José María Íñigo, el periodismo en mayúsculas

Te has ido cuando la primavera apunta con las flores. En ese juego que despista aún, con noches frías y días de luz con el olor de lo que nace. Has tenido la delicadeza de irte en silencio, con las botas puestas; y hoy, desde luego, no es un día cualquiera

El programa de radio No es un día cualquiera, conducido por Pepa Fernández, en el que participabas desde hace casi dos décadas, se viste de luto porque te has ido tan deprisa a ver a Forges que no nos ha dado tiempo a asimilar que hoy no estás. Tu voz, esa inconfundible voz, permanecerá siempre que leamos un anglicismo; siempre que veamos que el castellano queda relegado porque nadie aprendió a escribir como tú.

Periodista de raza, sacaste a la España de canal y medio en blanco y negro, la primera cadena y el UHF y le diste al país el lustre necesario para ver que al otro lado del charco o saliendo de los pirineos, se estaban haciendo las cosas mejor. Realmente comenzaste en la radio cuando los programas musicales irrumpían en este país. Nos abriste la mente con tu enorme bigote y la cálida voz que siempre era reconocible cuando escuchábamos la sintonía de Eurovisión. ¡Qué gran contradicción tiene la vida! Este año no podrás presentarlo aunque me consta que no te gustaba un pelo; es una canción pero la gente quiere espectáculo, decías.

34 millones de españoles que te observaban cada semana porque eras el que entretenías, informabas; hacías posible que la vida fuera en color porque necesariamente toda era en blanco y negro; toda una vida en televisión. Ese fue el comienzo, pero luego hubo tantos programas que no tendría forma de recopilarlos hoy. Solamente nos queda tu voz, tu forma de entender el periodismo; tu amplitud de miras; todo lo que podemos aprender cuando salimos de la puerta de nuestra casa. Viajero incansable, ora estabas aquí, al día siguiente acullá. Tu familia formaba parte de ti y gracias a ella, a la que siempre nombrabas, pudiste hacer toda una carrera de fondo.

Te has ido con 75 años en paz, sin hacer ruido. El sábado pasado hablabas de este. Quizá nunca supiste que la vida tenía un fin, pero el tuyo te aseguro que no existe. Aún tenemos los podcasts, los vídeos y toda la historia de la televisión con un clic. ¡No me regañes, porque realmente no sé cómo se dice ya en castellano…!  Tus últimos esfuerzos porque se hablara español quedan reflejados en tus intervenciones en el programa de radio que hoy, con tanto esfuerzo abre diciendo que te has ido. No me quiero poner en la piel de Pepa que debe tener el estómago en un puño; Aberasturi, debe estar llorando por dentro y tu amigo y colega, Pardo, no debe poder articular palabra. Yeregui, Carlos Santos y los escuchantes…

Se van los mejores, se dice torpemente; porque esto de la muerte, a pesar de los epitafios de Nieves Concostrina no lo acabamos de entender muy bien. No sé qué tiene eso que no nos queremos ir. Aquí se está fatal, pero ya sabes lo que se dice; mejor mal conocido, que bueno por conocer. Hoy los escuchantes hemos dejado rodar la lágrima por la mejilla porque ya no te escuchamos más. No sabremos adónde ir y no sabremos sobre todo, qué comer. Recuerdo que siempre decías,  todo esto está muy bien pero aquí ¿qué se come?. Pues eso, aquí se come lo que se puede, y se vive mientras te dejan. Luego viene el tío Paco con las rebajas y te arrebata la vida para siempre.

Supongo que no volarás con Iberia porque los asientos no te eran cómodos; siempre hablabas de los aviones, de Renfe, del wifi, de la incomodidad de los asientos y de lo incomestibles de las viandas que te ofrecían. Tus viajes siempre se iniciaban así. Esperemos que este haya sido más cómodo. Te espera Forges y otros tantos compañeros que se han ido estos días por los conflictos. Podéis hacer un 300 millones de españoles porque vaya racha que llevamos. Hoy tus compañeros de RTVE estarán de luto; no solo por la libertad de prensa, también por ti, un hueco insustituible; un periodista en mayúsculas.

Gracias por tanto, gracias en nombre del periodismo.

Descansa en paz.

 

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