación y, sobre todo, la “inmunidad híbrida” (combinación de infección natural y de vacunación) dejan durante al menos dos años una suficiente inmunidad de memoria de nuestros linfocitos de élite (T y B). Pero las dosis de recuerdo pueden ser necesarias para personas con las defensas comprometidas, como pueden ser los mayores de 80 años y los pacientes inmunodeprimidos por deferentes situaciones clínicas (enfermedades de causa inmunitaria, trasplantes o inmunosupresión por terapia antitumoral).
Otra gran asignatura pendiente, y de magnitud muy grande, es el covid persistente, que afecta a un número creciente de personas y actualmente sufre en torno al 10 % de individuos que pasaron la covid.
Esta patología se asemeja en muchos casos a la de enfermedades autoinmunitarias (cuando las defensas atacan al propio organismo), golpea de modo mayoritario a mujeres y ha sido motivo de que se establezcan alianzas entre médicos o investigadores y de que se constituyan grupos de pacientes.
El propio director de la OMS se quejaba de la desidia a la hora de hacer los test diagnósticos de covid. Cada vez se hacen menos y se secuencian menos, lo que nos puede dejar vulnerables si aparecen nuevas variantes del virus. Las autoridades sanitarias no deberían relajar la vigilancia a estos extremos.
Hemos aprendido mucho de ventilación de interiores, que ayuda no solo en la prevención de la transmisión de la covid, sino de todas las infecciones respiratorias. Una buena regulación y control de la calidad del aire en espacios cerrados sería más que recomendable.
Otro reto pendiente es el fin del uso de las mascarillas en los lugares restringidos en la actualidad (centros sanitarios y farmacias). Parece buen momento revisar esta norma y eliminar la restricción en farmacias y en la mayor parte de los espacios sanitarios, salvo las urgencias y salas especialmente concurridas por pacientes en espera.
Los sistemas sanitarios se extenuaron entre el 2020 y 2022 y aún no han vuelto a recuperarse. Hay graves carencias de personal y de medios.
Y es que la covid-19 llegó para quedarse entre nosotros. Seguimos teniendo casos, ingresos hospitalarios y –desgraciadamente– muertes. Todos estos datos no tienen que ver con los que se producían por abril del 2020, pero a día de hoy siguen muriendo 500 personas al día por covid en el mundo, frente a los más de 15 000 en el peor momento de hace tres años. La pandemia ha dejado un registro oficial de 7 millones de muertes, aunque todas las estimaciones elevan este número a unos 20 millones.
Entretanto, este que les escribe también fue a la Feria de Abril en su nueva residencia, Sevilla. Y también estoy experimentando mi tercera infección por SARS-CoV-2, a pesar de haberla pasado con delta en julio de 2021 y con ómicron en enero de 2022, y a pesar de tener una pauta de vacunación completa.
Eso sí, apenas tengo síntomas: parece un brote alérgico, con mocos, estornudos y un leve dolor de garganta. De hecho, me retrasé en hacerme test porque soy alérgico y pensaba que tenía rinitis alérgica. El dolor de cuerpo pudiera confundirse con mi regreso al gimnasio con un preparador personal. La vida, a pesar de todo, sigue.
Alfredo Corell Almuzara es Catedrático de inmunología, Universidad de Sevilla
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