Ferdinand Lassalle nació en Breslau, en ese momento perteneciente a Prusia, en el año 1825, en el seno de una familia judía de comerciantes. Su iniciación en el socialismo se produjo en París, afiliándose a la Liga de los Justos, una organización clandestina revolucionaria creada en la capital francesa de exiliados alemanes, y que surgió a partir de la Liga de los Proscritos. En Francia conoció a Proudhon.
Nuestro protagonista participó en la Revolución de 1848 en Alemania, en Düsseldorf, y por esa razón fue detenido y encarcelado. Conoció a Marx y a Engels, con los que trabó una relación epistolar. Luego estuvo con el propio Marx en su exilio londinense en 1862.
Después de la Revolución de 1848 viajó por Suiza, Francia y otros lugares. De esa época son dos de sus obras: Heraclito al oscuro y su tragedia Franz von Sickingen (1859).
En 1857 se estableció en Berlín, aunque habría que esperar dos años para que se instalase definitivamente en la capital prusiana.
Lassalle se implicó en el desarrollo del movimiento obrero en los inicios de la década de los años sesenta. Fue uno de los fundadores de la Asociación General de Trabajadores de Alemania en el año 1863 en Leipzig, el primer partido socialista y obrero alemán. El origen de esta organización se encontraría en un grupo de alemanes que habían participado en la Revolución de 1848 y que tras una visita a Londres conocieron el alto nivel organizativo de las Trade Unions, entre los que destacaba Lassalle. La idea era crear un Congreso Obrero en Berlín para el año 1863. A finales del año 1862 el comité organizador se reunió en Leipzig y pidió a nuestro protagonista que elaborase el programa del nuevo partido.
El texto elaborado por Lassalle tiene una gran importancia porque supone la defensa de una organización netamente obrera sin vinculaciones con las fuerzas liberales y burguesas. Había que superar las posibles vinculaciones con la burguesía más democrática que los trabajadores hubieran establecido hasta entonces para emprender un camino propio que buscase cumplir los objetivos obreros propios. Había que tomar el poder del Estado a través del sufragio universal y establecer cooperativas de producción que terminarían por arruinar a las empresas privadas, para que los trabajadores se beneficiasen de la riqueza generada por la mejora de la productividad. Ese sería el programa de la nueva formación. Lasalle fue elegido su presidente.
Para entender esta intervención del Estado y las cooperativas de producción hay que entender su teoría sobre los salarios, “la ley de Bronce de los salarios”. Creía que los obreros tenían derecho a recibir un salario con el que pudieran subsistir dignamente, evitando riesgos para la salud, la infelicidad y para mantener la paz social. Pero si recibían un salario elevado, por encima de sus necesidades, se producirían serios problemas porque eso generaría un aumento considerable del nivel de vida de los trabajadores, un crecimiento de la natalidad que, en última instancia, provocaría un aumento de la oferta de trabajo, determinando un brusco descenso de los salarios, hasta por debajo del nivel anterior. Todos estos males se evitarían con las cooperativas y la tutela del Estado.
El modelo autoritario de liderazgo de Lassalle en la Asociación General generó fuertes conflictos internos. Además, Lasalle era no era partidario de las huelgas, aunque también, fiel a su programa, era contrario a cualquier alianza con otras fuerzas políticas a las que consideraba reaccionarias.
Lasalle llegó a exponer sus ideas democráticas y sociales a Bismark. El canciller apreciaba al socialista, pero, como es evidente, no puso en marcha las ideas de Lasalle, a pesar de la legislación social que luego desarrollaría para intentar apartar a los obreros del SPD, el partido en el que se transformó, después de varias vicisitudes, la Asociación creada por Lassalle.
Por otro lado, Lasalle defendería la unificación alemana y a Bismarck como su impulsor, como expuso en La guerra italiana y la misión de Prusia (1859), en una especie de alianza entre la autocracia y el pueblo frente a la burguesía, idea que le enfrentaría a Marx, como en casi todos sus planteamientos. Lasalle pensaba que Bismarck terminaría considerando a los trabajadores como el pilar de la futura Alemania.
Lassalle no compartía las ideas de los socialistas utópicos, pero tampoco era partidario de la lucha de clases y la revolución que preconizaba Marx. Lasalle fue un pragmático que buscaba la mejora de la situación de los obreros, y que le granjeó mucha fama en su tiempo y después de muerto.
Lassalle murió prematuramente el 31 de agosto de 1864 a raíz de las heridas sufridas por un duelo causado por cuestiones amorosas.
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