- La gala fue como todos los años: acartonada, demasiado larga y con escasa brillantez en su guión. Pero al menos fue sobria
- La mejor película fue ‘Dolor y Gloria’, un premio merecido para un director al que la academia española ha tratado bastante bien a pesar de lo que algunos dicen
- El de Pepa Flores (Marisol) fue un Goya de Honor que se sabía no iba a recoger y además se agradece que no lo hiciera anoche. Por coherencia, por ser como es
Anoche se celebró la 34ª edición de los Premios Goya en el Palacio de deportes Martín Carpena de Málaga con la pareja Silvia Abril y Andreu Buenafuente como presentadores. La gala fue como todos los años: acartonada, demasiado larga y con escasa brillantez en su guión. Pero al menos fue sobria.
En esta gala la “industria” del cine español tenía algunas cifras que celebrar y otras de las que preocupase. La asistencia de público a nuestras salas de cine fue récord en 2019: más de 105 millones de espectadores frente a los 97,8 millones del año pasado, la segunda mejor cifra de la última década. Pero aunque han crecido los espectadores, la cuota de mercado ha descendido al 15%.
Además, el 2019 fue un año sin un gran bombazo de taquilla español pero Mientras dure la guerra y las comedias gruesas Lo dejo cuando quiera, Si yo fuera rico y Padre no hay más que uno superaron los diez millones de euros en taquilla. La última, de Santiago Segura, logró ser la octava película más vista del año y el codicioso amiguete se codeó con las grandes compañías norteamericanas.
El cine español, que ha vivido con buenos resultados la reducción del IVA al 10% (antes estaba en el 21%), sigue buscando su sitio frente al las abusonas multinacionales norteamericanas. De las 10 películas más vistas en España en 2019 siete fueron de Disney, el mismo año en el que nuestro cine también logró evitar el repugnante lugar común de “otra de la Guerra civil”. Dos de las favoritas en los Goya han hablado de nuestra guerra: Mientras dure la guerra y La trinchera infinita.
De posguerra dura y salvaje, de western, también habla Intemperie, que optaba, sin esperanza alguna de ganarlo, al Goya a la Mejor película. Ha logrado el Goya al Mejor guión adaptado, pero ha sido ninguneada.
Los ausentes:
Una de las películas que se quedó en el camino en estos premios fue Sordo, también sobre los maquis y también con tono de western. Y aunque funcionan en taquilla, la comedia y el thriller se volvieron a quedar en el camino, ya se sabe que las academias no son de dar premios a estos géneros que no les parecen “serios”. Y no digamos el terror, aunque los Goya hicieron una excepción con Los otros, de Amenábar. En comedia la hicieron con Mujeres al borde un ataque de nervios y Belle Époque.
Esta año el cine español ha estrenado policiales como 70 Binladens, Adiós o La estrategia del pequinés. También Quien a hierro mata y El Crack Cero, película de José Luis Garci también ninguneada en los Goya. Y Madre, que se ha ido de vacío, se queda en un terreno entre el thriller y el drama y resulta una película tan fallida como turbia. La sorpresa en estos Goya, eso sí, la ha dado El hoyo, una meritoria y brillante mezcla de thiller, cine social y cine fantástico que ha ganado el Goya a los Mejores efectos especiales.
Los premios principales:
El Goya a la mejor película del año fue finalmente para Dolor y Gloria, un premio merecido para un director al que la academia española ha tratado bastante bien a pesar de lo que algunos dicen. El Goya a la Mejor dirección fue para Almodóvar, que competía con Aitor Arregi, Jon Garaño y Jose Mari Goenaga (La trinchera infinita), Oliver Laxe (Lo que arde) y Alejandro Amenábar (Mientras dure la guerra).
El premio al Mejor guión original estaba reñido y lo ganó también Almodóvar. El menos original de sus competidores era el de La trinchera infinita, una buena idea de partida y con un magnífico arranque y cierre, pero demasiado alargada. De todas ellas la más original propuesta era la de El hoyo. Los candidatos en el apartado de Mejor guión adaptado dejaban más que desear y el Goya se lo llevó una película bastante olvidable como la citada Intemperie.
En el apartado de intérpretes estaba cantado que el Goya al Mejor actor se lo iba a llevar Antonio Banderas. Los Goya se celebraban en su tierra, tenía preparado el número musical de cierre de la gala y de seis nominaciones en toda su carrera solo tenía un Goya honorífico (su gran contrincante, Karra Elejalde, tiene dos). Y en cuanto al Goya a la Mejor actriz estaba cantado el que logró Belén Cuesta por La trinchera infinita. Su trabajo ganó al de Penélope Cruz en Dolor y gloria, al de Greta Fernández en la La hija de un ladrón y al de Marta Nieto en Madre.
El Goya al Mejor actriz de reparto fue para Julieta Serrano por hacer de madre de Almodóvar en Dolor y Gloria y el de Mejor actor de reparto para el inmenso Eduard Fernández, que no estaba presente en la gala. Los dos premios fueron merecidos.
Lo peor:
Silvia Abril nuevamente vulgar y grosera (gritando “Ole mi chocho moreno” o hablando del “pelo del chichi”). Muy innecesario.
Como todos los años, muchos premiados no saben cortar sus agradecimientos, son incapaces. Y ni cuando les ponen música como aviso se callan, no se dan por aludidos y siguen. Terrible.
La innecesaria mala uva contra Garci (“El Crack Cero, cero nominaciones”).
Lo mejor:
El discurso del Presidente de la Academia de Cine, Mariano Barroso, sin leer y mucho más suelto que otros años ante los asistentes. Y recordando que el cine español no solo son los Goya, también los premios que ganó en 2019 en Venecia y Cannes. Y sin olvidar las nominaciones a los Oscar para Dolor y gloria.
