En España hay cerca de 200 vertederos controlados entre los que acogen residuos sólidos urbanos, peligrosos e inertes. Hay también alrededor de 1 500 vertederos ilegales. Sin embargo, se dispone solamente de 11 incineradoras de residuos urbanos y solo una de residuos especiales.
Se envía a vertedero mucha más basura que sus vecinos europeos, a pesar de que muchos vertederos españoles están ya completos o a punto de alcanzar su máximo. Esto, junto con los accidentes como el derrumbe en Zaldívar y los incendios en Nerva, pone en tela de juicio la gestión de los residuos.
A pesar de ello, todavía hay una fuerte oposición a la incineración de residuos en España.
Desventajas de la incineración
A los detractores de las incineradoras no les falta razón a la hora de enfatizar los riesgos que supone la quema de residuos. Son de dos tipos principalmente:
- El riesgo de emisión de contaminantes gaseosos tales como dioxinas y furanos.
- Los riesgos asociados a una gestión inadecuada de los residuos y la energía. Es decir, el temor a que la incineración desincentive el reciclaje o la obtención de energía por fuentes renovables.
Estos riesgos existen y hay que conocerlos y entenderlos bien para poder hacerles frente.
La incineración como proceso seguro y eficiente
Con respecto a la seguridad ambiental, como ingeniero químico me corresponde defender la labor profesional de mi gremio. Desde el punto de vista ingenieril, es posible diseñar estaciones de revalorización energética de residuos seguras y eficientes. A nivel tecnológico, eso ya está superado.
Un posible ejemplo es la recién inaugurada central de Copenhill en Copenhague. Los daneses, para demostrar la seguridad de la operación, han construido sobre el edificio de la propia incineradora una pista de esquí y un centro de educación medioambiental.
Su papel en la gestión integrada de residuos
Con respecto al rol de la incineración en la gestión integrada de residuos, no debemos olvidar la pirámide invertida de prioridades. Las tres erres (reducir, reciclar y reutilizar) tienen preferencia.
Debemos reducir el consumo, evitando y prohibiendo las compras estacionales e innecesarias y los productos de usar y tirar.
Como consumidores, deberíamos además apostar por aquellos productos fabricados a partir de materiales reciclados, aunque a veces sean más caros o de peor calidad. También debemos reutilizar los productos adquiridos, ya sea para el mismo fin o con una nueva utilidad. Muchos productos, como la ropa, pueden ser donados para su reutilización por otras personas.
De forma paralela, se pueden desarrollar iniciativas para incentivar las reparaciones de los productos estropeados. Por ejemplo, desgravando las reparaciones y luchando contra la obsolescencia programada.
Cuando llega el momento de deshacernos de un residuo, debemos ayudar al reciclaje mediante la separación selectiva en contenedores específicos o en los puntos limpios. En este contexto, es vital establecer la separación selectiva de la materia orgánica en un contenedor específico (el contenedor marrón). La separación selectiva de la materia orgánica fácilmente biodegradable permite generar un compost de calidad, que puede usarse de forma segura como aporte de nutrientes para suelo agrícola.
Aunque maximicemos todas estas etapas previas, es inevitable que quede una fracción no aprovechable, normalmente compuesta por residuos que no podemos o no sabemos aun reciclar. Esta fracción, y solo esta, es la que debería contemplarse como válida para revalorización energética mediante incineración. Esta permite reducir su posible peligrosidad y su volumen.
Se debe enviar a vertedero solamente aquello que no se pueda incinerar junto con las cenizas de la incineración.
Una alternativa a los combustibles fósiles
La incineración de residuos ha de hacerse buscando el aprovechamiento energético. Es decir, la incineradora de residuos debe ser una central capaz de producir electricidad a través del calor desprendido al quemar los residuos.
La basura puede desplazar parcialmente al combustible fósil en la producción de electricidad, por lo que la convierte en un tipo de fuente de energía parcialmente renovable.
Sin embargo, una correcta gestión integrada de residuos y energía debe evitar que la producción de energía sea prioritaria frente a la gestión de los residuos.
En otras palabras, se debe evitar a toda costa la incineración de residuos reutilizables o reciclables para producir electricidad buscando satisfacer la demanda energética. Como se ha dicho antes: primero van las tres erres y después la incineración.
Los residuos de la COVID-19
En las últimas semanas hemos sido testigos de la aparición de un nuevo residuo sólido urbano consecuencia de la crisis de la COVID-19: el material sanitario de uso en los hogares. En la nueva normalidad, tenemos que utilizar guantes de un solo uso en los establecimientos y mascarillas donde no se pueda asegurar el distanciamiento social adecuado.
Cada hogar, residencia o negocio se ha convertido en un pequeño hospital, donde se genera diariamente una importante cantidad de estos residuos no reciclables, que deberían ser tratados como material sanitario.
Este tipo de residuo se está depositando en el contenedor gris o de resto,. En la mayoría de las localidades españolas, su destino final es el vertedero, con los riesgos que eso supone.
Incluso la reciente orden SND/271/2020, de 19 de marzo, por la que se establecen instrucciones sobre gestión de residuos en la situación de crisis sanitaria ocasionada por la COVID-19, recomienda la incineración de estos residuos. Sin embargo, no tenemos suficientes incineradoras en España. Poner en marcha una incineradora que cumpla con los aspectos mencionados (suficiente seguridad ambiental y adecuada gestión de residuos y de energía) es un proyecto que puede tardar entre cinco y diez años.
Con un poco de suerte, para la próxima pandemia, ya tendremos las infraestructuras apropiadas para hacer frente de forma segura a los residuos que genere.
Juan Manuel Paz García, Profesor Ayudante Doctor, Departamento de Ingeniería Química, Universidad de Málaga. Ingeniero Químico por la Universidad de Málaga y Doctor por la Universidad Técnica de Dinamarca. Actualmente, Profesor Ayudante Doctor en el Departamento ingeniería Química. Juan Manuel combina las líneas de investigación de modelado de transporte reactivo con el estudio de baterías secundarias para el desarrollo de baterías de nueva generación y de sistema de reutilización y reciclaje de baterías secundarias. Docente en asignaturas de grado y máster, predominantemente sobre modelado procesos multifísicos e ingeniería ambiental.
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