La inclusión como parte de la cultura escolar

por Carlos Ventura

Cada vez son más los sistemas educativos que se suman a la lista de países que implantan leyes educativas basadas en la inclusión, la diversidad y la apertura a la diferencia.

La llamada educación inclusiva es, según la UNESCO,  aquella modalidad educativa que genera oportunidades de participación y aprendizaje para todos los estudiantes con independencia de sus condiciones personales, sociales, culturales o económicas.

Si no existe una educación inclusiva, el final del camino es la exclusión social.

Dentro de los principales factores que determinan la exclusión de los menores, la discriminación, los estereotipos y la estigmatización son las situaciones que más se repiten cuando no existe una modalidad educativa férrea basada en la inclusión.

De los 194 países que hay en el mundo, solo cinco de ellos tienen leyes de educación inclusiva: Chile, Italia, Luxemburgo, Paraguay y Portugal.

Sorprende especialmente que de los cinco países mencionados, dos de ellos sean de Latinoamérica, un continente en el que a la implantación de la educación inclusiva todavía le queda mucho camino por recorrer.

¿Cómo lo hace el continente latinoamericano para hacerle frente a esta situación? ¿Cuáles son los factores que agravan o mejoran la inclusión en las escuelas?

CONOCIMIENTO Y HOMOGENIZACIÓN

En el caso de Chile y Paraguay, ambos países han desarrollado unas políticas educativas basadas en «marcos legislativos que incluyen educación para todos y todas. No solamente para discapacidad sino que contempla la situaciones y contextos de otros grupos sociales», destaca Carlos Vargas-Tamez, jefe de la unidad de desarrollo docente de la oficina regional de Educación para América Latina de la UNESCO para BBC Mundo.

El experto señala, a su vez, que en estos países se ha roto con la diversificación de las clases en función del sexo o de las discapacidades motrices que puedan tener los alumnos, al igual que tampoco se les discrimina por la condición sexual de ellos.

En este caso, Tamez apunta que en América Latina, para ir de la mano con la educación inclusiva, lo que han puesto en marcha es un modelo educativo en el que «primero que conoce quiénes son las personas que se quedan fuera o que son excluidas, y posteriormente se realiza una práctica de homogenización para que las diferencias entre alumnos no sean notables».

RACISMO

El racismo es uno de los principales factores que agrava que la educación inclusiva no sea llevada a cabo como se debería.

Si bien Latinoamérica es un lugar en el que se mezclan infinidad de culturas, la educación no está tan orientada hacia la diversidad en este sentido.

Para ponerle freno a las cuestiones racionales como elemento diferencial, el especialista de la Unesco aboga por «una mayor incidencia en la historia local de las personas y comunidades para que los niños y jóvenes entiendan que esto no es un elemento determinante para establecer diferencias ni dentro de las aulas ni fuera de ellas».

Asimismo, Tamez asegura que los profesores tampoco reflejan – en ciertos países de América Latina – esa riqueza cultural que aportan las diversas sociedades que conviven en el continente, por lo que los menores no tienen ejemplo de diversidad de culturas dentro de los colegios.

CONTENIDOS EDUCATIVOS IGUALITARIOS

Antes de la implementación de la educación inclusiva, en América Latina la educación y sus contenidos estaba orientado en ‘enseñanza para hombres’ y ‘enseñanza para mujeres’.

Sin embargo, con la educación inclusiva, con el paso de los años, se ha conseguido ir eliminando esta distinción en los contenidos para ofrecer una enseñanza igualitaria.

Tamez destaca que «son las mujeres las que obtienen las mejores calificaciones» pero que «todavía hay una deuda pendiente con ellas porque sigue habiendo contenidos que han sido pensados principalmente para hombres.

CORONAVIRUS

La pandemia del coronavirus ha acentuado, aún más, todo lo que rodea a las diferencias sociales enmarcadas dentro del ámbito económico.

La posibilidad de poder continuar con los estudios es ahora un lujo al alcance de muy pocos niños.

Las cifras de la pobreza han crecido significativamente después del impacto del COVID19, y esto ha hecho que muchos niños queden fuera de las escuelas al no poder costearse los estudios.

Además, en un informe publicado por UNESCO, la entidad refleja que los gobiernos han dejado en una situación de vulnerabilidad educativa a más del 40% de los niños y jóvenes de diferentes países de Latinoamérica.

Sin embargo, la parte positiva de esto es que, las escuelas que se han visto menos afectadas durante la pandemia, están realizando talleres de concienciación para erradicar todos los prejuicios que pueden nacer fruto de la desigualdades económicas.

De esta forma, los pequeños podrán recibir a los alumnos más afectados en las mismas condiciones que otros que no hayan sufrido el impacto de la pandemia.

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