Muy merecidos los premios al gran trabajo de sonido de La trinchera infinita y a los efectos especiales de El hoyo. También el Goya al estupendo maquillador Nacho Díaz (Mientras dure la guerra). Se lo dieron, y por sorpresa, sus descubridores en la tele: Ernesto Sevilla y Joaquin Reyes. Díaz es el creador de los tronchantes maquillajes de La hora Chanante y Muchachada Nui.
La actuación al piano de Jamie Cullum en el elegante recuerdo a los cineastas fallecidos en 2019.
La admirable coherencia de una señora como Pepa Flores (Marisol). El suyo fue un Goya de Honor que se sabía no iba a recoger y además se agradece que no lo hiciera anoche. Por coherencia, por ser como es, una verdadera rareza en el show bussines.
El estupendo discurso improvisado de Antonio Banderas. Profesional, con muchas tablas encima, sencillo, humano. Y encima cerró la gala bailando y cantando A Chorus Line a su edad. Chapó.
Las muy acertadas y urgentes palabras de Pedro Almodóvar dirigidas al Presidente Pedro Sánchez, presente en la gala: “El cine de autor, el cine independiente, está en serias vías de extinción y necesita la protección del Estado porque es el futuro del cine. Ellos lo tienen más difícil que antes”. Sabe de lo que habla porque él, que no es ningún niño de papá, empezó así. Y advierte bien: si todas las películas del futuro van a ser las comedias de pedorreta de las teles privadas o el cine que decidan las plataformas esto va a ser un erial. Eso sí: si el dinero de ese “cine independiente” del que habla Almodóvar se lo van a llevar los de siempre, todos los amiguetes del presidente (de este presidente o del que venga) apañados estamos.
En resumen:
¿Es posible que una gala de los Goya no sea eterna, soporífera, interminable? Sí, es posible si entregas más rápido los premios a los cortometrajes (tres categorías que se hacen eternas) o eliminas de la gala los de Mejor Película Europea y Mejor Película Iberoamericana. También si se evitan las presentaciones de cada película nominada a Mejor Película, este año con gente que nada tenía que ve con el cine como futbolistas o presentadoras de televisión. En fin: si dejas de imitar a los también soporíferos Oscar. Son solo ideas y no nos harán caso, la Academia irá a lo suyo como cada año.
Es decir: a intentar su objetivo principal, que no es otro que publicitar al cine español, cuyo futuro sigue siendo negro e incierto, como el del cine en sí. Al menos tal y como lo conocimos. Ya lo dijo el nominado Oliver Laxe de forma brillante: “Las salas de cine están llenas de personas mayores de 50 años. De ahí para abajo está todo el mundo masturbándose en casa con series, gimiendo como zombis por otro capítulo”.
PALMARÉS:
MEJOR PELÍCULA
Dolor y gloria
MEJOR DIRECCIÓN
Pedro Almodóvar (Dolor y gloria)
MEJOR ACTOR PROTAGONISTA
Antonio Banderas (Dolor y gloria)
MEJOR ACTRIZ PROTAGONISTA
Belén Cuesta (La trinchera infinita)
MEJOR ACTOR DE REPARTO
Eduard Fernández (Mientras dure la guerra)
MEJOR ACTRIZ DE REPARTO
Julieta Serrano (Dolor y gloria)
MEJOR DIRECCIÓN NOVEL
Belén Funes (La hija de un ladrón)
MEJOR GUION ORIGINAL
Pedro Almodóvar (Dolor y gloria)
MEJOR GUION ADAPTADO
Benito Zambrano, Daniel Remón y Pablo Remón (Intemperie)
MEJOR MÚSICA ORIGINAL
Alberto Iglesias (Dolor y gloria)
MEJOR CANCIÓN ORIGINAL
Intemperie de Javier Ruibal (Intemperie)
MEJOR ACTOR REVELACIÓN
Enric Auquer (Quien a hierro mata)
MEJOR ACTRIZ REVELACIÓN
Benedicta Sánchez (Lo que arde)
MEJOR DIRECCIÓN DE PRODUCCIÓN
Carla Pérez de Albéniz (Mientras dure la guerra)
MEJOR DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA
Mauro Herce (Lo que arde)
MEJOR MONTAJE
Teresa Font (Dolor y gloria)
MEJOR DIRECCIÓN ARTÍSTICA
Juan Pedro de Gaspar (Mientras dure la guerra)
MEJOR DISEÑO DE VESTUARIO
Sonia Grande (Mientras dure la guerra)
MEJOR MAQUILLAJE Y PELUQUERÍA
Ana López-Puigcerver, Belén López Puigcerver y Nacho Díaz (Mientras dure la guerra)
MEJOR SONIDO
Iñaki Díez, Alazne Ameztoy, Xanti Salvador y Nacho Royo-Villanova (La trinchera infinita)
MEJORES EFECTOS ESPECIALES
Mientras dure la guerra
MEJOR PELÍCULA DE ANIMACIÓN
Buñuel en el laberinto de las tortugas, de Salvador Simó
MEJOR PELÍCULA DOCUMENTAL
Ara Malikian una vida entre las cuerdas, de Nata Moreno
MEJOR PELÍCULA IBEROAMERICANA
La odisea a de los giles, de Sebastián Borensztein (Argentina)
MEJOR PELÍCULA EUROPEA
Los miserables, de Ladj Ly (Francia)
MEJOR CORTO DE FICCIÓN
Suc de Síndria
MEJOR CORTO DOCUMENTAL
Nuestra vida como niños refugiados en Europa
MEJOR CORTO DE ANIMACIÓN
Madrid2120
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