Hoy voy a hacer una cosa que espero que no siente mal a algunos compañeros y compañeras, porque puede tener varias lecturas. He puesto fotos de un asentamiento en el que estuve ayer con Omar, un amigo (espero que así me considere tras ayer) de Palos de la Frontera. Estoy procurando no hacer demagogia ni aprovecharme de una desgracia para decir lo bueno que soy porque ayudo a unas personas que son pobrecitas y desgraciadas, porque ya llevo concienciado sobre este tema tiempo para tratar de no protagonizar nada, tratando de aprender de las personas que llevan décadas luchando, y sobre todo de los propios afectados; y por eso sé que los migrantes que viven de forma infrahumana en estos asentamientos, están cansados y cansadas de que se les utilice para sacar una foto y ya está. Pero también sé que es imposible no llamar la atención hacia la situación en la que se sobrevive por allí si no mostramos de lo que hablamos. La diferencia radica en qué pasa después de la foto. Yo explicaré lo que creo que me compete.
Personalmente creo que es una vergüenza como sociedad que sigamos permitiendo que esto pueda acontecer en nuestro mundo. viviendas de plástico que se queman una y otra vez y la Administración no hace nada. Quiero llamar especial atención al problema del agua en un lugar como en Palos de la Frontera en el que el asentamiento en el que estuve, por ejemplo, está dentro del núcleo poblacional, y no es capaz el ayuntamiento de poner algo básico para la vida como un punto o unos puntos de agua, a pesar de la orden que existe de que lo haga ¿Tal vez piensa que de este modo va a conseguir algo para evitar una imagen de pobreza que le molesta al consistorio? Si llevan décadas allí, ¿no es hora ya de darse cuenta de que no viven así porque quieran sino porque no se les permite vivir de otro modo aunque lo deseen, aunque estén dispuestos incluso a pagar su vivienda?
Es la misma historia de siempre. Los hermanos mayores blancos nacionales que tratamos de dirigir y aconsejar a nuestros hermanitos de otras razas y procedencias (usado el tono irónico), cuando esos «hermanitos de otras razas y procedencias» tienen nombres, apellidos y sobre todo, ni son hermanos nuestros, ni tienen por qué aguantar nuestros consejos, porque nosotros no los dejaríamos a ellos hacerlo. Ellos son nosotros, nosotras, personas libres, no esclavas. Ya está bien de decir en su nombre lo que nos apetece y que creemos que les viene bien. Ya está bien de negociar con su desgracia. Ya está bien de subvencionar la miseria a modo de dádiva o limosna para los que se portan bien, y que en muchos casos hace callar al que las recibe o juega a entregarlas. Ya es hora de que las fotos que hagamos sean la de lugares dignos a los que nos invitan para mostrarnos su cultura y su amistad.
La única forma de conseguir que este sueño de la igualdad y la vida digna se cumpla, es la única que siempre ha valido, es una fórmula fácil de pronunciar, aunque difícil de entender por parte de algunos. Hablo de las palabras lucha y también del apoyo mutuo y dignidad. De eso hablo. Algo que al parecer hace mucho que se perdió enterrado bajo capas de dinero, silenciado por el capital. Creo que lo que nos debería corresponder ahora es hacer un llamamiento a esa lucha en la que algunos nos debemos quedar en un segundo plano del protagonismo, como en las luchas feministas debiéramos hacer los hombres, lo cual no significa no estar sino no protagonizar, porque todas somos necesarias. Hay que ser fuertes y acudir a la llamada de la justicia social como un todo, porque solo así lograremos erradicar esta lacra de la vida infrahumana de los asentamientos.
Y no, no se me ha olvidado algo que muchas veces se comenta de que además es que son trabajadores y trabajadoras necesarias para sacar la producción de nuestros campos, sencillamente es que esto no trata de volver a incidir en que solo tienen derecho si son útiles como mano de obra, o en concreto mano de obra en los campos, porque ayer conocí también a un compañero, Mohamed, que me lo expresaba muy claramente, él no estaba en condiciones físicas de poder trabajar en el campo, pero era muy válido para otras cosas. Y yo estoy de acuerdo con ese punto de vista. Desde cuándo uno es válido o no por poder trabajar o no en el campo. ¿Acaso a ti te obligan a ir al campo? ¿Por qué tienen ellos y ellas que trabajar en el campo, en lo que no queremos o podemos ir a trabajar algunos? muy sencillo, por una visión simplista del asunto en la que en realidad lo que queremos es mano de obra barata para hacer lo que no logramos hacer en nuestra sociedad, producir en condiciones de miseria con un convenio indigno para personas que al final demuestran su carácter imprescindible. Y no entraré aquí a valorar que mediante un convenio sectorial como el del campo, los firmantes, que en modo alguno representan a la clase trabajadora del campo en Huelva, lo único que propician es mantener los beneficios del rendimiento del trabajo en manos de algunos empresarios que simplemente mercadean en la distribución (no hay que permitir que el dinero se queda en el que produce porque si no, no se es competitivo para poner precios bajos, y si al trabajador o trabajadora se le paga mucho, los que especulan no podrán tener un margen alto de beneficio).
Por eso, lo tengo claro, mi apuesta personal no son las fotos para decir, sino son las fotos para comprometerme y poner todo lo que pueda en echar una mano, y no parar hasta que la vida sea digna. Pero no es mérito mío sino que lo hago como llamada a la solidaridad y a la lucha, una lucha en la que no soy protagonista porque siempre he creído que hay que respetar a todas aquellas que llevan años dejándose la piel en un objetivo. Yo simplemente me ofrezco a colaborar humildemente en lo que sé, en no rendirme y dar la cara; y si sirve pues me alegro de poder echar una mano a las que ahí estáis desde siempre. Espero que las fotos te hayan llamado la atención lo suficiente como para participar en esta llamada a la lucha, y espero que el texto les llegue a los que tienen que levantarse para que sepan que algunas personas los apoyamos sin condiciones, y que cada vez serán más en esta lucha de solo ida y de compañeros y compañeras anónimas.
Diego Rodríguez Toribio es secretario general de la Confederació General de Trabajadores(CGT) Huelva
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