Feminista, defensora de las minorías y del medio ambiente, la juez decana del tribunal de Estados Unidos, Ruth Bader Ginsburg, ha fallecido a los 87 años el 18 de septiembre de 2020, a consecuencia de un cáncer de páncreas.
Ruth Bader Ginsburg, conocida mundialmente como «RBG», segunda mujer que consiguió entrar en el exclusivo reducto del Tribunal Supremo, era el escudo progresista de la institución desde que el ultraconsevador y xenófobo presidente Donald Trump hizo uso de sus atribuciones y nombró a dos jueces para completar los nueve que componen el alto tribunal -que, entre otras cosas, decide sobre la constitucionalidad de las leyes e interviene en los grandes debates sociales, como la pena de muerte o el aborto-, al que una vez designados y confirmados por el Senado pertenecen de por vida.
Su fórmula «I dissent» (disiento) –estrenada cuando la controvertida elección de George Bush para la presidencia, que los restantes miembros del tribunal dieron por buena- «un clásico entre los juristas que diseccionan sus opiniones, también ha dejado su huella en la cultura popular. En un país sacudido por el mandato de Trump, la expresión se ha convertido en sinónimo de audacia feminista, de valor y de combate. Icono de los progresistas desde hace una década, RBG es objeto de un auténtico, afectuoso y divertido, culto de la personalidad» (Le Monde).
El último deseo de esta mujer realmente única, famosa por introducir la más increíble variedad de cuellos y adornos en la austera toga de jueza, lo recogió su nieta Clara Spera al dictado, pocos días antes de su muerte: «Mi mayor deseo es que no me reemplacen hasta que un nuevo presidente jure su cargo». Un aviso porque Donald Trump ya había anunciado que piensa efectuar el nombramiento antes de la elección de noviembre, e incluso ha hecho pública una lista con sus preferencias entre los jueces más conservadores de Estados Unidos.
Nacida en Brooklin en una familia de inmigrantes judíos rusos de Odesa, en la que nadie «tenía estudios», Ruth Bader Ginsdburg ingresó en 1956 en la Universidad de Harvard, donde formó parte de las nueva pioneras que rompieron un tabú estudiando la carrera de Leyes junto a cerca de quinientos alumnos del sexo masculino.
La jueza Ginsburg hizo dos cosas en la universidad: obtuvo su licenciatura en Leyes y encontró al compañero de su vida, Marty, un brillante abogado fiscal y el hombre que ha compartido y estimulado todos sus objetivos y que se hizo a un lado cuando se trataba de impulsar avances en su carrera.
Terminados los cursos con la nota máxima encontró, sin embargo, muchos problemas al intentar entrar en algunos de los prestigiosos gabinetes de abogados de Nueva York porque «era judía, era mujer y, lo peor, tenía un hijo de cuatro años».
Entonces volcó su carrera en la defensa de los derechos de las mujeres: «Entre 1972 y 1978 defendió ante el tribunal Supremo seis casos de discriminación por sexo, ganando cinco». Quince años después, en 1993, Bill Clinton la eligió para ingresar en el alto tribunal; un nombramiento que el Senado ratificó con una mayoría aplastante.
En 2018, la película biográfica «Una cuestión de género» y el documental «RBG» acercaron su figura a un público más extenso, consiguiendo auténtica sintonía con amplios sectores de jóvenes y estudiantes que exhiben su efigie en tatuajes y camisetas.
Un rostro que ha llegado también a las tiendas de souvenirs e incluso a un surtido de bolas para el árbol navideño. «Tengo 85 años y todo el mundo se quiere retratar conmigo», decía divertida comentando el eco que estaba teniendo del documental sobre su vida.
«RGB», retrato fiel de una vida excepcional
Una vida extraordinaria que otras dos mujeres, Betsy West y Julie Cohen, descubrieron en la película documental, «RBG»–nominada a los Premios Oscar 2019 en la categoría de Mejor largometraje documental y especialmente recomendada por el ICAA (Instituto de la Cinematogrfía y las Artes Audiovisuales) para «el fomento de la igualdad de género»–, de quien ha sido «una de las mujeres más influyentes del mundo» y «el último escudo anti-Trump».
«RBG» es el retrato de una mujer increíble que en más de medio siglo de ejercicio de la abogacía se ha batido, «pasito a pasito», encadenando victorias en el Tribunal Supremo cuando todavía no formaba parte de él, y sin mostrarse nunca enfadada como le recomendaba su madre, con una especie de rabia fría, por las libertades individuales, la igualdad de los sexos, las madres solteras, el derecho al aborto… Pero no solo, también creó jurisprudencia ganado algunas reivindicaciones masculinas, como el derecho a ayudas para los viudos con hijos, que hasta entonces solamente tenían las viudas.
«Una cuestión de género”, biopic de Ruth Bader Ginsburg, una mujer legendaria
Dirigida por Mimi Leder, «Una cuestión de género» está inspirada en la historia real de Ruth Bader Ginsburg, una joven abogada y madre de familia que junto a su marido, el abogado Martin Ginsburg, cambió el curso de la historia con un singular caso sobre discriminación de género que abrió el camino para la igualdad en los Tribunales. A los 85 años y operada de un cáncer de pulmón, cuando se estrenó la película ya era la decana del Tribunal Supremo de Estados Unidos.
Poco conocida antes en España, Ruth Bader Ginsburg, interpretada con convicción por la británica Felicity Jones, es una leyenda del feminismo made in USA. Idealista y apasionada, en los años 1970 se convirtió en una ferviente defensora de la igualdad entre hombres y mujeres.
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