por Josep Maria Reniu Vilamala, (UB).
Con cerca del 100% del voto escrutado y a falta de la incorporación durante la semana del (escaso, desafortunadamente) voto proveniente del exterior, podemos aproximarnos a las principales claves de las elecciones del 28A.
Para situarnos correctamente debemos recordar cómo hemos llegado hasta el día de hoy. Es decir, nuestra cita con las urnas este domingo responde a la convocatoria de unas elecciones anticipadas fruto de la imposibilidad del gobierno Pedro Sánchez (PSOE) por aprobar los presupuestos generales del estado.
Un gobierno que, por primera vez en la reciente historia democrática española fue fruto del éxito de una moción de censura al anterior gobierno presidido por Mariano Rajoy (PP). Nunca hasta entonces las mociones de censura habían prosperado y, a lo sumo, eran planteadas como un gran (y gratuito) “spot” pre-electoral con el que posicionarse como alternativa de gobierno.
Inestables desde 2015
Buena parte del éxito de la citada moción de censura debe buscarse en la inestabilidad política que se creó tras las elecciones de 2015, en las que ni PP ni PSOE fueron capaces de contar con apoyos suficientes para la investidura de sus candidatos. De hecho el PP ni lo intentó, rechazando dicha posibilidad tras el fracaso de Pedro Sánchez en su intento de investidura.
Sea como fuere, ello provocó -también por primera vez en nuestra reciente historia política- la convocatoria forzosa de elecciones en el año 2016 tras las que el escenario sufrió escasos cambios. En esta ocasión Mariano Rajoy (PP) sí contó con el aval parlamentario suficiente para su investidura, con lo que formó gobierno.
Pues bien, este período que se abre con las elecciones de 2015 dibuja algunas de las características políticas principales que en el día de hoy parece que se están confirmando:
- En primer lugar, esas elecciones empiezan a agrietar el sistema de dos grandes partidos políticos que había dominado hasta entonces la política española. El bipartidismo imperfecto (también calificado como “sistema de dos partidos y medio”, por el papel desempeñado por formaciones menores como CiU, PNV o CC) protagonizado en los primeros años por la UCD y el PSOE, o posteriormente por el PSOE y el PP mostrará sus primeros síntomas de debilidad. La irrupción de dos nuevas formaciones políticas, Podemos y Ciudadanos, les debilitará y en buena medida hará que se hagan visibles algunas debilidades internas y también externas.
- Y, en segundo lugar, la necesidad de llegar a acuerdos para formar gobierno con unos actores cuyas pautas de comportamiento son nuevas revelará sus carencias coalicionales: ni querían compartir el poder ni tampoco nadie quería compartirlo con ellos.
Todo ello en un contexto en el que la eclosión del llamado “problema catalán” tras el 1 de octubre de 2017 se saldará con la intervención de la autonomía catalana mediante la aplicación -también por primera vez en nuestra historia- del artículo 155 de la Constitución y la judicialización en vía penal de un problema de índole político.
Vemos así cómo la política española pasa a desarrollarse en un terreno de juego cada vez más complejo. La alternancia en el gobierno andaluz, en gran medida gracias a la irrupción de la formación de ultraderecha VOX, será el primer síntoma de un escenario político en recomposición.
Polarización
Así, las elecciones de este domingo 28A se plantean en términos de lucha entre dos grandes polos: la reivindicación de la validez del gobierno socialista liderado por Pedro Sánchez, frente a la obligada recomposición de la derecha conservadora tras verse apartada del poder en 2018.
Los resultados electorales avalan la arriesgada apuesta de Pedro Sánchez anticipando las elecciones en un contexto como el descrito: el crecimiento en votos y escaños (de 85 a 123) le devuelve el control de la agenda política, con un mayor margen de movimientos y comodidad que hasta la fecha toda vez que Podemos y sus confluencias retroceden significativamente (de 71 a 42 escaños).
En el otro polo, nos encontramos una derecha fragmentada en tres opciones que han competido entre sí y que, a la luz de los datos, deja un gran damnificado: el PP, así como a su nuevo líder Pablo Casado. La pérdida de más de la mitad de escaños (de 137 a 66) y de más de 3 millones y medio de votos les sitúa a escasa distancia de su principal competidor, Ciudadanos. Los populares pierden además la representación en el País Vasco y casi en Cataluña, donde únicamente obtienen un escaño por la circunscripción de Barcelona.
Los beneficiados
Los grandes beneficiados de dicha descomposición son Ciudadanos, pasando de 32 a 57 escaños y VOX, que accede al Congreso con 24 escaños. El problema, no obstante, es que dicha correlación de fuerzas no consigue ninguno de sus objetivos, siendo el principal contar con suficiente fuerza parlamentaria para formar gobierno.
Finalmente no puede olvidarse que los partidos de ámbito no estatal han sido, son y todo parece indicar que seguirán siendo piezas relevantes para garantizar la gobernabilidad. ERC gana las elecciones en Cataluña por primera vez tras la dictadura franquista, con más de un millón de votos. Junts per Catalunya consigue contener el retroceso predicho por las encuestas y sólo cede un escaño. El PNV mejora en votos y gana un escaño, mientas que EH Bildu y CCa-PNC duplican resultados con 4 y 2 escaños respectivamente.
La negociación
A partir de este escenario el reto sigue siendo el mismo a que nos referíamos anteriormente: la articulación de una mayoría parlamentaria sólida que garantice no sólo la formación de gobierno sino su supervivencia.
Para ello el PSOE deberá desplegar una estrategia negociadora en un contexto súmamente complejo: en menos de un mes los españoles seremos llamados otra vez a las urnas, en las que elegiremos a nuestros representantes en el Parlamento Europeo, los concejales de nuestros municipios y en doce Comunidades Autónomas renovaremos sus asambleas parlamentarias y por ende sus gobiernos.
No es difícil imaginar así que cualquier negociación coalicional estará bajo el influjo de las dinámicas multinivel, en las que un leve movimiento en el tablero estatal puede desatar un terremoto en el ámbito autonómico y/o local, con lo que dicha negociación se nos antoja una papeleta complicada tanto para el PSOE como sobretodo para los líderes de Podemos y sus confluencias, Ciudadanos, e incluso eventualmente de ERC.
Por si fuera poco, recuérdese que las nuevas Cortes Generales (Congreso de los Diputados y Senado) se constituyen el próximo 21 de mayo, a escasos cinco días de las elecciones europeas, autonómicas y locales, y que es precisamente en ese momento donde veremos la concreción de los primeros resultados de la negociación en la elección de los miembros de las respectivas Mesas.
Como puede verse, el nuevo escenario político exigirá de los actores mayores dotes de pericia, una mayor capacidad negociadora y una firme voluntad de construcción de acuerdos estables. A fin de cuentas, hacer política.
Josep Maria Reniu Vilamala, Profesor Titular de Ciencia Política y de la Administración, Universitat de Barcelona. Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología (UCM, 1993); Diploma de Especialización en Derecho Constitucional y Ciencia Política (CEC, 1994). Fundador del "Observatorio de los Gobiernos de Coalición en España" (OGC), 2010.
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